“No voy a descansar hasta que ese castillo sea visitable por mis vecinos y por los turistas. Estoy seguro de que ese lugar puede dar un fuerte impulso a mi pueblo. Como nos sentimos abandonados por la administración, he decidido acudir a la justicia”, afirma el alcalde de Montemayor (Córdoba), Antonio García.
El Ayuntamiento que gobierna García, de IU, ha presentado ante el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) un recurso contencioso-administrativo contra la Consejería de Cultura de la Junta por facilitar que María Concepción de Silva y Azlor de Aragón impida la visita al castillo del pueblo, con una extensión de 6.000 metros cuadrados y que corona la colina sobre la que se asienta la localidad.
En 2000, la señora heredó la edificación de manos de su tía, María de Silva. Ésta, tras quedar viuda en 1986 por la muerte de su marido, José María Fernández de Velasco, duque de Frías, decidió adoptar a su sobrina puesto que ella y su esposo no tuvieron descendencia. Así, tras fallecer ella, legó parte de su patrimonio a su ojo derecho, María Concepción.
Desde entonces, la sobrina/hija adoptiva de la viuda del duque de Frías es la dueña del castillo y ha echado el cerrojo a sus puertas. Lo hace sin saltarse las normas, pese a que está declarado Bien de Interés Cultural (BIC) desde 1985 y la Ley de Patrimonio Histórico andaluz obliga a abrir al público la fortaleza al menos cuatro días al mes durante un período de tiempo convenido.
Sin embargo, la heredera, con residencia en Madrid y 800 hectáreas de tierras en Montemayor, consiguió sortear dicha ley. En 2010, el propio gobierno andaluz accedió a su petición y le concedió una dispensa de la obligación de permitir el acceso a su propiedad.
Desde entonces, el castillo de Montemayor, cuya construcción se inició en 1340, es el único BIC de Andalucía del que no se puede pisar ni un solo metro. En la comunidad andaluza hay sólo otra persona con dispensa. Es propietario de un castillo en Gérgal (Almería), pero éste ha accedido a abrirlo a las visitas.
“Gracias a que es propietaria de una BIC, la dueña del castillo no paga el Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI). Si tiene ese beneficio, que abra las puertas. Calculo que se está ahorrando entre 12 y 13.000 euros en impuestos. Encima, tiene la poca vergüenza de impedirnos el acceso”, asegura el regidor del pueblo.
El TSJA admitió a trámite dicho recurso en marzo de este año a través de un auto al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL. Ahora se está a la espera de que se designe un juzgado para remitir las diligencias del caso. A la batalla legal del alcalde de Montemayor se suma el apoyo de la Plataforma Visitemos el Castillo, formada por vecinos de la localidad.
La propietaria del castillo de Montemayor se defiende. Lo hace con la ley en la mano. María Concepción de Silva y Azlor de Aragón recuerda que en la norma que regula los bienes de interés cultural en Andalucía se contempla que sus dueños no permitan el acceso al interior de sus propiedades si residen allí o si las visitas atentan contra su intimidad.
La heredera de la Casa Ducal de Frías explica que la Junta le concedió la dispensa en 2010 y que a principios de 2017, tras un nuevo análisis técnico de los funcionarios de la Consejería de Cultura, se la volvieron a prorrogar durante dos años más. “Se me da la oportunidad de no enseñar mi casa, de tenerla cerrada a extraños, pero el alcalde de Montemayor y los de la plataforma no lo aceptan. Están empeñados en algo de lo que no tienen razón”.
María Concepción explica que el castillo “es una casa particular”. “No quiero que todo el mundo vaya pasando por delante o por encima de mis cosas”, añade. La mujer asegura que la casa es pequeña, “más o menos como dos pisos unidos uno encima del otro, y allí no hay sitio”. Además, sostiene que los jardines “apenas tienen un estrecho pasillo por el que caminar” y que el resto es arboleda.
Pero el alcalde de Montemayor no se lo cree. Antonio García dice que está seguro de que “algún jardín o alguna zona del castillo es visitable sin que por ello se está violentando la intimidad de esa señora”.
El hecho de que el castillo esté reconocido como BIC conlleva ciertos beneficios fiscales, como no pagar el Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI), tasas de agua o de recogida de basuras, así como otros tributos municipales. Sin embargo, la dueña de la edificación hace frente a todos ellos, salvo el IBI, como reconocen en la plataforma que reclama su apertura.
