A Patricia nunca le gustó la Navidad. “Ahora me hace mucha más ilusión”, revela sonriente la joven, que vive independizada en su pueblo, Puente Genil, un municipio cordobés de poco más de 30.000 habitantes. Su cambio de actitud respecto a las Pascuas se justifica mirando al cielo. Esta treintañera es una del medio millar de trabajadores de la empresa responsable de la iluminación navideña de ciudades como Nueva York, Moscú, Dubai, Londres, Madrid o Chicago, la última incorporación a una lista que se extiende a 40 países. Los Ximénez repartirán estas fiestas unos 70 millones de puntos de luz por los cinco continentes. Y todo hecho en España.
“Hacemos cosas muy bonitas y sentimos una enorme satisfacción cuando vemos que los niños se quedan con la boca abierta al ver nuestras luces de Navidad”, asegura Patricia mientras que coloca tiras de LED sobre una base de aluminio hasta completar un dibujo navideño. “Y que no falte el trabajo, porque esta es la base de mi economía —defiende atareada—; sin esto estaría desempleada, tanto yo como muchos jóvenes del pueblo”.
Esta es su tercera campaña, que se inicia en julio y acaba a finales de diciembre. Después le espera el paro y algunos trabajos esporádicos. “Lo que vaya saliendo”, apostilla mientras sigue argumentando su renovado idilio con la Navidad. “No sé, siento más emoción —confirma visiblemente orgullosa—; me ilusionan esos días en los que se encienden las luces y veo el trabajo de tantos meses”.
Las inmediaciones del polígono industrial San Pancracio de Puente Genil es un frenético entrar y salir de camiones negros rotulados con Iluminaciones Ximénez, la empresa en torno a la que gira la mayor parte de la actividad económica de esta zona fabril situada a las afueras del municipio, rodeado por completo de olivos.
“Puente Genil era antes conocido por ser la ciudad de la carne de membrillo —un dulce elaborado a partir de esta típica fruta desde mediados del siglo pasado por los pontanenses—, ahora nos conocen en todo el mundo por las luces de Navidad”, presume Francisco Bartolomé Ximénez Más. A sus 26 años es el responsable del departamento comercial en Estados Unidos, Canadá, Centroamérica y Latinoamérica de Ximénez Group, además de encargarse del marketing y de la comunicación de esta empresa septuagenaria que factura 40 millones de euros anuales, el 30% proveniente del extranjero.
La historia de esta empresa arranca en el año 1945 como un comercio de electrodomésticos, iluminación y electricidad. Un buen día, el ideólogo, Francisco Jiménez Carmona, decidió instalar una estrella de navidad hecha a partir de luces de colores junto al rótulo del negocio. “Fue una idea pequeña, pero genial”, valora décadas después su nieto. El artificio era rudimentario, a partir de bombillas incandescentes, que llegaron a Puente Genil nueve años después de que Thomas Edison patentara este tipo de luminarias de filamentos. El municipio cordobés fue el segundo español en generar electricidad, después de Barcelona. Y la idea del primer iluminado Jiménez se replicó primero en los locales de sus vecinos y posteriormente en otros pueblos de Andalucía. “En la posguerra, con España inundada por la oscuridad, mi abuelo iluminó la vida de las personas”, defiende su nieto Francisco.
De la Navidad al Ramadán
En los sesenta, y con la incorporación de la segunda generación familiar, los Jiménez afrontan el desafío de dar el salto al resto del país, apostando por motivos de grandes dimensiones en las principales fiestas y ferias. Con la expansión, principalmente por el Levante, la familia cambia el apellido Jiménez por Ximénez. Detrás de esta decisión estaba el deseo del fundador de desestacionalizar la actividad, antes solo relacionada con la Navidad y ahora abierta a las fiestas populares, los carnavales y demás eventos religiosos, como el Ramadán u otros exóticos en la India.
En sus juegos por la fábrica del abuelo, en sus idas y venidas a las exposiciones e inauguraciones de alumbrados navideños, Francisco, el nieto, y el resto de primos que actualmente comandan la empresa familiar todavía no eran conscientes del determinante papel que jugaría la tercera generación en el futuro de Iluminaciones Ximénez, hoy en día la mayor empresa instaladora de luz de estructura de Europa y, presumen con cierta duda, puede que del mundo.
En la actualidad, los cuatro accionistas de Ximénez Group —Jesús, Francisco, Mariano y José Pablo Jiménez Rosales, todos ellos hijos del fundador—, que agrupa a Iluminaciones Ximénez y a la sección internacional Ilmex Illumination, han relegado la gestión del negocio familiar en siete nietos con una media de edad que escasamente sobrepasa los 30 años. “Esto se mama desde la cuna, antes de dar a luz ya tenemos ese vínculo con la iluminación”, sentencia el responsable de comunicación, licenciado en Administración de Empresa, MBA en el prestigioso Instituto San Telmo y con una formación específica en comercio internacional en Washington DC.
