Más que caer, la lluvia en Galicia a veces parece que habla, que quiere lanzar alguna advertencia, que pretende decirle algo a los de abajo. Es lo que ocurre en Asados (Rianxo), provincia de A Coruña, frente a la antigua nave industrial abandonada a escasos metros del cementerio. Hasta hace poco, en la entrada de este edificio, justo a las puertas de la rampa que conduce al sótano, decenas de velas se acumulaban durante meses en homenaje a una joven madrileña que tenía 18 años cuando desapareció. Su cuerpo fue localizado 500 días después, y extraído de un pozo de agua del interior de ese recinto, ya entonces polvoriento y destartalado. Aquellas velas eran para honrarla, para honrar a Diana Quer. Pero los vecinos pidieron al ayuntamiento hace unos meses que las retirasen. Que se las llevasen de allí.
Igual que esa demanda del vecindario, la intensa lluvia que cae la mañana del miércoles invita al extraño a marcharse de la zona y buscar refugio, alejándose del lugar. Han pasado, exactamente 365 días, y el dolor es demasiado grande como para convivir con él a diario.
Por eso los habitantes de esta pequeña parroquia pidieron que se retirasen las flores y las velas. No quieren más homenajes. Tampoco a visitantes extraños. Solo volver a vivir en paz, para no tener que recordar de nuevo lo que cometió aquel hombre, vecino suyo, en el interior de aquella nave. Hoy, sábado, 29 de diciembre, hace justo un año que cayó José Enrique Abuín Gey, alias 'El Chicle'. Dos días después, en la madrugada del 31 de diciembre, Abuín conducía a los agentes de la Guardia Civil hasta la nave industrial. Allí estaba el cadáver de Diana. Justo donde él mismo lo ocultó.
Aquel tipo fue muchos años atrás un niño más de esa sencilla parroquia. Creció en sus calles; en ellas jugó primero, y trapicheó después. Allí también asesinó a Diana Quer la noche del 22 de agosto de 2016. En ese lugar siguen viviendo sus padres, en la casa de siempre, en la que le engendraron.
Durante 500 días, José Enrique Abuín evitó una y otra vez el cerco de las autoridades. Guardó silencio, siguió con su vida como si nada hubiera ocurrido. Hasta que cayó, presa de sus propios engaños.
Un año después de la resolución del crimen, EL ESPAÑOL regresa al lugar de los hechos para comprobar cómo las piezas del puzle todavía no se han terminado de recolocar. Allí recorremos el itinerario oculto del asesino confeso, y accedemos por primera vez al interior del edificio que el que el cuerpo de Diana permaneció durante 500 días. En Rianxo no olvidan, los progenitores del criminal apenas salen de casa y los vecinos tratan de reconducir sus vidas como pueden en esta humilde y trabajadora parroquia.
1. La entrada secreta a la nave industrial
La nave industrial de Asados está hoy en venta, y cerrada por doquier para evitar miradas curiosas y furtivas. A las diez de la mañana ya ha dejado de llover y la vecina de la casa situada junto a uno de los laterales se acerca a la cancela de la puerta.
-La cerraron por todas partes hace tiempo. Pero hay una entrada aparte, por la parte de atrás. No se ve muy bien, está entre los arbustos detrás de las viñas, rodeada de maleza. Él debió de entrar por ahí.
-¿Es fácil acceder?
-Bueno, hoy por la lluvia vas a tener un poco de fango. Mira, te acompaño, así ya sabes dónde es.
Para acceder a esa entrada secreta a la nave hay que doblar la carretera que hay a la derecha. Justo ahí se abre una pequeña finca con viñedos por los que hay que transitar agachado hasta llegar a la pared trasera del almacén. Es, sin duda, un lugar algo más discreto para acceder al interior, ya que está alejado de las miradas de las casas que rodean la entrada principal de la nave. El suelo permanece húmedo. Los pies prácticamente se hunden entre la maraña de finos troncos de las vides.
Nada que ver con el clima y el aspecto que debía presentar este lugar hace dos años y medio, la madrugada del 22 de agosto de 2016, cuando 'El Chicle' introdujo a Diana en la nave. En esas fechas estivales, el suelo está algo más seco, apenas llueve y la temperatura resulta agradable. Sin embargo, con las viñas repletas de hojas y del preciado fruto, uno puede transitar por debajo y evitar ser visto hasta acceder al interior.
