La “pesadilla”, cuenta Carolina, comenzó al escuchar el motor de un helicóptero sobrevolando el pueblo. Luego llegó la noticia. “Se ha caído un niño chico dentro de un pozo en una finca de ahí arriba”. Era la frase que el pasado domingo empezó a correr como la pólvora por las tertulias de bar de Totalán y por los grupos de Whatsapp de los alrededor de 800 vecinos de este pueblo situado a 22 kilómetros de Málaga.
José, un hombre de 73 años, dice que desde entonces nada es lo mismo aquí. “No comemos, no dormimos, no vivimos. Parece mentira, pero es como si Julen fuera algo nuestro”.
Totalán es un pueblo de la Axarquía malagueña. Seco, porque escasean las lluvias, y abrupto, pese a estar a unos 6 kilómetros en línea recta del mar. Por eso proliferan en los alrededores almendros, olivos y algarrobos, árboles de secano que crecen en climas mediterráneos como este.
El agua subterránea aquí es un bien muy preciado para el cultivo de aguacates y mangos, de ahí que en muchas fincas de los alrededores se abran pozos, algunos de ellos ilegales. En Totalán cuentan que sale más barato pagar la multa que pedir autorización. La prospección de uno pozo de unos 100 metros, como al que cayó Julen, no suele llevar más de un par de días.
En caso de que no se encuentre agua mediante los trabajos de perforación, la empresa que la ha hecho suele obstruir el orificio con una piedra o con un tapón a presión al terminar. En cambio, si la prospección es positiva, a la cavidad se le coloca una arqueta sellada en su parte superior.
Un pozo sin agua
En el pozo en el que se encuentra Julen no había agua. El pocero que lo hizo, Antonio, no “alumbró” pese a superar los 100 metros de perforación. La Junta de Andalucía ha confirmado que los trabajos carecían de permisos. El hombre explicó a este periódico que no entendía cómo el niño pudo deslizarse por su interior si él echó una piedra dentro.
Este jueves, a partir de las dos de la tarde, se cumple el quinto día de búsqueda de Julen. Los equipos de rescate se afanan ahora en abrir un pozo paralelo al principal. Es la opción más viable para los técnicos.
El orificio se abrirá en una zona de tierra situada a 30 metros por debajo del que alberga al niño y tendrá una profundidad de 50 metros [de 80 acumulada]. Luego, unos mineros asturianos unirán los dos pozos mediante una galería lateral de unos cuatro metros.
El artista que cantó ‘Soy minero’
Se da la coincidencia de que el vecino más célebre de Totalán fue un artista cuya canción más conocida hablaba de los mineros. Es el difunto Antonio Molina. Una estatua en la plaza del pueblo lo recuerda. “Yo no maldigo mi suerte / porque minero nací. /Aunque me ronde la muerte, no tengo miedo a morir (...) Bajo a la mina cantando / porque sé que en el altar / mi madre queda rezando”.
Carolina acaba de colgar la jaula de su canario en una pared en mitad de la calle. Lo saca fuera de su casa para que le dé el sol. La mujer, abuela de un niño de la misma edad que Julen -dos años y medio- a duras penas consigue contener el llanto. “Es una pena muy grande. El pueblo está triste. Los vecinos estamos tristes. ¡Lo que tienen que estar pasando esos padres!”, dice la mujer con los ojos llorosos.
Totalán se ha vuelto a despertar hoy envuelto envuelto en un manto de pena. Por las calles, en los bares, en las farmacias, en los corrillos de los vecinos no se escucha otra cosa que no sea lo que está sucediendo ahí arriba, a la salida del pueblo por la carretera hacia Málaga, en el interior de una montaña que recordarán por siempre.
Ana, una anciana de 88 años y pelo cano, vuelve a su casa después de comprar el pan en el obrador del pueblo. La mujer vive sola. Desde el pasado domingo lleva al pequeño Julen en todas sus plegarias. “Anoche me acosté rezando por ese niño. Hoy, al levantarme, es lo primero que he hecho. Sólo dios sabe lo que va a pasar con él”.
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