Entre la puerta del Sol y la Gran Vía se encuentra una de las calles más transitadas y populares de la capital: Montera. Todo madrileño sabe que sobre sus adoquines grises hay un cocktail de actividades un tanto ambiguo: prostitución, apuestas deportivas, piercings y tatuajes.
En el número 15 de la misma calle, entre las cuatro paredes de lo que no hace mucho fue una tienda de zapatos se alza un local llamado ‘Cannabis Store Amsterdam’ que abrió hace poco más de un mes. Cualquier curioso que pase por allí se preguntará lo mismo que me pregunté al pasar frente la tienda: “¿La marihuana se ha legalizado y yo no me he enterado?”. Al cruzar el umbral del comercio me topé con algo parecido a lo que todos conocemos como grow shop. Vinos, cervezas, piruletas y muffins con aroma de cannabis. Nada nuevo. Aún así, quise matar mi curiosidad preguntando a una joven dependienta que estaba asesorando a una pareja de extranjeros. A los pocos minutos ya tenía una respuesta. “Hasta hace dos semanas vendíamos flores de cáñamo de CBD. Ahora se nos han acabado”. ¡¿Ahora también se vendía marihuana en la calle Montera?!
El cannabis está compuesto por más de 100 sustancias químicas. Las más predominantes son el tetrahidrocannabinol (THC) y el cannabidiol (CBD). El THC es el compuesto psicoactivo que altera el sistema nervioso central, causante de esa sensación de estar fumado. El Convenio de Viena de 1971 consideró esta sustancia como “estupefaciente”. El CBD no es psicoactivo y se consigue a través de una extracción de la flor de marihuana. Este compuesto posee una larga lista de efectos beneficiosos para el ser humano. En pocas palabras, es la parte ‘buena’ del cannabis y la que no tiene ese efecto que te hace sentirte colocado. Es común entre pacientes de esclerosis múltiple para combatir la espasticidad (músculos contraídos) y se usa también como tratamiento contra el cáncer.
Una de esas pacientes es Marta. La esclerosis múltiple llamó a su puerta hace 30 años. Con ello llegó la perdida de fuerza, los dolores musculares, la fatiga y numerosas molestias más que le dificultaban dar sus amadas clases de inglés en un colegio concertado en Madrid. Su neurólogo le mandó un tratamiento determinado, pero ella siempre escuchó que la marihuana podía ayudarla a paliar algunos dolores. En su casa cultivó una pequeña planta de cannabis que tiempo después se convirtió en el ingrediente principal de unas deliciosas galletas. Jamás olvidará ese día. Las cookies de marihuana le sentaron tan mal que dijo: nunca más. “Casi me da una sobredosis”, dice Marta entre risas en una conversación telefónica con EL ESPAÑOL.
“¿Por qué no pruebas con Sativex?” le aconsejó su neurólogo del Hospital Clínico San Carlos de Madrid. “Se trata de un spray de uso medicinal que contiene THC y CBD en cantidades específicas que hacen que no se produzca ninguna adicción. Sólo se puede comprar en una farmacia especializada”, cuenta Celia Oreja, neuróloga del mismo hospital. Para Marta fue un antes y un después. Sin alucinaciones. Sin fatiga mental. Seis pulverizaciones al día en el carillo y adiós dolores.
Muchas tiendas especializadas han aprovechado el poder del CBD y han añadido productos con este componente mágico en su catálogo. A la doctora Oreja no le convence la idea. “No sabes lo que te están vendiendo ahí fuera. Tal vez, la cantidad de CBD no está controlada”, lamenta.
La Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios determina que las plantas de marihuana con concentraciones inferiores al 0,2 por ciento de THC no son estupefacientes. Pero el tema no es tan sencillo. Aunque la fiscalización sea sobre el THC, la flor está sujeta a la previa autorización de la Agencia Española, independientemente de su porcentaje. Además, separar THC y CBD no es tarea fácil. Todo este embrollo hace que este compuesto necesite una supervisión administrativa.
Justo en frente de la tienda que vendía souvenirs de marihuana hay una una comisaría de la Polícía Municipal. Tres agentes de paisano charlan en la puerta mientras vigilan que todo siga en orden en la famosa calle Montera. “Hace dos semanas intervinimos los productos que contenían CBD de las cinco tiendas que lo vendían en el distrito centro. El Instituto Nacional de Toxicología lo está analizando”, confiesa uno de los policías. “La marihuana es marihuana. No hay distinción. Además, no pueden vender nada medicinal porque no están autorizados”, añade. “Estas tiendas se agarran a la normativa de países como Italia y Suiza. Aquí no es legal”, concluye el hombre.
Una de esas cinco tiendas está a 10 minutos andando. Todo el establecimiento huele a incienso porque “si no el olor a maría se esparce por todo el local”, explica un empleado que irradia simpatía. La tienda parece una farmacia de diseño cuyos estantes están llenos de productos de estética que contienen CBD. Champús, cremas hidratantes, bálsamo de labios... e incluso pastillas calmantes para gatos. La Policía también pasó por aquí hace pocas semanas y se llevó muchos de los productos con cannabidiol. El joven insiste en que es legal vender el compuesto. “El CBD no está estipulado como ilegal. Nuestro abogado nos ha dicho que lo sigamos vendiendo”.
Le pregunto si entre todos los productos de la tienda también tiene flores de cáñamo de CBD. Bingo. “Si te mola la sensación, vas a flipar”, dice mientras saca de un cajón situado bajo el mostrador cuatro bolsitas negras con nombres exóticos: Pineapple, Silverspoon, AK-47 y Sensi Star. Todas prometen una sensación diferente y placentera. Ninguna tiene THC. Me convence la última. Por nueve euros me llevo un gramo. Aunque el vendedor sepa las buenas propiedades del CBD, sigue fumando todos los días sus porros con THC: “Al que le gusta la marihuana de toda la vida, le va a seguir gustando el THC. Esto es especial para la gente a la que le está empezando a sentir mal. Yo antes estaba muy loco y fumar me ha hecho ser mejor persona y dejar de robar”, confiesa el joven.
Desregulación y falta de información
Joseba Zabala es médico de Salud Pública y experto en drogodependencias. También forma parte del proyecto Evict, un grupo para el estudio de políticas de control del policonsumo del cannabis y tabaco en España. Reconoce los efectos beneficiosos del CBD, pero insiste en que no existe una evidencia contundente a nivel de ensayos clínicos. A Zabala uno de los temas que más le preocupan es la desregulación que existe en cuanto a la venta del CBD.“Si verdaderamente los datos científicos pueden abalar que se trata de una sustancia que puede tener un margen terapéutico favorable que se legisle como tal, pero que no se ponga a disposición de cualquiera. Si tiene propiedades farmaceuticas tiene que venderse en farmacias. Se está comercializando por canales que no son estrictamente farmacológicos ni sanitarios, y eso hace que menores de edad estén llegando al CBD de forma descontrolada”, cuenta el experto.
A Zabala lo que más le preocupa es el tema del porro. “Las propiedades terapéuticas del cannabis no tiene nada que ver con los porros. En España la gente cree que por el hecho de mezclar marihuana con tabaco todos los beneficios que pueda tener el CBD equilibran los del tabaco y hacen que tengamos un producto saludable”.
Existe un vacío legal que, como consecuencia, está generando mensajes erróneos y malos usos. Cuando todo este embrollo se clarifique, ¿se convertirá el CBD en la solución a muchos de nuestros dolores?
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