En condiciones normales, suele reconocer el ingeniero de Caminos Ángel García Vidal, la obra necesaria para rescatar a Julen llevaría varios meses de estudios previos y trabajos de ejecución. García Vidal es el jefe del equipo técnico que coordina los trabajos en la montaña donde se encuentra el pozo al que cayó un niño de dos años y medio.
Ocurrió el domingo 13 de enero. Hace diez días. Desde entonces, por el camino se ha constatado que la tarea del rescate es un reto casi inabordable. “Una situación extrema e inédita”, en palabras del delegado del Gobierno de Andalucía, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, que la tarde de ayer visitó las obras.
Varios expertos consultados por EL ESPAÑOL coinciden en que dicho reto sólo se ha asumido por una razón: hay un niño que entregar a sus padres, José y Victoria. Los progenitores del menor no se han separado en todo este tiempo de Totalán, el pueblo malagueño donde se ha puesto en marcha una gran obra civil que lucha contra el reloj. La pareja sigue esperanzada en encontrar al pequeño con vida.
Este miércoles, hacia las 6.00 horas, la perforadora ha terminado de reperfilar el pozo vertical y se han iniciado los trabajos de limpieza del interior de este túnel para comenzar a entubar de nuevo el hueco.
“Un reto inasumible salvo porque es un crío”
“La realidad se ha revelado más tozuda que las ganas de los técnicos, es evidente. Se enfrentan a un coloso sólo por una razón que tiene el rostro y el nombre de Julen”, dice el presidente de la Federación Andaluza de Espeleología, José Antonio Berrocal.
Manuel Regueiro, presidente del Colegio de Geólogos de España, explica que en esta última semana y media de tareas de rescate los equipos técnicos se han visto sobrepasados por las condiciones tan adversas a las que se enfrentan. “Todos los problemas vienen del conocimiento tan superficial e insuficiente que tienen del terreno”, señala.
“Están lidiando con un terreno endiablado”, apunta el ingeniero de Caminos Felipe Mendaña, uno de los mayores expertos en túneles de España y reconocido a nivel internacional. “Si no hubiera una persona dentro, se abandona la idea al segundo. Si fuera un objeto o el animal más preciado del planeta, nadie pensaría en rescatarlo. Es un reto inasumible salvo porque ahí abajo hay un crío”.
Los plazos incumplidos
La noche del pasado lunes, cuando el reloj marcaba las 22.20 horas, el ingeniero de Caminos Ángel García, que coordina al equipo técnico que trata de rescatar a Julen, comparecía ante los medios de comunicación en una carpa instalada junto al tanatorio de Totalán. Estaba solo, sin el respaldo de ninguna autoridad política.
Pero Ángel García traía buenas noticias. Al menos en ese momento. La perforación del pozo vertical paralelo al que se encuentra el niño había terminado. Explicó que en un plazo de unas 14 horas, tras el encamisado de la cavidad con diez tubos de acero soldado de seis metros cada uno, los mineros podrían acceder al interior. Ya sólo restaba la parte final de los trabajos, que se haría a mano: abrir una galería perpendicular por la que conectar con el orificio al que cayó el menor.
Ángel García, visiblemente cansado, se mostró “satisfecho” con el resultado final de la perforación. Dijo que el encamisado del pozo sería ágil, que se trataba de un proceso que no debía traer complicaciones. El ingeniero aseguró que a lo largo de la mañana del martes los mineros podrían empezar a realizar su trabajo.
Pero ayer, a las 12 de la mañana, la realidad se rebeló una vez más contra los plazos de García Vidal. La Subdelegación del Gobierno en Málaga enviaba una breve nota a los periodistas que cubren las tareas de rescate.
“Tras superar los 40 metros de profundidad [de encamisado] los tubos no sobrepasan esa cota, y ante el riesgo de que puedan quedar atascados, se ha decidido sacarlos para preservarlos en perfecto estado. Se han barajado varias opciones para reconducir la situación y se ha optado por la más segura: se rellenará el pozo con tierra fina y se volverá a perforar con un engrosamiento un poco mayor. No es posible dar una estimación de tiempo. La maniobra ya ha comenzado”.
Intervención sin preguntas de los periodistas
Por la noche, el propio ingeniero comparecía ante los medios de comunicación acompañado por el delegado de Gobierno. Fue una intervención sin que los periodistas tuvieran tiempo de preguntas. Fue la primera vez que esto sucedía desde que Julen cayó al pozo. Hasta el momento, cada autoridad o persona con responsabilidad en el rescate que hablaba ante la prensa respondía a las cuestiones de los reporteros.
Pero ayer, con un desagradable aire que azotaba la carpa donde comparecía, Ángel García se ciñó a decir que habían procedido a rectificar el pozo con una nueva perforación que debía llevarse a cabo tras rellenarlo previamente con arena fina. El ingeniero ya no habló de plazos. Cuando terminó su alocución, se marchó junto al delegado.
Finalmente, dichos trabajos de reacondicionamiento de la perforación acabaron a última hora de la noche de ayer. Si no surge ningún nuevo contratiempo, los rescatadores intentarán llegar a lo largo de este miércoles hasta el pequeño, aunque la galería de cuatro metros que han de excavar para unir su pozo con el de Julen les podría llevar alrededor de 24 horas.
Las prisas por la presión del contexto
El ingeniero de Caminos Felipe Mendaña explica por qué se pudo producir ese nuevo retraso en las labores de rescate y descarga de responsabilidad a los ingenieros. “Es un error fruto de las prisas. No se trata de un error de apreciación. Se toman decisiones que, con otros tiempos, quizás serían otras".
Mendaña cuenta qué se ha buscado con la nueva perforación. "La tierra que rodea el pozo de los mineros se pudo retraer, encoger. Es algo que suele suceder en perforaciones de ese tipo. Ahora, con la nueva perforación, se puede ganar muy poco diámetro, entre 2 y 4 milímetros de radio, pero seguro que es lo justo para que el encamisado no sufra frenos”.
Hasta Totalán se han desplazado periodistas procedentes de numerosos países. El foco se ha puesto sobre quienes tratar de rescatar a Julen. Anoche, en la soledad del interior de un vehículo de la Guardia Civil, el delegado del Gobierno, Gómez de Celis, bebió agua nada más comparecer ante los medios. Su cara era el reflejo de una situación en la que la angustia se ha apropiado de todo lo que rodea a la finca en la que está Julen.