Dolores Alonso Román, de 74 años, siempre prefirió que le llamasen Lola. Le parecía que era un apodo que combinaba mejor con su forma de ser: alegre. Tuvo cuatro hijos con su marido, Juan Jesús Almécija, y siempre que podía les juntaba a todos para dar un paseo o disfrutar de una buena tarde de barbacoa bajo el sol. Las que jamás podían faltar a la cita eran sus nietas. Tenía muchas ganas de verlas crecer, pero no va a ser así. La vida tenía otros planes para Lola. Este martes la alegre anciana fallecía en la sala de espera de un hospital en Almería tras pasar dos horas y media postrada en una camilla sin ser atendida.
Todo empezó el pasado noviembre cuando empezó a sentirse muy débil. Tenía problemas para respirar, tampoco podía andar bien y no metabolizaba bien los medicamentos. Su familia decidió que lo mejor era que se instalase durante un tiempo en una residencia de ancianos junto a Juan Jesús. Escogieron una en el pueblo Los Álamos. Pensaron que allí recibiría más atención ya que todos sus hijos se pasaban el día trabajando. Confiaban en que saldría de allí mejor de como entró.
Este sábado la anciana empezó a encontrarse muy mal. Los trabajadores de la residencia confirmaron que le había dado una bajada de azúcar bastante fuerte. Los días pasaban y Lola seguía igual. Este martes la enferma empezó a tener problemas respiratorios y no contestaba ni reaccionaba. Según ha explicado a EL ESPAÑOL uno de los hijos de la anciana, Juan Almécija Alonso, no reaccionaba ni contestaba, pero su marido "no se preocupó porque pensaba que estaba dormida", expresa el hijo.
Invisibles
A las 11:30 el personal sanitario de una ambulancia la trasladó al Hospital Torrecárdenas, en Almería, en camilla. Con ella iba su inseparable Juan Jesús. La pareja pensaba que los dolores se pasarían rápido. Llegaron a la sala de espera de Urgencias, donde no tenían previsto pasar mucho tiempo. El tiempo pasaba y nadie les atendía. Lo único que pasó fue el protocolo de intervención donde el personal de enfermería le asignó el nivel de prioridad dos por insuficiencia respiratoria. El uno únicamente es concedido a quienes tienen riesgo de perder la vida.
“Mamá no se mueve. No respira”
Media hora, una hora, dos horas… Nada. Lola seguía postrada en la camilla con los ojos cerrados junto a su marido. Nada más salir de trabajar su otra hija, Ana, fue corriendo al centro hospitalario junto a sus padres. “Mamá no se mueve. No respira”, expresó agobiada a su padre mientras tocaba la zona del abdomen a la anciana. Poco después los médicos confirmaban lo que ella sospechaba: Lola había fallecido. Eran las dos de la tarde y la ya difunta llevaba dos horas y media esperando algún tipo de ayuda, pero esta nunca llegó.
La Delegación Provincial de Salud ha confirmado a La Voz de Almería que ningún médico de Urgencias atendió a la paciente, pero no han especificado el tiempo que Lola pasó en la sala de espera. Sin embargo, el personal sanitario del Hospital Torrecárdenas han confirmado que los pacientes a los que se les asigna el segundo nivel de atención en el servicio de Urgencias no suelen esperar más de 30 minutos. Solamente en situaciones de colapso, como habría ocurrido en este caso, tal y como han explicado los facultativos a la familia de la fallecida.
"No queremos dinero. Solo pedimos que no vuelva a ocurrir”
Horas después de lo ocurrido, Ana fue a la Ciudad de la Justicia para denunciar al centro hospitalario por una presunta negligencia médica. “Los médicos nos han dicho que no han podido ver a mi madre porque están saturados y que no tienen medios, pero no hay derecho, mi madre ha muerto y quizás podría seguir viva si hubiera sido atendida”, expresa. Aún con lágrimas en la cara, Ana interpuso la denuncia en el Juzgado de Instrucción número 5 de Almería.
“El director del hospital ha dado la cara y ha reconocido que ha habido una negligencia médica y que vamos a recibir una indemnización”. “No queremos dinero. Lo único que pedimos es que cambien las cosas. Que no vuelva a ocurrir”, ha sentenciado durante una conversación telefónica a este diario.