Un joven espigado, largo como una baguette, empuñando a dos manos la flauta dulce y tapando los huecos del instrumento. Mientras, concentrado en lo suyo, observa atento las lecciones del profesor e interpreta la melodía, absorto, al igual que los compañeros que le rodean. Ya destaca por entonces: es el más alto de la foto con bastante diferencia. Es un Pedro Sánchez antediluviano, flautista, de finales de EGB.
Resultan bastante recurrentes y habituales las disertaciones y peroratas que el presidente Sánchez imparte siempre que tiene ocasión sobre su paso por el Instituto Ramiro de Maeztu. Un lugar, situado en plena calle Serrano, Madrid, la pompa, el barrio de Salamanca, en el que llegó a coincidir con personajes tales como la Reina Letizia. También con Pepu Hernández, su actual candidato del PSOE a la alcaldía de Madrid, con quien compartió el propio colegio y también la cancha del Estudiantes; uno, como juvenil; el otro, ya despuntando como entrenador.
Se trata esta de una etapa hermosa e idílica para el candidato del PSOE a la presidencia del Gobierno. Sin embargo, los años previos, los de esa infancia en otro conocido y exclusivo colegio de Madrid, no suelen surgir a la luz. Sánchez nunca habla de ellos. O lo omite o no menciona nunca nada de ese otro colegio, el Santa Cristina de Chamartín, en el que cursó los años que corresponderían a la actual Educación Primaria, lo que antes se llamaba siendo la antigua Educación General Básica.
"Aquel era un colegio pijo, para gente con dinero", explica una antigua alumna. La escuela, de carácter privado, echó el cierre en los 90, pero quedan los alumnos, los recuerdos y algunas fotografías. Sánchez entró allí a finales de los años setenta, pero nunca se le ha escuchado hablar de este lugar con el orgullo y la recurrencia con la que lo hace del Ramiro de Maeztu.
Clase de música
La fotografía de Sánchez pertenece a una de las clases de música obligatorias que tuvo que cursar en aquellos años. Un área en la que Sánchez no destacaba más que en otras. No obstante, era uno de los alumnos más brillantes en el aula. "Fue compañero mío en 5 de EGB. Muchos le recordamos, no solo como uno de los más listos, sino también simpático y buen tío".
Sánchez era uno de los alumnos aventajados. Estudios, deportes, una estatura y un porte que ya en ese entonces imponían, presencia física, buenas notas... Y manejo de un instrumento. Como ahora Pablo Casado, cuya afición por el bajo ha quedado ya patente, esta antigua capacidad del presidente del Gobierno queda ahora al descubierto.
La educación del actual líder del PSOE pasó por el Ramiro de Maeztu en los años de BUP y COU. Allí, dice a menudo, pasó sus mejores años. Junto con él, otros muchos alumnos de gran nivel se convertirían después en reconocidos profesionales, como es el caso del escritor Juan José Millás.
Un colegio que ya no existe
En apenas dos años y medio, Sánchez ha resurgido de sus cenizas: ahora camina hacia su primera victoria (por lo menos, en número de escaños) en unas elecciones tras dos graves derrotas en los comicios anteriores, los de 2015 y los de 2016, ambos ante el PP de Mariano Rajoy. Luego fue destituido al frente de su partido en un Comité Federal de su partido, el del 1 de octubre de 2016, que pasará a la historia como un acontecimiento de infarto que desgarró en dos a los socialistas. Después cogió su coche, como él dijo, y se puso a recorrer España, vendiéndose como un hombre hecho a sí mismo. Ganó las primarias del PSOE en 2017 y volvió al Congreso de los Diputados.
Su vuelta triunfal vino acompañada de una moción de censura a Rajoy que ha desembocado en la situación actual. En estos momentos, igual que cuando se convirtió en presidente el año pasado, el horizonte electoral se acaba este domingo, cuando se cumple la fecha límite de su proyecto y cuando la moneda tirada al aire puede salir cara y hacer que acabe gobernando con Podemos y otros aliados.
En todo ese discurso suyo de los últimos años encaja el Ramiro de Maeztu, pero nunca ha aparecido ese colegio de infancia en el que tocaba la flauta en las clases de música.
¿A qué se debe todo esto? Un antiguo compañero suyo del centro cree que "ha ocultado su paso por el colegio. En su currículum solo pone el Ramiro de Maeztu, y hablan de este colegio como un colegio caro de familias acomodadas. Eso debe de incomodarle".
