Al narcotraficante, un joven treintañero, le gusta que le llamen “el patrón” pese a su corta edad. Dice que por algo es jefe de un grupo de 50 hombres a sueldo. Dos de ellos vienen con él a la cita con el reportero. Este delincuente lleva 12 años trabajando en el negocio del tráfico de hachís a gran escala, aunque mucho antes, cuando todavía era una chaval imberbe, ya trapicheaba con cocaína y toda droga lo que se le pusiera a tiro. En este reportaje lo llamaremos Óscar.
Desde hace tres años, Óscar es el líder de una banda que opera en el entorno de la comarca del Campo de Gibraltar, en Cádiz. Se conoce sus playas y sus caminos de acceso como el perro de un pastor al silbido de su amo. Antes de ser patrón, trabajó para otras organizaciones. Entre ellas, la de Antonio y Francisco Tejón, ‘Los Castañas’.
Las autoridades policiales consideran a Antonio Tejón, el pequeño de los hermanos, el mayor narcotraficante de hachís de la historia. “Es cierto, él es Papá. Es el Pablo Escobar de La Línea. Nadie ha tenido más huevos. Yo aprendí de él y fui ascendiendo”.
EL ESPAÑOL se cita con Óscar para conocer cómo se vive desde dentro del negocio del hachís las alrededor de 3.000 detenciones de miembros de distintas bandas que se han producido desde julio del año pasado, cuando el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, se lanzó de lleno a la tarea de combatir al narco en la zona.
Desde que arrancó el Plan Especial del Campo de Gibraltar, las plantillas de Guardia Civil y Policía Nacional han crecido en 407 efectivos. En este tiempo se han incautado más de 100.000 kilos de hachís y se han desarticulado a un gran número de clanes. Pero, ¿hasta cuándo puede sostener el Ejecutivo esta presión extra policial que se coordina con la labor de los jueces, los fiscales y de la Agencia Tributaria?
“Si los guardias no se van pronto, las muertes van a llegar. No tengo dudas. Los traficantes nos vamos a empezar a matar entre nosotros por las deudas. Yo no le debo nada a ninguno de mis chicos, pero otros patrones sí a los suyos”, explica Óscar.
“Si el mercado no se vuelve a reabrir, los del escalafón más bajo, los ‘puntos’ (vigilantes), los alijadores o los conductores van a querer cobrar los trabajos que tengan pendientes. Pero si el jefe se niega, alguno lo pagará con su vida porque la gente tiene que comer y no saben hacer otra cosa en la vida que mover hachís”. Esta presión policial ha disparado el número de peones de la droga en paro en el Campo de Gibraltar.
- ¿El negocio está parado actualmente?, pregunta el periodista.
- No, pero casi. Hay muchos que se están yendo a la zona del río Guadalquivir, a Huelva… Pero son cuatro kamikazes locos. No vale la pena. Ahora te cogen fijo, aunque no tengas nada que ver.
“Las armas van a silbar”
Durante la conversación, Óscar realiza una descripción detallada de cómo se encuentra el sector en la actualidad. Este narcotraficante, que en dos meses llegó a meter 40 lanchas con 60 fardos de hachís cada una, unos 1.800 kilos -se embolsó limpios dos millones de euros-, salió de prisión hace sólo unas semanas. Fue arrestado a finales de verano junto a varios de sus peones. Ahora ha pagado fianza y está a la espera de juicio.
- Los jefes tenemos un serio problema si no se reabre el Estrecho. Si no se vuelve a trabajar, las armas, que hay todas las que queramos, hasta bazocas, van a empezar a silbar. Sobre todo, en La Línea [de la Concepción, Cádiz].
- Dice que no usted le adeuda a su gente…
- No. A mí el 'moro' me adeuda 600.000 euros por un trabajo que no me ha pagado. Él sí lo ha cobrado de sus clientes a este lado del Estrecho, pero yo no por traerle la droga hasta aquí. Ese dinero yo lo he asumido al pagar a mis chicos, pero ahora necesito que él me pague a mí. Por eso digo que si no vuelve a fluir el dinero, los capos vamos a tener serios problemas hasta para salir de casa (risas).
