Desde hace tres meses, Rubén Sánchez (44 años), periodista, activista y vicepresidente de FACUA-Consumidores en Acción, una asociación dedicada a la defensa de los derechos de los consumidores, está viviendo una de las situaciones más inquietantes y extrañas desde que comenzó a utilizar internet. A finales del mes de septiembre, vio cómo en cuestión de días todo el contenido de uno de sus grupos de Telegram -aplicación similar a Whatsapp-, en el que compartía lo que venía siendo su día a día desde hace dos años con algunos de sus amigos y viceversa, pasaba a ser de dominio público.
Su vida personal, la de sus amigos, la de los hijos de sus amigos, quedó al descubierto y, al mismo tiempo, teñida de mentiras, difamaciones y utilizada en múltiples redes sociales para acosar a diario a los miembros de este grupo de colegas y a sus familias. Un total de 800 megas entre audios, imágenes, vídeos y textos. Pero, ¿cómo pudo suceder algo así? Se preguntarán. A partir de aquí, la historia, posiblemente motivada por una venganza, cobra un matiz de misterio y sospechas.
Para comenzar hay que retroceder cinco años, en 2013. Rubén Sánchez y su pareja Keka Sánchez -una profesora experta en reputación online-, destaparon un fraude que estaba y sigue cometiendo alguien mucho más peligroso de lo que ellos creían, según revela el vicepresidente de FACUA a EL ESPAÑOL. Esta estafa, explica Sánchez, estaba relacionada con Intenet y redes sociales. Pero una vez fue descubierto por ellos, el presunto estafador se obsesionó con ellos de manera enfermiza.
Desde aquel día, esta persona, a la que consideran como "parte del todo" de lo que sucedió después, acosó a ambos día tras día. Se da la circunstancia de que unos meses antes del robo de datos del grupo de Telegram de Rubén, alguien suplantó su identidad para acceder a sus números de teléfono y los de su familia y sus datos de facturación, incluida la lista de contactos con los que hablaban desde sus líneas. Todo con el objetivo de obtener y difundir datos de su vida privada y la de sus amigos. El supuesto cerebro de la estafa ha llegado incluso a insultar y aterrar a ciertas mujeres, que tienen amistad con el activista de FACUA.
Pero, hace tres meses, en la madrugada de septiembre, la historia dio un giro de 180 grados. Una persona, cuya identidad sí conoce el activista Rubén Sánchez -no tiene por qué ser el que se ha mencionado anteriormente-, pero no puede revelar (el Juzgado de Instrucción número 4 de Sevilla está investigando el caso), aprovechó las altas horas de la noche para colarse en el grupo de amigos y hacerse con toda la información que sus víctimas habían compartido desde noviembre de 2016 hasta septiembre de 2018.
"X se ha añadido al grupo"
No era difícil darse cuenta, en ese mismo momento todos vieron "X se ha añadido al grupo" en sus móviles. Y se denunció. Pero nadie conocía a X. En otras apps como Whatsapp, en las que también se pueden crear grupos de amigos, una vez alguien entra en el grupo, empieza de cero, es decir, no puede acceder a los archivos y a las conversaciones que se han tenido previamente, pero en el caso de Telegram sí.
X tenía todos los documentos, pero pasaron varios días hasta que los 12 afectados del grupo de Telegram se dieron cuenta de que varias personas, de manera múltiple empezaron a compartir los contenidos de sus conversaciones en Internet: audios, vídeos, e incluso fotografías de los hijos y nietos de la personas del entorno de Rubén Sánchez. 800 megas de información comenzaban a circular por la selva.
El vicepresidente de FACUA lo admite, él y sus amigos son mayoritariamente de izquierdas y hablar sobre política era un tema recurrente en sus conversaciones. Pero también hablaban de dónde se iban de vacaciones, de los logros de sus hijos, compartían sus fotos, hablaban de si los llevaban al hospital, al parque, etc. Lo que vienen siendo los temas frecuentes que se intercambian entre un grupo de amigos en una aplicación de mensajería instantánea.
Lo peor todavía estaba por llegar. El señor X había hecho llegar esta información a las personas adecuadas, que iban a tergiversar toda esta información, convirtiéndola en mentiras que comenzarían a difundir en las redes sociales. Y al mismo tiempo se también había creado una página web donde estaría el contenido íntegro de toda la información robada.