Subiendo un breve y enfangado repecho, se abre un hueco sin puerta que está cubierto de yedra. Al traspasar el umbral, se accede a la primera estancia de la discreta zona trasera de la nave, una habitación sin ventanas, abandonada años atrás, en la que todavía permanecen algunos muebles cubiertos de polvareda, carcomidos por el paso del tiempo. En el suelo se advierte un pozo tapiado con un enorme bloque de piedra.
Tiene una estructura redonda. El hueco es similar al que empleó ‘El Chicle’ para ocultar el cadáver de la joven. En la estancia las ventanas no existen y el aire frío se cuela en el interior. En las paredes, las yedras crecen sin control. Desde este lugar, incluso accediendo a la siguiente estancia, uno puede transitar sin ser visto desde el exterior. Tan solo una casa situada a apenas 2' metros posee unos ventanales desde los que se puede atisbar algún detalle. Pero en aquella ocasión, la del crimen, todo sucedió de noche, bien entrada la madrugada. Y por eso 'El Chicle' tuvo libertad de movimientos en el interior de la nave. Y también en el exterior.
En las siguientes estancias, de nuevo al aire libre, se escucha al fondo el ladrido de algún perro, el martillear matutino del mecánico de la zona y los animales de las granjas cercanas, ya a plena actividad. Por lo demás uno puede caminar entre los escombros del lugar sin ser visto. Sin ser advertido. Sin que nadie pueda a uno localizarle.
La tónica del lugar son los escombros, el óxido y las plantas silvestres medrando por todos los resquicios posibles. Ahí entró José Enrique Abuín la madrugada del 22 de agosto de 2016, con el cadáver de Diana Quer. ‘El Chicle’ le ató varios pesos a los hombros y a la cintura con dos cuerdas y la introdujo en el agua. No volvió a aparecer por allí hasta la madrugada del 31 de diciembre, esposado y doblegado por los agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil.
La siguiente puerta conduce ya a los sótanos, a ese lugar en el que apareció el cadáver de la joven. En ese momento el camino se detiene. La puerta permanece sellada, tapiada y cerrada para siempre por un tablón de madera tan duro y grueso como una placa de acero. En su día abierta, por este lugar accedió Abuín a las profundidades de Asados. Para ocultar allí el cuerpo de una joven y para callar durante los 500 días posteriores.
2. Las mentiras durante la reconstrucción del crimen
A mediados de junio de este año, Abuín fue llevado a A Pobra do Caramiñal (A Coruña) para que realizase la reconstrucción del crimen. Los agentes le dejaron hacer. Él les llevó por donde le convenía. Comenzaron el recorrido en el sendero asfaltado que Diana cogió aquella noche para volver de camino a casa. El lugar en el que él la secuestró antes de asesinarla.
Luego les llevó por donde a él le interesaba. Sin embargo, el recorrido que realizó, según ha podido saber EL ESPAÑOL a través de fuentes cercanas a la investigación, no coincide con los datos que los agentes de la Guardia Civil tenían de los posicionamientos de su teléfono y del de Diana en aquellas horas de la noche.
Es una baza que ‘El Chicle’ quería jugar a su favor, pero que acabará jugando en su contra. Las mentiras durante la reconstrucción del crimen, en la que se incluyó hasta un Alfa Romeo como el que el acusado tenía en el momento de los hechos fueron evidentes a los ojos de los investigadores. Abuín ya no tiene escapatoria.
El que fuera mariscador furtivo, ladrón de gasolina y traficante de poca monta (llegó a esconder kilos y kilos de droga en la casa de sus padres sin que ellos lo supieran) nunca ha reconocido que cometiese una agresión sexual sobre la joven Diana. La autopsia no pudo probarlo. Sin embargo, viendo el proceder de Abuín en otros sucesos en los que ha estado relacionado, los agentes de la investigación siguen sin tener ni la más mínima sombra de duda: ‘El Chicle’ raptó a Diana con intención de aprovecharse sexualmente de ella. Fuera del modo que fuera.
