El domingo 13 de enero, unos minutos antes de las dos de la tarde, un niño de dos años y medio juega cerca de un pozo con una niña algo mayor que él. La madre de la chiquilla es prima del padre del menor. El niño se llama Julen. Vive con sus progenitores en El Palo, un barrio al este de Málaga. Julen y sus padres, José Roselló y Victoria García, de 29 años, han venido en coche hasta una finca a las afueras de Totalán, un pueblo en mitad de la sierra a 20 minutos en coche de su casa. 

La finca pertenece a David, el novio de la prima de José. Ambos hombres son amigos. Acompañados de sus respectivas parejas e hijos, se disponen a hacer una paella. Es el relato que darán poco después ante la Guardia Civil. A las 13.57 horas, una senderista que camina cerca de la zona llama a Emergencias 112. "Un niño ha caído por un agujero pequeño, de unos 40 centímetros de diámetro. Hace falta un rescate. La madre está llorando y gritando”. Comienza una pesadilla que durará 13 días [hasta que a la 1 de la mañana de este sábado los mineros encuentren el cadáver del niño en el pozo].

David, el dueño de la finca, apoya su cabeza sobre el hombro del padre de Julen, que viste un abrigo gris Marcos Moreno

 

Cuando la Guardia Civil y los servicios de emergencias llegan a la zona comprueban que la cavidad es aún más estrecha. Mide en torno a 23 centímetros. El padre les cuenta que, tras ver caer a Julen, metió sus brazos en el orificio y que rozó las manos de Julen mientras caía. El dueño, David, les cuenta que él es el propietario.

Ese mismo domingo, Antonio Sánchez, dueño de Triben, la empresa que realizó la perforación del pozo, se presentó en la finca. Allí contó ante la Guardia Civil que cuando abrió la cavidad, a mediados de diciembre, luego selló el pozo

Al día siguiente, cuando España ya miraba con atención una finca que se había convertido en maldita, repitió lo mismo. Pero Antonio añadió algo más: afirmó a EL ESPAÑOL que él no había abierto la zanja circular de varios metros de diámetro que había en torno al pozo. Alguien, según él, había abierto una especie de cráter.

Antonio Sánchez Gámez, el empresario responsable del pozo. Marcos Moreno

Días más tarde, mientras las retroexcavadoras mordían a toda velocidad la montaña para abrir un pozo vertical paralelo al de Julen, se supo que el caso Julen ya estaba en manos de la Justicia. El Juzgado de Instrucción número 9 de Málaga abría diligencias para conocer las circunstancias exactas en las que Julen cayó al pozo. Paralelamente se conocía que la obra carecía de permisos. 

La Guardia Civil volvió a interrogar al pocero y a los cuatro adultos que había en la finca. El empresario insistió. Dijo que él selló el pozo. Los familiares del niño aseguraron que lo dejó abierto.

TODAS LAS INCÓGNITAS POR RESOLVER 

Ahora, con el cadáver de un niño recién hallado en el interior de una montaña, la Justicia ha de investigar cómo un menor de 11 kilos pudo escurrirse hasta unos 73 metros de profundidad de un pozo que, cuando se realizó la perforación, no alumbró agua pese a llegar hasta los 107 metros. También se habrá de concretar cómo Julen pudo quedarse taponado. Son numerosas las cuestiones que surgen: ¿La tierra que quedó bajo sus pies era, en realidad, los escombros que resultaron de la extracción de tierra a causa de la perforación? En caso de que sea así y de que el dueño de la empresa perforadora sellara el pozo con una piedra, ¿quién la retiró? ¿quién echó los escombros dentro? 

La finca donde cayó Julen es de carácter rústico. Se desconoce cuándo la compró David, pareja de la prima de José Roselló. Los terrenos corresponden con las parcelas catastral 32 y 33 del polígono 2 de Totalán. Dentro de su perímetro no se puede edificiar ni obrar. La zona en la que se enclava se denomina Cerro de la Corona y en algunas partes presenta pendientes superiores al 30%.

Gracias al satélite Sentinel 2 de la Agencia Espacial Europa se puede observar los cambios del terreno en los últimos 12 meses. El 3 de junio de 2018 se observa que se ha construido una pequeña casa de techo blanco y una sola planta. Mide alrededor de 50 metros cuadrados. El 30 de noviembre de 2018 se produce un movimiento de tierra próximo a la edificación blanca. La superficie de la explanación es de unos 125 metros cuadrados. Toda esa construcción queda engullida cuando las máquinas del dispositivo de rescate de Julen mueven toneladas de tierra sin cesar.

El 3 de junio de 2018 se aprecia una carpa o nave prefabricada de unos 50 m2 de superficie E.E.

Tras permitir que los mineros liberaran a Julen, ahora la montaña tiene varias preguntas que responder. La principal, cómo el niño cayó al interior de un pozo si el hombre que lo abrió dice que lo dejó sellado pero su familia sostiene lo contrario. Sólo la maldita finca lo sabe.