Los "odiadores habituales" de Rubén
En Twitter, el supuesto delincuente compartió la información con varios de los que suelen ser "odiadores habituales" de Rubén Sánchez. Personas acostumbradas a crear y difundir bulos sobre personas de izquierdas que no tardaron nada en "inventarse que el grupo de Telegram se dedicaba a actividades delictivas", relata Sánchez.
Se trata de perfiles "potentes", de "extrema derecha", que tienen decenas de miles de seguidores y que, desde que recibieron las órdenes del señor X, se han dedicado a lanzar mensajes contra los doce integrantes del grupo, principalmente amenazándoles y acusándoles de falsos delitos. En un determinado momento, incluso se llegó a crear un hashtag en Twitter para que los internautas clicaran sobre él directamente y pudiesen ver todo lo que estos tuiteros decían. Ya no eran solo conocidos suyos los que les insultaban o calumniaban, sino también centenares de perfiles anónimos.
Una de las amigas de Rubén, que también estaba en el grupo de Telegram ya conocido por todos, fue de las más damnificadas. Se publicó su nombre, sus apellidos, su teléfono y su domicilio, incluyendo además una imagen de la fachada en la que vive. Eso hizo que los insultos se triplicaran hacia ella y la increpaban incluso diciéndole: "¡Delincuente!"; "¡Acosadora!".
A Rubén le asusta esta situación, pero más por el hecho de cómo han tergiversado todas las conversaciones. "Se trata de conversaciones totalmente tergiversadas, liderados por perfiles muy potentes de la extrema derecha, que lo que hacen, al final, es crear un contexto de veracidad", cuenta a este diario el periodista. En otras palabras, cuando una mentira se convierte en verdad.
Investigaron a quienes les insultaban en Twitter
Pero este grupo de doce amigos también tomó cartas en el asunto y empezó a investigar la identidad de aquellos que les insultaban por si algún día les llevaban a los tribunales. De hecho, ya con anterioridad habían dedicado tiempo a tratar de conocer la verdadera identidad de gente que les atacaba en redes sociales.
Uno de ellos ya ha sido denunciado. Se trata del perfil en Twitter de @DavidCoronados. El tuitero le dijo que el buen comunista, en referencia a Rubén Sánchez, "es aquel que está muerto con un tiro en la nuca y enterrado en una cuneta" y añadió: "Ya caerás, joputa", junto a la imagen de una pistola.
Tardaron poco en dar con su identidad, en 30 minutos Rubén tenía hasta su DNI. En su red social, encontraron una "colección de fotos donde aseguraba ser un patriota, enamorado de la bandera franquista y la esvástica". La Policía finalmente lo encontró y un tribunal de Sevilla le juzgará.
"Llevamos muchas horas investigando", recalca el activista. Pero ese trabajo ha dado sus frutos. Entre los perfiles anónimos que también difundieron sus conversaciones de Telegram han conseguido dar con las identidades de varios de ellos. También hay varias personas del entorno de Vox y tres que colaboraron con Luis Pineda, el que fuera responsable de la asociación Ausbanc, actualmente en prisión y al que le piden 118 años de cárcel por un delito de organización criminal, 28 de estafa, uno contra la Hacienda Pública y por otro blanqueo de capitales.
El principal investigado por el 'caso Ausbanc' también realizó una campaña "obsesiva" de acoso y difamación contra el vicepresidente de Facua, Rubén Sánchez. "Me presentaba como un acosador de mujeres, como un delincuente a todos los niveles", cuenta el periodista. En alguna ocasión, Pineda incluso llegó a difundir que el matrimonio de Rubén era una tapadera porque él era homosexual. No obstante, el ya ha sido condenado en cuatro ocasiones por difamar a Facua y a su vicepresidente, en concreto, una fue pionera: Pineda fue condenado a tuitear 30 días seguidos el fallo de la sentencia (lo hizo desde la cárcel).
Aunque este grupo de amigos ha intentado investigar al máximo y atar cabos, todavía quedan muchas presuntas por resolver. ¿Quién es el señor X? ¿Quién entró, sustrajo ilícitamente y compartió los contenidos del grupo privado de Telegram? ¿Quién creó la web? ¿Fue la misma persona? ¿Se trata de una venganza? Ahora, le toca al Juzgado de Instrucción número 4 de Sevilla despejar todas las incógnitas.