La familia de Sánchez vivía en la zona de Raimundo Fernández Villaverde. No era raro que en aquellos años algunos de sus compañeros acudieran invitados a su casa a echar la tarde, a ver alguna película, a jugar a cualquier cosa, lo que viene a ser la relación normal entre amigos o compañeros en esa edad. "Estuve en su casa en un par de ocasiones. Allí vi mi primera peli en VHS, Conan, en su cumple", detalla un antiguo compañero de clase. "En otra ocasión, nos invitó al cine a ver ET. Tenían pasta".
"En unas Navidades, le quité el papel principal de la obra de teatro, porque era malísimo", dice, rememorando épocas pasadas, probablemente mejores. El exalumno sostiene que Sánchez no era un gran estudiante, sino todo lo contrario. "Se fue para despuntar como jugador de Basket en el Ramiro de Maeztu. En clase del Santa era de los mediocres. Allí te inflaban las notas, era un cole de pijos".
Al principio de los tiempos, hace ya algunas décadas, este colegio, que contaba con muchos años de prestigio en la zona de Chamartín, era un centro solo para mujeres. Luego las cosas cambiaron y lo abrieron también a los hombres. En la época que Sánchez pasó por allí, que algunos estiman que fue hasta octavo de EGB, el centro ya era mixto.
Hoy, en el lugar que correspondía al colegio, está la Facultad de Música y Artes Escénicas de la Universidad Alfonso X el Sabio. Los alumnos, como se ve en las imágenes a las que ha tenido acceso este periódico, vestían entonces con pantalones de color gris, con la camisa blanca y la corbata estrecha y oscura.
Nada queda ya de los vestigios de aquel colegio cuyos ex alumnos todavía mantienen una amistad forjada en la infancia. Esto queda plasmado en los grupos de antiguos alumnos que pululan por las redes sociales. En ellos uno se sumerge en la nostalgia, que toma forma de fotografía, de anécdota en el recreo, del famoso chascarrillo del profesor, de los antiguos juegos de los niños, de las relaciones establecidas en aquel entonces.
Contaba el año pasado un reportaje de Vanity Fair sobre el centro que la matrícula mensual oscilaba en torno a las 25.000 pesetas. Lo explicaba el ingeniero madrileño Ricardo Lacruz. "En los ochenta los del Santa Cristina teníamos un pique con los del Cumbre, otro colegio próximo, por ver cuál de los dos había sido la inspiración para la canción de los Hombres G ’Sufre Mamón’. Teníamos la leyenda de que el pijo del jersey amarillo del que hablaban en la letra iba a nuestro cole. También nos picábamos por ver en cuál de los dos colegios se daba más facilidades a los tarugos, porque este era el típico cole al que iban los chavales de familias bien que tenían dificultades para aprobar”.
Oculto por el presidente
El Ramiro de Maeztu, en cambio, si figura con orgullo en la pechera de candidato socialista. Se trata de uno de los centros de Madrid que presumen de mejores resultados en épocas universitarias. Es de los que obtiene mejores datos en los exámenes definitivos, y sobre todo en los de selectividad.
Existe en torno a él un sentimiento definitorio con el que el exalumno, henchido de orgullo, presume de haber pertenecido a esa estirpe de 'privilegiados' de este exclusivo colegio.
Algo similar, aunque a otro nivel, sucede con el Santa Cristina, al que muchos todavía hoy conocen como 'El Santa', un instituto privado, de cierto nivel pero de barrio, y en el centro de Madrid.
Muchos de quienes pasaron por sus aulas presumen también de haber pertenecido a esta institución, o de haber pasado por ella, aunque fuera por un breve período de tiempo.
Es más, muchos años después, muchos de ellos se buscan, tratan de localizar a esos compañeros con los que compartieron pupitre, con los que jugaron al fútbol en el patio o con los que intercambiaban los apuntes y la merienda. Lo hacen para entablar de nuevo contacto y recordar antiguas peripecias. Indagan en esas fotografías antiguas de la clase, en las orlas de la EGB para tratar de localizar a quienes fueron sus primeros amigos en el mundo. No así el candidato, el presidente. No así el actual candidato del PSOE a la presidencia del Gobierno. El joven de la flauta dulce y la mirada de concentración en el horizonte no quiere saber nada de aquel primer colegio.