Su teléfono suena cuando todos se acuestan y ha aprendido a ajustar su ritmo de vida a los horarios de sus clientes, repartidos en 40 países. En 2018, la empresa celebra el hito de haber trabajado en los cinco continentes, con la instalación de un laberinto de luz itinerante que pasará por Sidney, la ciudad más grande y poblada de Australia y Oceanía.
La compañía repartirá por todo el mundo más de 70 millones de puntos de luz, también en España, donde Puente Genil se ha convertido en un referente turístico gracias a la iluminación navideña. De hecho, sus trabajos se pueden ver en la Quinta Avenida de Nueva York o en el centro comercial más grande del mundo el Dubai Mall, también en Londres, Bogotá, Querétaro, Bruselas, Oslo o Chicago. “Todos conocen a Puente Genil por Ximénez y eso es un orgullo, porque nos complace ver a nuestro pueblo incluido en las principales recomendaciones de lugares para visitar en Navidad junto a ciudades como Madrid, Barcelona, Sevilla o Málaga —insiste el director comercial—; y todo, en una ciudad de poco más de 30.000 habitantes”. “Podemos decir que, en estas fechas y con permiso de París, Puente Genil es la ciudad de la luz”, subraya. “Y con el retorno económico que eso supone para el municipio”, sentencia Francisco.
Más luz, más beneficios para todos
Esa es la fórmula “mágica” que la empresa defiende para hacerse con el mercado de la iluminación de Navidad. “Creamos la iluminación, que transmite ilusión a la gente, que sale más a la calle con una actitud feliz, esto atrae a más gente y hace que se aumente el turismo, lo que genera ventas y provoca el aumento del empleo, que a su vez reporta más ingresos a las ciudades a través de los impuestos”, argumenta. “Esto es un éxito”, sentencia.
—Pero con esta lógica consumista, ¿se trabaja más o menos cuando gobierna la izquierda o la derecha?
—No hay apenas diferencias porque cuando alguien invierte en iluminación se sabe que habrá retorno, pese a que haya críticas de la oposición. En Madrid, por ejemplo, hay muchos puntos de luz y proyectos muy interesantes de artistas; pero el público echa en falta un espectáculo central que comunique con la gente. Pero ya se está trabajando en ese elemento protagonista para el año que viene. Ese es el futuro y el alcalde de Vigo lo ha entendido muy bien.
—Pero ha recibido muchas críticas.
—Es lo que tiene hacerse popular. Aunque hoy [por el miércoles] ha salido una noticia en La Voz de Galicia en la que se evidenciaba que en el primer fin de semana de la inauguración de la luz del alumbrado, la ciudad ha recuperado por tres la inversión navideña. El retorno es evidente, contrastado por el número de pernoctaciones, por el aumento del transporte público, la afluencia de las tiendas.
—¿Y dónde queda el ecologismo con tanto consumo eléctrico?
—A lo largo del próximo año lanzaremos una fundación que trabaje por el medio ambiente, algo que ya hacemos desde hace años. Fuimos la primera compañía en introducir las luces tipo LED en nuestros diseños. Hoy, en Puente Genil, con 1.300.000 puntos de luz hemos pasado de consumir 4.000 kilovatios a la hora a consumir 110. Son datos. La Gran Vía de Madrid consume lo mismo que dos o tres braseros. Y hemos desarrollado un sistema para adecuar la intensidad de las luces en momentos de menos afluencia, por lo que se sigue fomentando el ahorro. Claro que consumimos, pero menos que una lavandería o una peluquería.
Toda esa innovación tecnológica tiene lugar en su sede de Puente Genil, de donde son los 600 empleados en campaña y la mitad en los momentos de menos actividad. Su apuesta por su localidad natal es tal que ya preparan un centro logístico que aunará a todas las empresas del grupo. “Podríamos irnos a China, como otros competidores; pero eso no sería beneficioso para nuestros vecinos, nosotros apostamos por el ‘made in Spain’, pese a que fabricando aquí perdemos rentabilidad económica”, asegura Xímenez Más.
Una empresa familiar que apuesta por la mujer
Por eso los Ximénez son bien conocidos y queridos en Puente Genil, donde han recibido diversos reconocimientos a lo largo de estos 73 años de historia. María y Raquel son hermanas y las dos únicas mujeres al frente del equipo gestor de la empresa. Ambas presumen de las acciones sociales en las que la compañía participa. También de que gran parte de las nuevas incorporaciones son mujeres. “Y mucho más en aquellas profesiones donde se demanda una mayor formación”, explica Raquel, que lleva en la sociedad desde 1998.
