"Con habilidad, el Malvado utiliza la carne y el mundo como sus acólitos más fieles".
Todavía un año después de lo ocurrido, quienes eran los vecinos de José Enrique Abuín Gey, alias 'El Chicle', el asesino confeso de la joven Diana Quer, tuercen el gesto cuando se pronuncia su nombre, como si el interlocutor estuviese pronunciando un conjuro maldito. Algo similar les está ocurriendo estos días a los habitantes de dos pueblos onubenses al ir conociendo nuevas noticias sobre las atrocidades cometidas por Bernardo Montoya Navarro, el asesino confeso de Laura Luelmo. En El Campillo (Huelva) el dolor está resultando insoportable. En Cortegana, otro pequeño ayuntamiento algo más al norte, los lugareños tuercen el gesto con resignación y con rabia. Ellos ya tuvieron que lidiar con el insoportable regusto de los crímenes de este hombre hace más de veinte años. Las imágenes de 1999 arrojan a la orilla de 2018 la tensión de un pueblo que se alzó en armas contra los asesinatos cometidos por Bernardo y por su hermano Luciano. Las crónicas y los reportajes que quedan de la época exhiben un municipio que les quería fuera, lejos de allí.
Las mismas fechas, tan solo un año de diferencia. El cuerpo de Laura Luelmo se encontró este lunes. Estaba cubierto de matorrales, semidesnudo. Algo similar a la aparición de Diana Quer. La resolución de ambos crímenes ha vuelto a consternar, en plena Navidad, a toda España. Dos desapariciones en dos puntos ciertamente alejados entre sí, cada uno en una esquina de la península; dos implicados con un amplio historial criminal a sus espaldas.
Las similitudes más claras entre ellos son, sin duda, cuatro, y bien diferenciadas: el historial criminal (y su paso por prisión), el vehículo que utilizaban, el rapto como modus operandi y la confesión final del crimen. Hay un quinto elemento que podría ser similitud pero que, por el momento, se trata de una diferencia: el delito de agresión sexual. En el caso de Laura está más claro. En el de El Chicle no tanto. Es lo que marcará la diferencia en si se les condena a prisión permanente revisable.
1. Amplio historial de antecedentes delictivos
Bernardo Montoya entró en prisión por primera vez en el año 1995, tras asesinar en Cortegana a una mujer de 82 años. Sus otros antecedentes: allanamiento, obstrucción a la Justicia, quebrantamiento de condena, robos con violencia. Hasta el 22 de octubre de este año estuvo entrando y saliendo de prisión por diferentes delitos cometidos en permisos penitenciarios. En su mayor medida, asaltos y robos con intimidación.
El Chicle también había pasado por la cárcel, aunque mucho menos tiempo que Montoya. Se lo ahorró al vender a su tío, uno de los miembros del clan de "Os Fanchos", un pequeño clan que distribuía droga en la comarca de Boiro. Al delatar a sus familiares, Abuín se evitó una larga estancia entre rejas. Pero los antecedentes ya estaban ahí.
Existen más detalles coincidentes: los dos contaban con graves antecedentes previos. El primero, presuntamente, agredió sexualmente a la hermana de su mujer. Ante la falta de apoyos en el seno de la familia, que no la creyó, la gemela de la que era su pareja retiró la denuncia, pero los investigadores del caso le otorgan toda credibilidad.
2. Alfa Romeo, el mismo vehículo
El coche que conducía Bernardo (a su nombre o a nombre de otros) lo puso en venta en septiembre un sobrino suyo a través de internet, y un hermano del detenido que vive en Barcelona difundió también el anuncio del mismo coche. El vehículo, de hace 20 años, se vendía por 1.500 euros o menos y en las fotos con las que promocionaba su venta aparecía en buen estado. Se trata de un Alfa Romeo color negro, matrícula de Badajoz BA 5887 AB del año 1998, de gasolina. Éste es el coche, según ha averiguado EL ESPAÑOL. En él se movía por las inmediaciones de El Campillo (Huelva) desde su llegada, dos meses antes del crimen.
Detenido como autor del rapto y del asesinato de Laura Luelmo, su vecina de la casa de enfrente en el pueblo onubense de El Campillo. Fue en este coche en el que Bernardo se marchó a toda prisa de su vivienda el viernes pasado por la noche, el mismo día en que empezó la búsqueda a fondo de la profesora desaparecida dos días antes.
El de El Chicle era un Alfa Romeo gris metalizado. Tenía tres coches. Entre semana, en el día a día, prefería moverse en el Fiat Punto negro o en el Audi A3 azul que se acababa de comprar. El Alfa Romeo gris familiar, con un espacioso maletero, aunque era propiedad de su mujer, lo utilizaba como uno más de sus automóviles, pero era el que tenía reservado para ciertas ocasiones, aquellas en las que salía de casa para los más oscuros propósitos.Es el vehículo con el que perpetró el rapto de Diana en A Pobra do Caramiñal el 22 de agosto de 2016.
