Los últimos años de su vida fueron tan turbios como la forma en la que encontró la muerte: dos disparos. El primero en el pecho y el segundo en el hombro. Pedro José Cerón Peñalver, más conocido como El Perete, se ha convertido en la primera víctima mortal de una presunta banda de ladrones que está actuando con extrema violencia en la Región de Murcia haciéndose pasar por miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. El Perete recibió ambos plomazos a bocajarro en su casa de Yéchar, una pedanía de poco más de 400 vecinos, que pertenece a la localidad murciana de Mula. “Han llamado a la casa diciendo que eran policías, por eso mi Pedro José les ha abierto la puerta”, aseguraba Pepi tratando de contener las lágrimas a la espera de que llegase el cuerpo de su difunto al Tanatorio de San Ginés.
“En la casa de mi sobrino estaba su pareja y los dos hijos de ella: el de 16 años dice que encima del coche llevaban un pirulo azul”, subrayaba Pepi sobre el indicativo luminoso que llevaba el vehículo en el que viajaban los tres pistoleros y que esta mujer comparaba con las sirenas que emplean los coches de las Fuerzas de Seguridad. No iba desencaminada en su apreciación porque, según ha podido saber EL ESPAÑOL, la Guardia Civil ha enviado una comunicación a las plantillas de Policía Local de varios municipios de la Región en la que alerta de que en las últimas horas: “Ha habido dos asaltos con arma de fuego en Alcantarilla y Mula, habiéndose producido un tiroteo en Mula. Los autores se hacen pasar por policías y son muy peligrosos”.
Los sospechosos son tres individuos que emplean escopetas, guantes y pasamontañas para ocultar su identidad y se desplazan en un Ford, de color blanco. Este vehículo podría haber sido visto en la calle Huerta de Yéchar donde residía la víctima mortal junto a Rosa, su actual pareja. “Ella ha tenido que ser sedada porque está muy trastornada por lo que ha presenciado”, lamentaba Pepi. “Los ladrones se marcharon cuando vieron a Pedro José muerto en el suelo”. Tan sangriento desenlace se produjo sobre las dos y media de la madrugada de este lunes, después de que los encapuchados detuvieran su coche, se plantasen frente al número 11 de la mencionada calle, comenzasen a aporrear la puerta y nada más abrirse esta, disparasen sin piedad contra Pedro José. De hecho, este diario ha comprobado que en la puerta de esta casita de dos plantas que ha sido precintada por el Instituto Armado, había un agujero de bala causado por unos de los disparos de los encapuchados.
Hubo tantas detonaciones que algunos residentes de la zona, como Paqui, se despertaron sobresaltados en plena noche: “Escuchamos mucho follón y a una mujer gritando: ¡se muere, se muere!”. Esta muleña es vecina del difunto, pared con pared, y asegura haber escuchado varios disparos y los alaridos de dolor de Rosa, la que hasta hace poco más de un año era la pareja sentimental de la víctima mortal. Nada más escuchar el sonido de los casquillos, Rosa telefoneó al 112 informando de que su novio estaba gravemente herido, pero el personal sanitario no pudo hacer nada por Pedro José que murió desangrado en el suelo, justo en la entrada de su casa.
Paqui corroboró a este diario que cuando salió a la calle, a ver qué ocurría en la casa de su vecino, “me pareció ver que los ladrones llevaban una sirena en lo alto del coche”. Por el puesto que la Guardia Civil tiene en Mula han ido pasando, uno a uno, todos los vecinos de la calle Huerta que vieron en la madrugada del lunes a los presuntos pistoleros.
La doble vida del escayolista
Desde el Instituto Armado aseguran a EL ESPAÑOL que en la línea de investigación, “el robo es la principal hipótesis, aunque no se descarta ninguna otra”. Prueba de ello es que los investigadores también sopesan que el homicidio tuviese relación con el tráfico de drogas y que todo responda a un ajuste de cuentas. El motivo de esta hipótesis se debe a que el último oficio conocido de Pedro José era el de escayolista, pero la Benemérita encontró un invernadero de marihuana en la casa de al lado de la víctima. El fallecido residía en el número 11 de la calle Huerta y, al parecer, tiró un tabique de su casa para acceder al inmueble contiguo (número 13). En esta casa, propiedad de un banco desde que fue desahuciada una familia, Pedro José presuntamente habilitó una plantación de marihuana, tipo indoor.