Ella sí recuerda bien cómo su abuelo, el fundador, ponía mucho empeño en que la familia permaneciese unida. “Y lo cumplimos”, matiza María. “Mi abuelo estaba obcecado con que todos nos quedásemos en la empresa”, sigue su hermana. “Las empresas familiares son muy difíciles, pero siempre hay la típica persona que hace equipo y va mediando —explica Raquel—; en nuestro caso, todos hacemos por cumplir los deseos del abuelo y estar unidos y que los roces no tengan consecuencias. Esta unión es real, fuera y dentro de la empresa. Incluso nuestros hijos conviven mucho”.
Pero, ¿cuál es el secreto para que una empresa fundada inicialmente como una tienda de iluminación y electrodomésticos hace 73 años haya prosperado tanto como para dar de comer a tres generaciones, por ahora? La respuesta a este interrogante está en la apuesta por la innovación, una constante que comparten abuelo, hijos y nietos.
Iluminaciones Ximénez ha pasado de iluminar a “cambiar la industria de la iluminación; a hacer de la luz arte colaborando con arquitectos, diseñadores y artistas de moda como Agatha Ruiz de la Prada, David Delfín o Adolfo Domínguez”, desvela el director comercial. “Iluminación de autor”, resume, un concepto aplaudido en Europa que se ha seguido potenciando en el resto del mundo. Esa apuesta los ha hecho líderes mundiales y diversificar su oferta de productos. “Queremos ser el Apple de la iluminación”, confiesa Francisco. Ya no iluminan, ahora crean conceptos individualizados para cada ciudad; son herramientas de promoción para atraer a turistas.
“Los chinos ya no pueden hacer lo que nosotros hacemos”
Esa posición de liderazgo también les acarrea problemas de espionaje, algo a lo que están muy atentos. “Nuestro principal competidor era el mercado chino; digo era porque ya no están en disposición de hacer lo que hacemos”, asegura el director comercial. “Imagino que a Apple también le da igual que le copien, porque cada mes tenemos nuevos conceptos y es un orgullo ver cómo lo que nosotros hacemos hoy, otros lo harán mañana”, descerraja. “Somos líderes y no hay miedo porque sorprendemos a la gente”, resuelve con aparente tranquilidad.
—¿Y cómo se sorprenderá en el futuro?
—Comunicando por medio de la iluminación, narrando historias. No con estructuras inertes. Jugamos con las emociones, con los sentidos, con el neuromárketing. Lo llamamos ‘efecto wow’ porque pulsando un botón somos capaces de cambiar el estado de ánimo de una ciudad en un segundo.
Ese ‘efecto wow’ varía en función de la ciudad para la que trabajen. En Moscú se apuesta por instalaciones de grandes volúmenes; en Chicago han optado por poner paneles en las fachadas de los edificios y poder reproducir vídeos en ellos. Entre las gamas de colores, la empresa ofrece hasta cinco tonos de blanco. Del cálido tradicional, similar al ámbar incandescente de la bombilla amarilla; hasta un blanco azulado, tirando a hielo. En Portugal se buscan tonos que recuerden la nieve, en los países nórdicos buscan la luz cálida; el contraste. Aunque hay quien manifiestamente pide mucho color, como en Bruselas y su laberinto de luz.
Sus innovaciones les han abierto las puertas no solo de ciudades, también de marcas renombradas como Swarovski, Desigual, Zara o Tiffany, uno de sus proyectos de decoración más ambiciosos en la Quinta Avenida de Nueva York.
Jesús Ximénez también trabaja como director de comercio internacional. Viste vaqueros, sudadera y zapatillas, y acumula unas notables ojeras cuando recibe a EL ESPAÑOL. Apenas ha dormido tres horas en su regreso en avión desde Moscú, donde prepara la inauguración en unas condiciones climatológicas complicadas. En los últimos meses ha viajado a Bruselas, Londres, Méjico, Utrecht y volverá pronto a la capital rusa para el encendido. Su teléfono suena a todas horas. Cuando amanece en Méjico, anochece en Bahréin.
Pese a la carga de trabajo, se ve tranquilo. “Confío en nuestro trabajo, aprendido de generación en generación y eso no me quita el sueño”, remacha. Cada año le cuesta más asistir a las inauguraciones de sus obras porque se pisan en fechas unas con otras, pero cuando lo hace disfruta en las caras de la gente. “Si cuando todo se ilumina se quedan con la boca abierta —resuelve—, es que hemos hecho un buen trabajo”.
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