El Chicle salió de caza en varias ocasiones, y siempre en ese vehículo. La noche del rapto y asesinato de Diana fue la primera de la que se tiene conocimiento. Ese mismo transporte es el que utilizó el 24 de diciembre de 2017, hace casi un año. Tras la cena de Nochebuena, puso rumbo a Boiro y ya allí fue parando a distintas jóvenes que se iba cruzando en su camino sugiriéndoles que se subieran al automóvil.
Lo volvió a intentar el día de Navidad, y la tragedia se evitó de milagro. A las diez de la noche, abordó por la espalda a una joven de 26 años que iba hablando por teléfono. Cuando la chica estaba a punto de ser introducida a la fuerza en el maletero, dos jóvenes aparecieron en la céntrica plaza de la localidad gallega y le ayudaron a zafarse. Fue el detonante de su detención. La identificación que proporcionaron sirvió para después relacionarle con el asesinato de Diana. Varias jornadas después se le detuvo.
3. La confesión del crimen
Tanto un crimen como el otro están siendo dos semanas con la tensión a flor de piel y con el llanto en los ojos del vecindario. Dos semanas que se están repitiendo como un insufrible eterno retorno. Dos tipos que ya se habían manchado las manos, dos tipos con grave antecedentes. Dos individuos que utilizaban el mismo vehículo, un Alfa Romeo, para cometer sus crímenes.
También ambos cayeron del mismo modo: gracias a la pericia de los investigadores. Ambos criminales han sido doblegados por el mismo equipo de investigadores, en concreto en los exhaustivos y meticulosos interrogatorios. Los agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, en la zona desde el fin de semana, han logrado, en menos de 24 horas, que Bernardo reconociese la autoría del crimen.
Lo consiguen casi un año después de hacer claudicar, precisamente, a El Chicle, tras la larga noche del 30 al 31 de diciembre. El manejo de una excelente presión sobre el criminal resultó crucial en aquel caso y lo ha sido también en este. El Chicle cantó casi 500 días después de que Diana desapareciera. Llevó a los agentes, en la mañana de Nochevieja, hasta el pozo donde estaba el cuerpo de la joven madrileña. Al lugar donde la había llevado maniatada y encerrada en el maletero de su coche. Donde la había arrojado, junto a la casa en la que él mismo creció.
4. El rapto
La autopsia arrojó este martes un dato escalofriante sobre los hechos. Laura desapareció el pasado miércoles, día 12, cuando salió a correr. Sin embargo, el análisis forense ha determinado que no murió hasta dos o tres días después. Todavía no ha trascendido el lugar ni el momento exacto en el que Bernardo acabó con su vida.
Precisamente el pasado viernes, con las labores de búsqueda ya iniciadas, un vecino de El Campillo le observó saliendo de su casa a eso de las ocho y media nueve de la noche. Iba montado, cómo no, en su Alfa Romeo. “Estábamos en la Peña Montera Salvochea y vino mi sobrino diciendo, ‘¡Que se ha ido el gitano!’, y uno de nosotros llamó a la Guardia Civil. Nos enteramos ese día de que tenía antecedentes, cuando empezaron a buscar a Laura. No sabíamos nada de él antes”. Se lo cuenta a EL ESPAÑOL Emilio Rodríguez Pérez, uno de los habitantes de El Campillo, muy cerca de la calle Córdoba, donde se había instalado Laura y donde vivía, desde hacía un par de meses, Bernardo, recién salido de prisión. Se sospecha que ahí todavía estuviese raptada.
Todo esto habla de que la joven profesora zamorana fue raptada cuando salía de su casa para ir a correr. Diana recorría el trayecto inverso: regresaba a su vivienda en A Pobra do Caramiñal (A Coruña) tras pasar la noche con unas amigas en las fiestas del pueblo. A medio camino, El Chicle esperaba en su coche, acechando a quien pasase. A su mujer le dijo que iba a robar gasolina y lo que terminó robando fue la vida de Diana.
5. Una diferencia: la agresión sexual
La autopsia del cuerpo de Laura Luelmo ha determinado ya las peores sospechas: que no murió hasta dos jornadas después de desaparecer. Que sufrió una agresión sexual. Que la muerte fue de características violentas. La autopsia de Diana Quer resultó mucho menos infructuosa: clarificó que había sido estrangulada pero el estado en que se encontraba el cadáver cuando fue hallado, 500 días después de su desaparición, no permitió conocer si existió agresión sexual.
Es un detalle que, todavía hoy, se escapa. Sin embargo, los investigadores nunca han tenido ninguna duda de que ese era el móvil que 'El Chicle' perseguía al raptar a la joven. Este será el detalle que marcará la resolución judicial del proceso contra Abuín. La diferencia trascendental entre si cumple prisión permanente revisable (que es lo que probablemente le espera a Montoya) o si se le condena tan solo por asesinato.
La poeta y religiosa Sor Juana Inés de la Cruz explicaba hace más de 300 años que el mal, en su naturaleza, adopta distintas formas, pero al final el cuento siempre es el mismo. Lo hacía con la frase que inicia este texto. La historia se repite primero como tragedia y después como farsa. Esta vez, la tragedia se ha repetido como tragedia.