Son apenas unas líneas, unas palabras sucintas con las que Begoña Gómez marca su terreno en el escenario institucional. “Agenda del presidente del Gobierno: acude acompañado de su mujer”. Es el último escalón, la descripción oficial de una realidad más que evidente: la esposa de Pedro Sánchez, una profesional ligada durante toda su carrera al márketing y a la captación de fondos, ha decidido dejar atrás la sombra de sus antecesoras en el cargo y no conformarse siquiera con el papel de primera dama. No, ella ha asumido que ahora es la 'reina'. La otra 'reina' de España.
Empezó de manera discreta, como en un segundo plano. En España no existe la figura ―ni política ni institucional― de la pareja del presidente o presidenta. Es un campo abierto, en el que se puede hacer fuerte quien decida llevarlo por bandera. Todo apuntaba a que Gómez sería nuestra Hillary Clinton o nuestra Michelle Obama. Desde los primeros tientos de su marido, ella siempre estuvo ahí. Frente a las cámaras. Mirando desde el atril. Ahora es su +1, la encarnación femenina de nuestro país en el extranjero.
Gómez se desenvuelve con soltura entre el resto de cónyuges presidenciales. En los actos en los que debería acudir la reina Letizia, consorte del Jefe del Estado, aparece ella. Su tour particular comenzó en Estados Unidos y Canadá, pero cuando se ha hecho evidente el sorpasso ha sido en los actos en conmemoración del centenario del armisticio que puso fin a la Primera Guerra Mundial —a los que Pedro Sánchez acudió para acompañar, a su vez, a Felipe VI— o en la visita histórica a Cuba, la primera de un presidente del Gobierno en 30 años. Ningún rey español ha visitado la isla caribeña en viaje de Estado.
Su función en el IE es estar ahí, en círculos de poder
“La cuestión de base es que Begoña Gómez no es ni siquiera nuestra primera dama, esa es una figura norteamericana que en España se corresponde con la Reina”, explicaba a EL ESPAÑOL Jordi Rodríguez Virgili, profesor de comunicación política de la Universidad de Navarra. “Legalmente no tiene reconocimiento y tradicionalmente va con la personalidad del jefe del Gobierno: queda al criterio de ambos, de la pareja, decidir el papel político o público que puede desempeñar esa persona”.
A Begoña Gómez la utilizó su marido al inicio de su carrera, pero desapareció en la segunda campaña presidencial, la del 26J, porque desde el PSOE se llegó a la conclusión de que restaba más votos de los que aportaba su presencia. Justo después de la moción de censura que elevó a Sánchez a la Moncloa, y tras volver a pasearse de su mano por mítines y eventos, se conoció su fichaje por el Instituto de Empresa (IE) dentro del Africa Center para captar fondos —una de sus especialidades laborales— en uno de los contientes claves en la agenda política de su esposo. La institución educativa factura, anualmente, en torno a 100 millones de euros.
De todos modos, sus funciones como parte del IE Business School no están tampoco claras. Fuentes del centro de enseñanza, que ha rechazado hacer declaraciones a través de los canales oficiales, recalcan a este periódico que ella no da clase, que no es profesora, que no tiene responsabilidades puramente educativas. “Aquí no la hemos visto nunca”, cuenta uno de los profesores del IE. “Desconozco si tiene despacho siquiera”. Los alumnos, por su parte, no tienen ni idea de quién es Begoña Gómez, aunque lo cierto es que en su mayoría son estudiantes extranjeros que se trasladan a Madrid.
“Parte de su trabajo para el IE es estar ahí, hacer conexiones con líderes, conseguir financiación para una institución como la nuestra, que es privada y apenas recibe fondos públicos”, admiten las fuentes consultadas. “Para eso no es necesario estar en Madrid y mucho menos en la sede de María de Molina”. Fuentes del sector cifraban, en conversación con El Mundo, entre los 80.000 y los 100.000 euros el sueldo que suele percibir un directivo de tales características.
Letizia le deja: ella no quiere ser acompañante sin más
A la Reina de España, Letizia, no parece importarle, pues nunca le gustó el papel de acompañante sin más. En los actos de París de conmemoración del armisticio de la Primera Guerra Mundial no apareció. Todos acudieron acompañados de sus parejas menos el Rey. La razón esgrimida por la Zarzuela fue que Letizia no tenía papel en los hechos que estaban sucediendo en la capital francesa, a pesar de que las esposas de otros jefes de Estado y Gobierno, entre ellas, además de la anfitriona Brigitte Macron, la reina Matilde de Bélgica, Melania Trump, Charlene de Mónaco, sí estaban. De hecho, la primera dama francesa ofreció una comida a sus colegas y todas posaron felices con Brigitte, incluida Begoña Gómez. En las las agencias internacionales, por ejemplo, Gómez aparecía identificada como primera dama española.
Cuando Juan Carlos I era Jefe de Estado, Sofía de Grecia participaba en todas las actividades que las primeras damas iberoamericanas tenían programadas en las cumbres. Letizia ni va, los tiempos han cambiado: ella prefiere conciliar y dedicarle los fines de semana a sus hijas. La silla ha quedado vacía, en cambio, en la cumbre del G20 de este fin de semana en Buenos Aires (Argentina).
El presidente está procurando dar la imagen de líder global, con visitas y encuentros allí y allá. Los viajes de Pedro Gulliver Sánchez suman kilómetros y países, con citas semanales en países europeos, árabes, norteamericanos y latinos: Francia, Bélgica, Alemania, Portugal, Chile, Bolivia, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Suecia, Austria, Canadá, Estados Unidos, Italia, Guatemala, Marruecos, Cuba o Argentina han sido escenario del apretón de manos del líder español, lo que limita la acción de Felipe VI, ya que la Constitución establece que el Ejecutivo "dirige la política interior y exterior”. Zarzuela es un complemento. Y, mientras tanto, Begoña Gómez campará a sus anchas: reinando y representando a partes iguales.