Como si fuera una especie de ente que todo lo toca, no se puede llevar una vida relativamente normal sin estar tropezando constantemente con Rosalía. Está en las conversaciones, que si Con altura no es tan buena y es que la apropiación cultural no sé qué. Está en el móvil, en la tele, en las tiendas. Por estar, está hasta en la parada del autobús con esas chicas que esperan en chándal de terciopelo y zapatillas blancas con una suela gorda.
A sus 25 años tiene tanto construido sobre su espalda que hay tipos de veintipocos años que dicen “Yo ya la escuchaba en Los Ángeles”, como puristas, no como si hubiera sacado el primero de los dos discos que tiene en 2017. Lo cierto es que ella es el fenómeno, la niña de los ojos de la industria cultural y, sobre todo, del márketing. Y aunque muchos piensan en Malamente -tra, tra- como su DNI musical, su carrera tiene mucho, o eso parece a simple vista, de las cajas registradoras que suenan al principio de Money, de Pink Floyd.
Rosalía es toda una maquinaria en la que hay muchos engranajes, algunos más pequeños y otros más grandes, que al final hacen funcionar lo que hay detrás de esa voz y rostro dulces que derrochan actitud por las suturas. Ella es la venta de discos, las colaboraciones con artistas extranjeros, la fama internacional, su contrato con la discográfica Sony. Todo eso va generando, y muchas veces también restando, dinero al compás de la industria a la que pertenece para que al final todos piensen en ella como la artista que indudablemente ha ocupado el centro del tablero.
EL ESPAÑOL ha consultado a personas que forman parte de esa enorme maquinaria. Desde Los del Río hasta José Emilio Berry, ex mánager de Paco de Lucía, han conversado con este diario para desgranar la empresa que hay detrás de esas uñas de gel y esa revolución que no tiene un precedente al que parecerse.
Los conciertos, el grueso de los beneficios
A pesar de que, eso, Rosalía sólo lleva dos discos a sus espaldas, ya se podría hablar de al menos dos etapas en su carrera. Hay un antes, que es cuando sacó Los Ángeles, y hay un después con El mal querer. En sus inicios, todavía alejada del flamenquillo-trap que lleva ahora, comenzó a abonar el terreno para lo que se está viviendo ahora. Aunque no hay que desdeñar. En su primer álbum tuvo más de 14 millones de reproducciones en Spotify y ya asomaba la cabeza en las cabeceras de prensa.
El punto de inflexión fue a mediados del año pasado, entre que publicó Malamente a finales de mayo y el concierto que dió el 31 de octubre para presentar el disco en el que iban los singles que había sacado antes. Desde ese momento, sus apariciones en los escenarios han ido a cuentagotas, como sabiendo los beneficioso que es para ella andar reposando, dejando que el producto macere. Pero, ahora ya sí, va con todo, iniciando una gira con 23 fechas.
Más allá de la promoción y de las reproducciones de los singles, aquí es donde puede radicar el grueso del año de oro que seguramente se acabe marcando. “Los conciertos son lo que más beneficios puede proporcionar a un artista”, reconoce Luis Cobos. Él es el presidente de la entidad de Artistas Intérpretes o Ejecutantes, pero además ha participado, como compositor, en trabajos de gente como Orquesta Mondragón o Mecano y ha compuesto para Joaquín Sabina, Julio Iglesias, Isabel Pantoja y un etcétera que parece el catálogo de una discográfica.
En ese sentido, todo parece atado ya que la artista catalana se ha embarcado en una gira intensa. Eso sí, Cobos advierte: “La popularidad que ha adquirido puede dar una idea muy distorsionada. Entre la discográfica y la empresa de management, al artista le puede acabar llegando el 20 por ciento de lo que genera en realidad”. “También hay que tener en cuenta que cuando nace y se empieza a consolidar un artista, muchos de los conciertos que se dan no son a beneficio sino a inversión, como desarrollo y aprovechar para estar presente donde no se ha estado”, añade Cobos. “Esto se hace para que los beneficios se reporten luego”, dice.