- ¿Cuánto les paga?
- Al que me lleva los coches hasta las guarderías, 15.000 euros. Al que me alija en la playa, 3.000. El que se monta en la lancha, de 20.000 a 30.000 euros. Yo no soy avaricioso. Me gusta tener contentos a los míos.
- ¿A tanta gente se le adeuda en La Línea? [Las autoridades policiales estiman que alrededor de 600 familias viven directamente de los ingresos que reciben del tráfico de drogas]
- Sí, mucha gente. Si la gente no empieza a trabajar de nuevo y a ver dinero, se van a matar unos a otros y van a salir ‘paleros’ (ladrones) hasta de debajo de las piedras. Habrá secuestros, palizas… Yo no quiero sangre, por eso siempre respondo con mi gente y les pido lealtad.
El primer trabajo de Óscar en el negocio del narcotráfico de hachís fue como ‘punto’ en una playa. Le pagaron 800 euros. Luego, dice, “fui subiendo como la espuma”. Ha pilotado lanchas, ha custodiados guarderías… Cuando fue jefe, en una sola noche llegó a alijar en la playa la mercancía de cuatro lanchas.
- ¿Considera que se estaba perdiendo el principio de autoridad en la zona? Llevaban años siendo violentos con las fuerzas policiales.
- Es así. Yo soy de los que piensa que cada uno ha de estar en su lado, pero sin perder el respeto a la vida de una persona. Yo nunca he atentado de ninguna forma contra un guardia. Nunca he pedido a mis chicos que embistan sus coches. Ellos hacen su trabajo. Yo, el mío. Si me pillan, a la siguiente seré yo quien se escape.
- ¿Qué más han hecho para que el Gobierno no tuviera otra opción que volcarse en la zona?
- No era normal que un día cualquiera de verano, a las cuatro de la tarde con la gente en la playa, alijásemos en la orilla mientras los bañistas nos grababan con sus móviles. Nos pensábamos intocables, pero no. Yo nunca he hecho eso. Siempre he trabajado a partir de las diez de la noche. Nos hemos echado mucha mierda encima. Somos los causantes de lo que nos está pasando ahora.
Los 500 narcos de Botafuegos
Durante su paso de casi medio año por la prisión de Botafuegos, en Algeciras, Óscar cuenta que coincidió con medio millar de narcos de la zona. Dice que se conocían todos, que “no hubo ni una pelea” entre ellos y que, quien quería, tenía barra libre: dinero, cocaína, hachís, teléfonos móviles…
Óscar explica que narcotraficantes como él cuentan con alta tecnología para eludir el cerco policial al que se les somete: antenas, repetidores, inhibidores de señal… “Pero ahora la mayoría estamos parados. Esperamos que la situación se relaje y se deje de poner el foco sobre nosotros”, explica.
- Usted dice que es patrón, pero por lo que le escucho Antonio ‘El Castaña’ es el número uno.
- Sin duda. Es Papá, ya te lo he dicho antes. Durante los últimos tiempos, quizás dos o tres años, llegó a tener tanto poder que los moros sólo te cargaban si él daba el visto bueno. Si no pasabas por él, no trabajabas.
- ¿Y les cobraba a ustedes de alguna forma?
- Por supuesto. Si a mí me cargaban 60 fardos, él pedía otros 60 como pago. Le salía gratis la droga y el transporte. Luego él ya la ponía en manos de las bandas europeas que mueven el hachís.
- Pero ahora está en prisión. Cayó a principios del pasado verano.
- Sí, pero todo el mundo está esperando a que salga. Si él empieza a mover hachís como antes, el negocio se reactivará para todos. Si no, esto va a ser Medellín, con sus muertos por las calles.