Lorik es un perro de apariencia muy fiera, pero en realidad no es agresivo. Un American Staffordshire de color blanco y canela, muy manso, que convive en paz con un gato. Lorik es el orgullo de Svetlana, su dueña. Cuando llegó la policía a su casa de Mallorca la noche del 1 de abril de 2016, el perro estaba tumbado a los pies de la mujer. Tranquilo, ajeno a todo, sin comprender por qué se llevaban detenida a su dueña. Sin saber que él acababa de devorar los brazos de un pensionista alemán cuyo cadáver yacía a pocos metros.
El dantesco crimen de Horts Hans Enkels, un jubilado germano de 66 años en un chalet de Mallorca, se juzgará el próximo 10 de junio. El hombre fue presuntamente asesinado por su esposa con la que se había casado tres meses antes. Svetlana Bulkova, una rusa de 49 años, cocainómana y alcohólica. Amanta de los animales, aficionada a los deportes de contacto y terror de sus vecinos.
Svetlana está acusada de haberle propinado 25 puñaladas a su marido en su casa de Son Moro (Mallorca) tras una discusión. Después le habría cortado al hombre los brazos a jirones y le habría echado los trozos a su perro Lorik para que se los comiese. Piden para ella 25 años de cárcel por asesinato con alevosía y ensañamiento.
Ni un día sin su escándalo
Todos la conocían y pocos hablaban bien de ella. Svetlana muy conocida por las fuerzas de orden de la isla. Principalmente por los escándalos que solía montar en su casa. Raro era el día que los vecinos no tenían que avisar a la policía porque la rusa la estaba liando. “Señora, esto no puede ser así cada día”, le recriminaba un agente una de esas noches que tuvieron que acudir a su casa. Ella confesaba, en un audio publicado por Última Hora, que la culpa la tenía la cocaína.
Svetlana rusa afincada en Palma desde hace más de una década, había tenido una relación con un italiano de su edad. Pero la cosa no funcionó y acabo casada con Horts Hans Enkels, un jubilado alemán que tenía 66 años en el momento de su muerte. Un hombre 20 años mayor que ella y que parecía atrapado en esa relación. Fueron muchas las ocasiones en las que había pedido ayuda a sus vecinos. Y es que al parecer, Svetlana, aficionada al boxeo, fan de Muhammad Alí y de Fedor Emilianenko, le metía unas palizas sobrecogedoras. El alemán era de complexión muy delgada. Un tipo enclencle y muy envejecido para su edad. No podía repeler la furia de la rusa cuando ella bebía y se ponía de farlopa, que solía ser a diario. Horts Hans era su saco de arena. Y ella se ensañaba.
"50.000 euros si te cargas a mi marido"
Aunque llevaban casados poco más de tres meses, Svetlana tampoco soportaba más a su marido. Tenía claro que lo quería quitar del medio. Pero ella, de primeras, no se atrevía. Por eso se fue una tarde a una zona de bares de Sa Coma para encontrar a alguien que le hiciese el trabajo sucio. Hubo un hombre que se prestó a aceptar el trabajo. Ella se lo llevó a su casa y allí le ofreció 50.000 euros por matar a Horts Hans Enkels. Aquello, al parecer, no quedó en nada. “No le dimos mucha importancia porque sabíamos que es una mujer con problemas de alcohol y drogas”, declaraban algunos testigos presenciales.
Aquel trabajito no tiró para adelante, pero sí la voluntad de Svetlana de cargarse a su marido y quedarse sola en casa con su perro Lorik y su gato. Unos animales que cada noche observaban impasibles la lluvia de hostias que se llevaba el jubilado alemán por parte de su esposa.
Nadie sabe cuál fue el detonante, pero Svetlana tomó la determinación el 1 de abril de 2016. Se acaban de cumplir tres años. Aquella noche, Svetlana, tras otra escena de gritos, drogas y violencia, la emprendió a puñaladas contra su marido. La autopsia determinó un total de 25 navajazos, mortales de necesidad.
Lo drogó para que no pudiera defenderse
También reveló el análisis postmortem que el hombre no pudo hacer nada por evitarlo. Ya no era solamente que Svetlana fuese más fuerte y corpulenta que él. Es que además la mujer le había administrado previamente un potente sedante. El hombre vio cómo su mujer le apuñalaba hasta la muerte y no pudo mover un músculo para defenderse.
El macabro festín de la rusa no acabó ahí. Con Horts todavía vivo, procedió a practicarle cortes en sus brazos e incitó a su perro para que se los mordiese. A causa de esa hemorragia masiva se produjo su muerte. La rusa echó después estos restos para que se los comiese Lorik.
Y así se los encontró la policía. La mujer tardó varias horas en dar el aviso. Los agentes se la encontraron en un estado de shock y excitación nerviosa que le impidió declarar, por lo que fue trasladada inicialmente al hospital. Y de ahí a la cárcel. Allí lleva tres años presa. Recientemente ha declarado que ella es inocente y ha pedido que actúen contra los responsables de aquella carnicería. Pero todos los indicios apuntan a que la única responsable fue ella.
Sigue sosteniendo Svetlana que Lorik fue el autor del crimen. Que fue el animal, por su propia voluntad, el que mordió los brazos de su marido hasta que acabó muriendo. Nada opina (o nada recuerda) sobre los 25 navajazos que se encontraron en el cuerpo del jubilado alemán. Un hombre que se había hartado de pedir ayuda por los malos tratos de su esposa cocainómana y que acabó devorado por un perro de presa.