“Ella se ha pagado viajes a América -sigue contando Cobos- que le sirven para ver si tiene lugar. Son cosas que se hacen para ver donde está tu sitio”. “El caso de Rosalía es uno extraordinario, porque está visualizando un género que está bien entroncado con los géneros de moda y en el futuro va a reclamar más tiempo”, añade. “Eso sí, si no hay una buena inversión y un plan internacional, le habría costado mucho más”.
El compositor cree, como casi todos con los que ha hablado este diario, que no todos, que se trata de una apuesta segura. “Ella es una artista con muchísimo talento y se ve que conoce los mimbres de los aspectos del negocio”, comenta. “Ella va a contribuir a que ese aspecto del flamenco, el que hace, se expanda y va a dar lugar a otros muchos”, adviene. Y sería una excepción. “Del mundo artístico español, que es del que puedo hablar, no hay ni un 20 por ciento de los artistas que vivan de su trabajo. Hay una masa de gente popular y con buen nombre que se las ve y se las desea para llegar a ese equilibrio”, asegura Cobos.
Medio millón por un bolo
El debate de cuánto gana por concierto, y ya de paso si es legítimo saberlo, un artista como Rosalía saltó la semana pasada después de que el alcalde de Valladolid, Óscar Puente, comunicara por una red social que la catalana pedía 500.000 euros por actuar en la ciudad. Esta cifra dista mucho de la que cobró C. Tangana por el mismo concierto: 25.000 euros a los que habría que añadirle el IVA.
Ambas cifras distan mucho, a pesar de que el artista masculino también acumula escuchas y visitas de vértigo. Esto podría deberse a una estrategia que se utiliza habitualmente en el sector. Cuando a un cantante no le apetece dar un concierto, en vez de decir que no y cerrar puertas a las que es posible que más tarde tenga que volver a picar, lo que se hace es hinchar la cifra. Así se provoca que sea la otra parte la que te diga que no. Y si por algún casual dicen que sí, pues ya se las apañaría como fuera para dar el concierto. Por medio millón se podrían hacer virguerías.
Lo más probable es que el caché real de Rosalía diste de esa cifra. Para poder comparar, traer a U2 a España, por ejemplo, las condiciones rondarían en alrededor de dos millones de euros de caché y luego un porcentaje de entre el 70 y el 80 de lo que se obtenga por la venta de entradas. Rosalía está muy bien, pero a todos los consultados se les hace difícil creer que llegue a valer una cuarta parte de la banda irlandesa.
Sin embargo, hay un detalle que a veces se escapa. Todos los conciertos que la catalana tiene programados son en festivales, que sí son una fuente de ingresos considerable y facilita mucho el trabajo ya que se ahorran algunos gastos como tener que montar toda la logística y correr todos los riesgos económicos. “Los festivales son fuentes grandes de ingresos, además ahora hay festivales para aburrir”, dice José Emilio Berry, que fue el mánager de Paco de Lucía durante 35 años.
“El mercado de ahora es mucho más fácil, porque antes no había ni dónde cambiarse. Además, su agencia es William Morris, que es una empresa americana, la más importante del mundo y la que le está metiendo en todos los festivales”, dice Berry. Además, ayuda a la consolidación, que es la estrategia que está siguiendo ahora la catalana, porque te pone en los oídos de un público que no tiene por qué estar yendo a verte a ti.
“Es cierto que hay millones de visitas en un vídeo de Rosalía, pero un vídeo dura tres minutos”, advierte Berry. “El fenómeno de ella lo han creado pero nos hemos creído que es la hostia. Yo no veo que la hayan anunciado en el WiZink a ella sola, que seguramente lo hagan y lo reventará”, añade. Ahí será la prueba de fuego, arañar todo lo que queda y echarlo en el asador, y lo que falta para apuntalar la máquina.