3. Qué fue de los protagonistas
Los hechos acaecidos hace justo un año convulsionaron la actualidad informativa, amplificaron la rabia y la tensión de aquellos días y alteraron por completo la paz de la aldea de Asados, cuyos habitantes comprobaron cómo uno de los suyos – eso sí, como se suele decir por allá, “un bala perdida”- era el lobo que había permanecido oculto tras haber asesinado a Diana Quer. Muchos de aquellos vecinos habían salido año y medio atrás como voluntarios en las infructuosas batidas de búsqueda de Diana. Se registraron los cielos, la tierra y el mar. Pero Diana no aparecía por ninguna parte.
Abuín se encuentra en prisión desde que fuera detenido hace algo más de 365 días. No ha vuelto a salir, aunque a los funcionarios de prisiones les ha dado más de un quebradero de cabeza. Primero, en Teixeiro, al coincidir en prisión con algunos miembros de su familia a los que delató y que pertenecían a un pequeño clan local (Os Fanchos) dedicado a ganarse un dinero con el narcotráfico.
Después, pasó unos meses en A Lama, donde se intercambió distintas misivas con sus familiares. Ahora espera el finn de la instrucción del caso en la cárcel de Mansilla de las Mulas (León) a donde lo enviaron para alejarlo de Galicia “por motivos de seguridad”.
Cuentan en Rianxo que su mujer, Rosario Rodríguez Fraga, ha rehecho ya su vida. Que ha pasado ya página. Cuando detuvieron a su marido, ella fue también esposada como encubridora. Después reconoció que no tenía ni idea de dónde había estado su marido la noche del crimen. Ese fue el desencadenante que hizo que 'El Chicle' confesara. Pronto fue descartada como colaboradora necesaria en el crimen.
Hace seis meses, a mediados de junio de este año, le pidió el divorcio al que era su marido desde que tenía 16 años. Un año después de la boda, ‘El Chicle’ presuntamente violó a la hermana gemela de Rosario. La joven tan solo tenía 17 años. En la denuncia se explicó cómo su estrategia fue la que años después empleó para secuestrar a Diana y en otros intentos de rapto. La metió en el maletero, la llevó a un bosque cercano y allí la violó. Luego la amenazó con matarla si contaba algo de lo sucedido.
Los padres de la joven asesinada, Juan Carlos y Diana, han emprendido este año, una cruzada por toda España con el fin de que el crimen de su hija no quede impune. Han encabezado manifestaciones, han solicitado para el asesino confeso la prisión permanente revisable. Para que nada de lo ocurrido vuelva a suceder.
4. Abuín, un nombre maldito desde hace 600 años
Si hay un nombre repetido en el concello de Rianxo, ese es Abuín. Pocos hay en la zona cuya familia no tenga alguien que se apellide así. Allí se sabe también que es, desde hace siglos, un nombre maldito. Cuenta la leyenda local que en la aldea rianxeira de ese nombre hay escondido un tesoro que nadie nunca llegó a desenterrar. Nadie recomienda a los extraños adentrarse en el lugar por la calzada de piedra que guía al viajero hasta allí, hasta un lugar compuesto tan solo por cinco casas que está hoy abandonado. Un camino olvidado que no lleva a ningún sitio.
El hechizo de ese supuesto tesoro oculto por una familia llevó a la aldea a desaparecer. Otra versión habla del saqueo al monasterio de Armenteira como el causante de la desaparición de los vecinos de Abuín. Muchos dicen que cayó sobre ellos el hechizo de las brujas, y así se terminó la vida en aquel lugar.
La leyenda la glosó Castelao, el intelectual y escritor gallego, también vecino de Rianxo, en Cousas, concretamente en su cuento Camiño Esquecido (Camino Olvidado). La única certeza es que buena parte de los habitantes del lugar marcharon de allí ante la repentina muerte de algunos de sus vecinos.
Pero hay una explicación racional a toda esa tragedia, y es la llegada de la peste a la ría de Arousa, entre los siglos XIV y XV. Aquella enfermedad asoló Europa: llegó a causar 25 millones de muertos en todo el continente. Galicia no fue menos. Con el paso del tiempo, a aquella realidad se le buscó la explicación esotérica. Se creyó que sobre aquellas gentes había caído una suerte de plaga egipcia. No hubo vuelta atrás. Abuín pasó a convertirse en un nombre maldito tras aquel presunto castigo divino.
Siglos después, Abuín sigue siendo el sinónimo de la peste.