Hasta 2010, la propietaria del castillo tampoco permitía el acceso a nadie. Ese año, la Junta le pidió cumplir la ley y le reclamó abrir sus puertas a los extraños al menos cuatro días al mes.
Pero María Concepción de Silva y Azlor de Aragón movió ficha, solicitó la dispensa y se quejó de que un año antes, en 2009, cayeron dentro del perímetro de su fortaleza restos de un espectáculo de fuegos artificiales disparado en el centro del pueblo. A eso sumó el argumento de que la edificación era su residencia, aunque no de forma continuada ya que ella vive en Madrid la mayor parte del año. Los técnicos de la Junta visitaron el castillo y le dieron la razón.
Una década años después, el alcalde de Montemayor sigue reclamando el acceso a la construcción. “La Junta establece que los 6.000 metros cuadrados del castillo están habitados”, dice el regidor. “Pero tenemos que hacerle entender que eso no es así”.
El regidor de este pueblo ubicado a 20 minutos por autovía de la capital cordobesa encargó a la Policía Local un informe sobre la situación real del castillo. Dicho documento, al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, recoge que en la edificación no reside nadie, que de noche no se ve ni una sola luz encendida y que las dos únicas personas que atienden durante el día son una limpiadora y un jardinero.
“Está vacío –insiste el alcalde de Montemayor- pero el Gobierno andaluz no lo quiere ver. No sé qué influencia tiene esa mujer, pero es evidente que la tiene”.
El castillo de Montemayor fue el germen de lo que hoy es el pueblo que lleva su nombre. Lo mandó construir en 1340 el religioso agustino Martín Alonso de Córdoba para mejorar la defensa del territorio que un siglo antes conquistó Fernando III. Su levantamiento conllevó la paulatina llegada de gente que acabaría asentándose en la zona. Se encuentra situado a 410 metros de altitud.
La fortaleza está considerada como uno de los mejores ejemplos de arquitectura militar de la provincia de Córdoba. Está formada por un recinto triangular en cuyos vértices se sitúan sus tres torres: la de las Palomas, la Mocha, carente de almenas, y la del Homenaje, la más alta, rematada con cuatro garitas en sus esquinas.
Los ancianos del lugar recuerdan que el anterior duque de Frías, José María Fernández de Velasco, fue tutor de Juan Carlos I durante el Franquismo, cuando el hoy rey emérito aún era príncipe.
Enrique López Sillero, de la plataforma Visitemos el Castillo, asegura que el monarca visitó el pueblo de joven en varias ocasiones y que, una vez accedió al trono, también estuvo en Montemayor acompañado de su hijo Felipe, hoy al frente de la Corona española.
“Durante un tiempo albergamos la esperanza de que los Borbones heredaran el castillo y permitieran acceder a él, pero al final la viuda del duque adoptó a su sobrina y ella se quedó con él”, dice el alcalde de Montemayor.
Como todo castillo que se precie, sus paredes siempre albergan una leyenda. La cuenta Enrique López Sillero, y viene a contradecir la Historia de cómo murió, el 29 de marzo de 1956, el infante Alfonso de Borbón mientras él y su hermano Juan Carlos jugueteaban con una pistola.
El coordinador de Visitemos el Castillo narra lo siguiente: “Aquí vivía un vecino que fue mandadero en el castillo. Un día me contó que en aquella fecha le mandaron llamar para que transportara con otra gente una alfombra hasta la calle. Les dijeron que no miraran dentro de aquel bulto, pero, claro, ellos eran chavalitos y no se pudieron contener. Dentro estaba el infante. Los libros de Historia dicen que eso pasó en Estoril. Pero los vecinos de este pueblo dicen que fue aquí”.
Enrique López Sillero recuerda que el castillo de Almodóvar del Río, otro pueblo cordobés, a finales de 2016 fue escenario de rodaje de la séptima temporada de Juego de Tronos. “¿Por qué no seguir el camino de ellos? ¿Acaso nuestro castillo no es tan bonito como el suyo? ¡Quién sabe si no lo podríamos usar como escenario para películas o series tan conocidas! Aquí la hubieran rodado seguro”. La justicia dirá si es posible. O no.