Berry además analiza que se está llevando a cabo una estrategia curiosa. “Es el primer artista español que se está lanzando desde fuera hacia adentro. Cuando Julio Iglesias, que también fue a Miami, fue al revés. Con ella está siendo distinto”, comenta. “Para nosotros el fenómeno está muy fuerte pero lo gordo de verdad nos va a venir de fuera, después de ver cómo se come el mundo”, añade Berry, que además asegura que sabe que se están haciendo pocos conciertos de Rosalía a propósito.
El éxito internacional, la principal inversión
Si hay alguien que en este país sabe de éxito internacional, eso son Los del Río, los que pusieron a los chinos a bailar la Macarena y enseñaron a todo el país el color especial que tiene Sevilla. Al otro lado del teléfono está uno de sus componentes, Rafael Ruiz. “Sí, nuestra Macarena ha estado en sitios a los que no ha llegado el Padre Nuestro”, dice con ironía y sin falta de razón.
En cuanto a la polémica por el caché de Rosalía, Ruiz no se quiere meter pero matiza una cosa: “Nosotros la adoramos y la valoramos, pero parece que en esta España nuestra hay que pedir perdón por el éxito”. Y ella, desde luego lo tiene. “Tocar fuera de España es un esfuerzo muy grande porque haces muchos días y muchos conciertos juntos. Puede que en comparación se pueda cobrar hasta menos, pero es que antes se cobraba mucho menos. Nosotros siempre hemos estado bajitos en dinero, éramos unos currantes que estábamos trabajando y trabajando”, añade.
“Lo que sí, hay una cosa que nos diferencia mucho de Rosalía. A nosotros cuando nos llega el éxito, no, cuando nos llega el zambombazo, ya llevábamos 30 años y los pies los tienes más sentaditos en el suelo, está bien porque es muy fuerte llegar a Alemania y que todos te conozcan o que te reciban en El Vaticano”, asegura la mitad del dúo. “Pero la chiquilla está empezando y lo hace muy bonito. Se ve que han apostado por ella porque ella sola no puede hacer todo lo que está haciendo”.
Además, a ello hay que añadir que la música latina está pegando un oleaje internacional al que Rosalía se está subiendo. “Sí que está teniendo mucho éxito, por eso nosotros hicimos Los del Río Tropical”, cuenta Ruiz y aprovecha a lanzar el guante para una posible colaboración. “Sí que nos gustaría colaborar con ella, sería bonito a nivel mundial, dirían ‘Mirad lo que han hecho’”.
El contrato, la piedra angular de la fortuna de Rosalía
Como todos los grandes artistas del momento, con la catalana, especialmente por su juventud, está a punto del morbo el saber cuánto gana. Se puede contar que los conciertos valen mucho, que las reproducciones en Spotify valen para un café caro. Pero para saber realmente cómo funciona el dinero que Rosalía genera la clave está en el contrato que tiene. Ahí se regulan los porcentajes, las actuaciones de cada uno y todo el quién se lleva qué.
Ella publicó Los Ángeles con Universal y se cambió después a Sony para editar El mal querer. Esto no es casual y es una decisión que ha tomado de manera inteligente. Universal es una compañía idónea para estar en España, con una red de artistas muy arraigada en la península. Sin embargo, ella misma fue la que decidió cambiar y lo hizo por Sony, la ideal para dar el salto internacional. En esta discográfica están Becky G, C. Tangana, Bomba Estéreo, Enrique Iglesias, Gente de Zona, Julio Iglesias, Jennifer López, Marc Anthony, Maluma, Nicky Jam, Ricky Martin, Shakira, Residente, Pitbull, etcétera, etcétera, etcétera.
Esto no solo tiene la ventaja a nivel estratégico para lanzar la conquista de América, sino que también significa que, al ser ella la que elige, sus condiciones del contrato serán buenas. Aunque se desconocen los términos del contrato, el suyo es uno de esos que en la industria llaman de 360. Son un formato de contratos que nacieron después de las pérdidas de la venta de discos y que ahora intentan abarcar todas las facetas de los artistas.