“Desde hace un par de años había mucho trasiego de coches por aquí”, confirmaba Josefa sobre la cantidad de forasteros que visitaban la calle Huerta, una vía pegada a la carretera nacional de Archena, donde hasta la fecha el poco trasiego de público era el de los parroquianos que iban al Bar Cervantes, el supermercado o la panadería. “Este hombre empezó con el menudeo y el pasado verano cavó un agujero en el patio de su casa para hacer un búnker donde plantar marihuana, pero tuvo un problema con su exmujer y lo tapó”, precisaba esta vecina sobre las presuntas actividades ilícitas del difunto. Todo apunta a que tras el intento fallido del búnker, Pedro José empleó sus conocimientos en el mundo de la construcción para habilitar una entrada a la casa contigua a su vivienda y empezar a producir maría a gogó.
El coste del invernadero era mínimo: no pagaba alquiler porque había ocupado la casa y desde una de las ventanas, situada en la primera planta, salía una toma ilegal de electricidad que estaba enganchada directamente a una torreta. La Guardia Civil ha tenido trabajo doble porque han alternado la inspección ocular de la zona con el desmantelamiento del invernadero, en el que se han incautado 200 plantas que medían una media de 80 centímetros por ejemplar.
Le cazaron masturbándose en la calle
Este no es el único dato turbio que ha trascendido sobre los últimos años de vida del fallecido, una persona muy conocida en Mula porque entre 2014 y 2015 trabajó como chófer y barrendero del servicio de limpieza viaria y en su momento regentó una cafetería y fue representante de una marca de café ecológico. La violenta muerte de Pedro José también ha sacado a la luz su currículum delictivo, ya que en julio de 2017 fue detenido como presunto autor de los delitos de exhibicionismo y abuso sexual. Pedro José fue arrestado por la Guardia Civil porque aquel verano, a bordo de su ciclomotor, y ocultando su identidad con un casco, comenzó a masturbarse, en plena calle, delante de una mujer que salía de su domicilio junto a sus dos hijos, uno de ellos menor de edad. Ese mismo día, recorrió nueve kilómetros desde Mula hasta Pliego para asaltar presuntamente a una joven a la que mostró sus genitales al tiempo que la manoseó y empezó a masturbarse.
La chica logró huir y horas después, la Benemérita y la Policía Local de Mula detuvieron a este escayolista, de 37 años. Estos excesos no tenían nada que ver con la dedicación que mostraba en su trabajo ni con la educación con la que trataba a sus vecinos. “En el trabajo no daba problemas y se comportaba como una persona maravillosa”, explicaba el alcalde muleño, Juan Jesús Moreno, que no era capaz de dar crédito a lo sucedido en Yéchar, una pedanía del noroeste murciano, separada por unos kilómetros del polígono industrial, y donde el grueso de la población se reparte entre trabajadores agrícolas y pensionistas “Es una zona tranquila, de gente trabajadora, nunca se producen conflictos”, remarcaba el regidor sobre el habitual clima de convivencia.
Dolor en el Tanatorio de San Ginés
Pedro José era oriundo de Albudeite, una localidad de apenas 1.400 habitantes, que dejó tiempo atrás para mudarse a Yéchar donde se instaló en la calle Huerta con su entonces esposa. “Era una persona normal y corriente, se separó hace tres años y ahora vivía con su actual pareja a la que había conocido por internet”, detallaba detrás de la barra, Antonio, un camarero del Bar Cervantes que descartaba rotundamente un posible ajuste de cuentas como la causa de la muerte del cliente al que solía recogerle los paquetes que llevaba el cartero o al que le preparaba un pollo asado, con patatas, los fines de semana, cada vez que su exmujer le llevaba a sus hijas, de 11 y 9 años. “Pedro José estaba trabajando ahora como escayolista y en todos estos años nunca ha tenido ningún problema con nadie”, defendía Antonio en este establecimiento, con más de sesenta años de solera, y que está situado a unos metros de la casa que el fallecido le compró a un guardia civil hace más de una década.
El silencio sepulcral que reinaba en la calle Huerta contrastaba con el dolor estremecedor de los familiares de la víctima, que se iban acercando al Tanatorio de San Ginés, a la espera de que llegase el cuerpo de Pedro José procedente del Instituto Anatómico Forense. “¡Hijo mío!”, clamaba uno de los miembros de la familia, conocida popularmente en Albudeite como Los Peretes. La víctima guardaba una estrecha relación con Antonio El Perete, su hermano pequeño, el cual había recuperado la libertad la pasada Navidad, a la espera de ser juzgado por haber participado supuestamente en una pelea que acabó con dos personas heridas por arma blanca. “Antonio no puede hablar”, zanjaba su tía Pepi para no alterar el ánimo de este joven “Está muy afectado por lo de su hermano”. La familia del fallecido sostiene que Pedro José murió en el transcurso de un robo, pero será la Guardia Civil la que tendrá que dar respuesta a la incógnita de este truculento homicidio: ¿vuelco frustrado de droga o ajuste de cuentas?