Pocas cosas hay más impredecibles que la trayectoria de un globo al pincharse. Pierde el aire, explota, mengua su volumen y sale disparado como un proyectil sin control. Como una bala perdida. En cualquier dirección, describiendo parábolas imposibles. El pasado viernes, la mala suerte hizo que la trayectoria de uno de esos globos inflables de goma se colase en la tráquea de un niño de Olot (Barcelona) y acabase con su vida. Sólo tenía 4 años.
“El niño salió de aquí muy mal. Teníamos pocas esperanzas de que pudiesen hacer algo por salvar su vida”. Lo reconocen los vecinos de la calle Santa Pau. Es la misma calle en la que tiene su farmacia Maria Angels Feliu, la protagonista del secuestro más largo de la historia de España con motivaciones no políticas. 200 metros por encima del establecimiento, en una casa con patio ubicada en el número 33, reside la familia Jallow.
De Gambia a Olot
Los Jallow son cinco miembros y proceden de Gambia. Allí nacieron el padre y la madre. Los tres hijos ya nacieron en Cataluña. El mayor, de 16 años, trabaja como repartidos de comida a domicilio en una pizzería del pueblo. El pequeño sólo tiene un par de añitos. El mediano iba a cumplir cinco este año, pero un accidente doméstico se lo llevó para siempre este fin de semana.
La madre se ocupa de la casa y el padre ha desempeñado varios trabajos desde que llegó a Olot a principios de este siglo. Los niños estudiaban en el colegio Volcà Bisaroques y ahora ya estaban disfrutando sus vacaciones de Semana Santa. El viernes por la tarde estaban jugando los tres hermanos en el patio de la casa. Allí hay pelotas, juguetes, globos… Con uno de ellos estaba jugando el hermano mediano, cuando se desencadenó la tragedia.
El globo estaba inflado y reventó
El niño no trataba de inflar el globo: “Estaba hinchado y él lo tenía en la boca”, cuenta un vecino que conoce a la familia “desde que llegaron aquí, que les di una cama que me sobraba. Tenían problemas económicos y aquí en el barrio le hemos estado ayudando en lo que hemos podido”, confirma. Fue, dice, un accidente. Trágico, pero un accidente: “Al parecer lo tenía en la boca y le daría con el diente o algo y lo pinchó”.
Es ahí, al ser mordido y estallar, donde el globo se vuelve imprevisible. Igual podía haber salido hacia el exterior y haberse quedado todo en un susto a un niño en una tarde de domingo. Pero el trozo de goma reventado salió hacia el interior del cuerpo del pequeño. Con mucha fuerza, pero hacia una zona minúscula. El aparato respiratorio de un niño de 4 años es un engranaje diminuto y el globo no tuvo mucho recorrido: se le quedó atorado en la parte más profunda de la tráquea.
El niño no podía respirar y empezó a hacer gestos desesperados. Se estaba ahogando. Su hermano lo atendió enseguida. Los gritos alertaron a los padres, que también se encontraban en la casa. Entre todos intentaron liberar al pequeño de la trampa mortal que tenía en sus vías respiratorias. Pero no conseguían agarrar el trozo de goma. Se había introducido demasiado abajo.
Al hospital en estado crítico
Sin perder tiempo, y mientras seguían intentando desprender el objeto de la tráquea del pequeño, el padre salió a pedir ayuda desesperada. Al ver que el globo seguía sin salir, optaron por llevar al niño a toda velocidad al Hospital de Olot, un centro médico que queda a poco más de tres kilómetros. Un breve trayecto si no hay complicaciones. Una eternidad si hay un niño que no puede respirar.
Cuando salieron en dirección al hospital, el pequeño ya estaba muy mal. Tanto, que los médicos lo atendieron de inmediato cuando llegaron. Y en vistas de la gravedad del caso, optaron por una medida drástica: la traqueotomía. Abrir una incisión en la tráquea para intentar acceder a su interior y liberar así al crío del objeto que le estaba asfixiando. Es el último recurso, pero tampoco sirvió de nada. El globo se quedó alojado más abajo que el corte practicado. Cuando consiguieron llegar a él, el pequeño ya había fallecido.
Los médicos obraron correctamente
“Si optaron por la traqueotomía, probablemente el niño llegó en unas condiciones muy críticas”, explica José Ramón Villas, neumólogo infantil del Hospital Niño Jesús consultado por El ESPAÑOL. “Desde mi ignorancia del caso, que realmente no lo conozco, lo único que te puedo decir es que cuando un equipo médico recurre a una traqueotomía es porque ya no ve otra opción. Estoy bastante seguro de que actuaron bien”, opina el doctor, que advierte: “Yo he visto algún caso similar. No es habitual, porque los cuerpos extraños que más problemas de este tipo suelen provocar a los niños son los frutos secos. No es habitual, pero a veces pasa porque yo he visto alguno”, cuenta.
En el pueblo tampoco cree nadie que los médicos hayan obrado mal o cometido negligencia alguna. Los que fueron testigos del suceso y vieron al crío aún con vida, confiesan que no eran optimistas. Se lo llevaron al hospital en muy malas condiciones. Un niño tan pequeño, sin oxígeno, no pudo aguantar mucho más. Los médicos lo intentaron, pero lo único que pudieron hacer fue certificar su muerte.
En la pizzería-kebab en la que trabaja el hermano mayor del fallecido están todos apesadumbrados. “Yo hablé con él justo el día antes. Muy buen chico, muy trabajador. No he vuelto a hablar con él y no lo haré hasta que vuelva él por su cuenta, que yo no lo quiero molestar”, relata su jefe. Los vecinos de la calle, por su parte, siguen en shock. La misma calle en la que secuestraron a la farmacéutica (liberada hace ahora 25 años), vuelve a ser escenario de una tragedia, este vez, sin culpables. Y esta vez, con una vida que lamentar.