Antaño, la fórmula era bastante simple. La discográfica se llevaba la venta de discos y el artista los conciertos. Ahora, estos contratos regulan también las reproducciones en Spotify y hasta los acuerdos con marcas. “Los contratos de antes eran casi todos a fondo perdido”, reconoce un ex trabajador de varios sellos relevantes y que ha participado en la contratación de nombres grandes del panorama español, pero que ha pedido permanecer en el anonimato.
“Antes, si se creía mucho en el artista se seguía lanzando dinero con el objetivo de intentar crear un proyecto sólido. Y todo era dinero adelantado por el sello, que buscaba recuperar esas inversiones que a veces no se recuperaban. De ahí venían las quejas de los artistas luego, de que los contratos eran malísimos, porque los firmaban cuando no eran nadie pero no entendían que las discográficas se jugaban mucho dinero por ellos”, comenta.
“Ahora, los contratos como los de Rosalía también adelantan una parte gorda al artista, pero recuperan esos ingresos con otras vías que no tienen nada que ver con la música y son distintas inversiones como negocio”, asegura. Un ejemplo de ello, apunta el experto, puede ser el contrato que Rosalía firmó con Pull&Bear para sacar una línea de ropa. Lo más probable es que ella reciba muy poco dinero de ello y que el grueso de las negociaciones las hayan llevado directamente la marca y el sello.
“Pongamos por ejemplo que a Rosalía le adelantan un millón de euros por el contrato. Lo que buscan, primero, es recuperar ese dinero con todo y después empiezan a cobrar un porcentaje de lo que generan”, cuenta. “En este caso, cuando Rosalía haya recuperado el grueso de la inversión de Sony empezará a cobrar un 20 por ciento, por ejemplo, de lo que genere en conciertos y un 10 por ciento de lo que genere en discos y entradas”, añade.
Discos, Spotify, Youtube... el menor ingreso para Rosalía
A pesar de que, especialmente desde el hit que supuso Malamente, Rosalía acumula millones de reproducciones en todas las plataformas posibles, tal y como está conformada la industria, es muy posible que sus ingresos de aquí aporten muy poco a su renta.
Tomemos como ejemplo el caso de los discos. Según la BBC, el porcentaje que suele ingresar un artista en Reino Unido, limpio, después de haber pasado por la manufacturación y las diversas mordidas que se caen por el camino, es del 13 por ciento. Si se usa a Rosalía como ejemplo, ella llegó al disco platino con El mal querer en enero de este año. Es decir, vendió 40.000 copias, que es en lo que está situada ahora la cifra para marcarse el tanto.
Si se tiene en cuenta que El Corte Inglés vende su disco a 16 euros y Amazon a 14 y se toma como media que un disco de Rosalía cuesta 15 euros, los 40.000 discos generan un total de 600.000 euros. Su parte por llegar al platino, entonces, quedaría aproximadamente en 78.000 euros, una cifra que fácilmente se hace un par de noches de concierto.
En YouTube pasa más o menos lo mismo. Según Forbes, se paga entre 0,25 y 4 dólares cada 1.000 visitas. Si se cogen las cuatro canciones más escuchadas de su canal de la plataforma de vídeos, ella suma 137 millones de reproducciones. Grosso modo es una cifra llamativa pero al traducirlo económicamente serían entre 30.000 y 400.000 euros. Esto sin restar el porcentaje que se lleva la discográfica que ha hecho una fuerte inversión y espera, por supuesto, recuperar su dinero y ganar de haber arriesgado. En Spotify igual. Aunque no se puede establecer con claridad a cuánto se pagan las reproducciones, al sello le suele llegar en torno a 18 centavos de cada dólar generado y luego se queda la gran parte.
Sea por un lado o por el otro, es evidente que Rosalía es una de las empresas más rentables, además de más costosas, que tiene ahora la música en España. De todas formas, tal y como han recalcado muchos, ahora es muy posible que haya más inversión que ingresos. Es en la que confían el márketing y la industria, pero, como en La Casa de Papel, las máquinas de imprimir billetes están sonando fuerte.