David Serrano, primo de los padres de Julen y dueño de la finca, en rueda de prensa, se ha derrumbado. "Jamás pensé que por allí cabía un niño; nunca me lo perdonaré", ha lamentado. En su comparecencia ha ratificado, además, que el pocero no tapó el agujero por el que cayó el pequeño de dos años. Y él, después, lo intentó. De hecho, el día de la tragedia, avisó de que había peligro, que alguien podía meter el pie sin querer y hacerse daño. En ningún caso que se tratara de una trampa mortal.
Antonio, el pocero, quedó con David Serrano en que si la prospección era negativa (no tenía agua), le cobraría 12 euros (se entiende que por metro); y que si era positiva, le costaría 27. "Cuando él terminó, yo llamé a un amigo que tenía una máquina para que me retirara la arena que me dejó él en el pozo. Yo tenía allí material para hacer un muro de contención y taparlo con hormigón", ha reconocido en rueda de prensa, entre lágrimas.
Después, llegó el día de la desgracia. Él, junto a los padres de Julen, quedó en que fueran a la finca para comer. Llegaron alrededor de las 13:00 horas allí. "Yo estaba haciendo fuego y advertí del peligro que había. Lo que nunca imaginé es que nadie se pudiera meter por ahí; jamás pensé que entrara un niño. Eso nunca me lo voy a perdonar". Los niños, ha seguido, estaban jugando. "Y, de pronto, yo escuché voces aterradoras. Me dirigí donde estaban todos y vi que el niño se había escurrido entre los dos bloques y había desaparecido", ha explicado.
Desde ese día, ha lamentado, todo le da igual. "Lo que pase o lo que no pase... Mira, yo tengo una niña de dos años pequeñita que se encontraba con Julen jugando. Cayó él, pero también podía haber sido mi hija. No me voy a perdonar que no haya visto el peligro", ha terminado, antes de marcharse entre lágrimas, pidiendo disculpas, y dejando a sus abogados dando más explicaciones.
Su relato complementa el de los padres de Julen, que en declaraciones a la Guardia Civil, contaron cómo les sorprendió la caída del pequeño. Ellos, al igual que David, estaban a lo suyo. José, su padre, haciendo la comida. Vio cómo su hijo corría por la zanja hacia la esquina y vio cómo caía al agujero. "Escuché a mi hijo llorar durante 30 segundos", reconoció. Después, se puso a quitar las piedras que había alrededor para que no cayera nada mientras le hablaba para tranquilizarlo.
El pocero, sin embargo, tiene una versión distinta a la de la familia del niño. Él reconoció, en una conversación con la Guardia Civil, que había tapado la boca del pozo con una piedra de 15 kilos. "Yo lo dejé así. Quitaron todo el material que había, 7.000 metros cúbicos de tierra". Y el maquinista, a su vez, desveló cómo dejó el pozo al irse: "Tras quitar la arena, se veía el agujero del pozo a ras de suelo. Al irme de la parcela, vi cómo se ponían con el pie unas piedras que había en la zanja".
Las versiones, por tanto, son distintas. Verdad o no, todos tratan de eludir el delito de homicidio imprudente.