Juanjo no podía más. En su biografía de Twitter se describía como un "condenado al desastre". La enfermedad grave que sufría le estaba matando poco a poco. La situación tampoco mejoraba por el mal comportamiento de sus dos hijos. Las amenazas que sufría por parte de los pequeños le consumían anímicamente. "Ten cuidado al salir no te vayan a clavar un cuchillo" eran algunas de las horribles frases que los niños proferían a su padre, según ha confirmado a EL ESPAÑOL la abogada del mallorquín. El padre, desesperado, le pidió a los juzgados de Primera Instancia de Palma que le retirasen la patria potestad. Estos denegaron su petición. Juanjo no pudo con la Justicia, ni tampoco con la enfermedad. El pasado noviembre el mallorquín falleció en Palma.
Enfermedad rara
La enfermedad de Andrade es una patología neurodegenerativa rara, invalidente y letal que afecta a 8.000 personas en el mundo. Juanjo era una de ellas. Tuvo que dejar el trabajo y vivía en Palma gracias a una pensión. Era un apasionado a la música heavy metal , a la serie The Walking Dead. La vida le dio una alegría cuando tuvo dos hijos con Catalina, la que entonces era su mujer. "Como me gusta inculcar la lectura a mis hijos", publicó en unared social hace unos años. Se refería a ellos como "sus dos fenómenos".
El matrimonio con Catalina no salió como esperaban. Se divorciaron en 2009, cuando los pequeños tenían cerca de 10 años. Juan pudo rehacer su vida y se volvió a casar, pero la enfermedad le iba comiendo muy poco a poco. Ambos acordaron que la madre se quedaría con la custodia de los menores ya que para el mallorquín no le era fácil cuidar de ellos por la enfermedad. Sin embargo, él les siguió viendo muy asiduamente. A veces demasiado.
El año pasado, Juanjo fue preocupado a hablar con una abogada de un despacho de Palma porque sentía que no podía lidiar con la situación. Sufría amenazas de muerte por parte de sus hijos - que entonces tenían 14 y 17 años - e incluso le llamaban "cabrón" e "imbécil". La abogada al principio dudó de la veracidad de la historia, pero al final entendió la gravedad del asunto. Según cuenta la letrada a este periódico, los hijos pasaban más tiempo del que deberían en casa de Juanjo ya que la madre "se desentendió totalmente". Juan expresó en su declaración que Catalina "no los quiere ni en su casa". Al final la abuela materna y él eran quienes más se ocupaban de los pequeños.
"Muy maltratado por sus hijos"
Los niños tampoco iban al colegio. El padre insistía y ellos hacían oídos sordos a sus exigencias. La abogada expresó que Juan estaba "muy maltratado por sus hijos". Al absentismo escolar también se le sumaban los “partes médicos de intoxicaciones por consumo de drogas por los menores”, como dice la sentencia a la que ha tenido acceso este periódico.
Juanjo dio todas estas razones al juzgado de Primera Instancia de Palma y presentó una demanda de modificación de medidas de divorcio solicitando que se procediese a “aceptar la renuncia a la patria potestad y que se extinguiese la pensión de alimentos”.
Los magistrados le denegaron la petición y le recordaron que "no era un derecho renunciable". También añadieron que “por derecho natural, corresponde a quienes han asumido la decisión de procrear a un hijo". Este supuesto, según subrayaron los jueces, sí podría tenerse en cuenta, si el progenitor no se encontrase en las "condiciones naturales y jurídicas de valerse por sí mismo”.
El mallorquín lo intentó otra vez. Interpuso un recurso de apelación a la Audiencia Provincial de Palma. El fallo de los jueces se lo volvió a dejar claro y confirmó la sentencia inicial “en todos sus extremos”.
Al terminar los procesos legales, la Fiscalía y los servicios de protección de menores estudiaron la situación de los adolescentes y decidieron llevarles a un centro de menores.
Este cambio dotó a la vida de Juan de una mayor tranquilidad. Pero le entristeció aún más. Él siempre quiso lo mejor para sus pequeños, pero "por su enfermedad no pudo llevarles por el buen camino" ha confesado la abogada. Cinco meses después de la sentencia, Juanjo fallecía en Palma y, con ello, también lo hacía la patria potestad a la que tanto le costó renunciar. La condena
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