“Juntos es mi sitio favorito”. Es una de esas frases que se encuentran habitualmente en cuadros, tazas y delantales del nidito de amor de una pareja joven. Es la frase que se lee en una de las paredes del 33 de la calle Ramón Sala i Massaguer (Cornellà). Un minúsculo ático con terraza donde vive felizmente con su novia Aitor García. Es el único detenido por la presunta muerte de Janet Jumillas, desaparecida la mañana del pasado 13 de marzo.
Presunta porque así está tratando el caso la policía: como una muerte sin cadáver. Creen los investigadores que esa pared blanca con la frase cursi fue limpiada con lejía hasta tres veces por Aitor y una segunda persona, para no dejar restos biológicos de Janet. Sin embargo, no fue tan cuidadoso con otras partes de la casa: los Mossos han encontrado sangre de la desaparecida. Janet está muerta. Es la peor noticia para una familia con la que la tragedia no deja de cebarse: tras la muerte reciente de varios miembros en el último año natural, ahora les dicen que Janet también lo está, pero que el responsable no quiere decir dónde ha escondido el cuerpo.
Otro crimen sin cadáver
El caso de Janet Jumillas tiene muchas similitudes con el de la sevillana Marta del Castillo. Una joven que desaparece. Los investigadores concluyen que la han asesinado y que han escondido el cadáver. Detienen a un sospechoso claro. El tipo se niega a hablar y no colabora. El juez lo mete en la cárcel. La joven no aparece, ni viva ni muerta. Primero fue Miguel Carcaño. Ahora es Aitor García.
En el barrio de Riera apenas conocen a Aitor. No llevaba mucho tiempo viviendo por allí. Ni siquiera en Cornellà. Nació y se crió en El Prat de Llobregat. Tiene 33 años, un hijo con su ex, novia, perro de presa y trapichea con la marihuana. Del menudeo de drogas precisamente le vienen sus antecedentes penales. Nunca por malos tratos ni incidentes violentos. No tiene delitos de sangre.
Aitor García es un joven sin oficio ni beneficio. Nunca había desempeñado un oficio de forma estable, ahora de mozo, ahora de camarero, ahora en el metal… Actualmente se encontraba en paro y sobrevivía con trabajos esporádicos,con el trapicheo y con lo que aportaba su novia en casa. Se había venido con ella a vivir al barrio de Riera no hará ni un año, a un piso con terraza con un montón de plantas. Parecían felices.
Un perímetro de 700 metros
No se sabe de qué conocía a Janet. No eran novios. La familia de la desaparecida dice ahora que sospechaba de él desde el primer momento. También los investigadores. Y es que las evidencias estrechaban el cerco en torno a un área muy determinada del barrio de Riera, en Cornellà de Llobregat: en un perímetro de no más de 700 metros estaba aparcado el coche de Janet, está ubicada la oficina de Hacienda donde Janet llegó a realizar una gestión, y está situada la vivienda de Aitor García.
A Janet se le perdió la pista el 13 de marzo en torno a las 11 de la mañana, hoy se cumplen dos meses. La esperaba su sobrino para desayunar. Ella tenía que liquidar un asunto en la sede de Hacienda de Cornellà y en breve estaría comiendo con el chico en Viladecans, la población vecina en la que residía ella. Pero por el motivo que fuese, y sin dar aviso, Janet varió su itinerario. Dejó de contestar los mensajes de Whatsapp y se le perdió la pista. Sospechan los investigadores que Aitor consiguió que subiese a su casa, lugar en el que se han encontrado los últimos restos biológicos de Janet.
Aitor no ha querido declarar. En lo único que insistió durante su testimonio es en que Janet era su amiga y que no le desea ningún mal. Una especie de declaración de inocencia que no se corresponde con su forma de actuar. No se entiende que no quiera declarar, que limpiase su casa a fondo con lejía para eliminar cualquier indicio de la presencia de Janet allí y, sobre todo, que haya jugado al despiste con su teléfono móvil.
Juega al despiste con el móvil
Esa es la última pista sobre la que están trabajando los investigadores: el geoposicionamiento de la señal de su móvil. La ubicación de su teléfono la mañana de la desaparición arrojaría luz a lo que sucedió realmente. Pero según fuentes próximas a la investigación, Aitor habría previsto ese extremo y habría ‘jugado’ con dicha señal. Se cambió el terminal durante los primeros días de la desaparición y habría dejado el teléfono en diferentes sitios para intentar despistar respecto a su geolocalización, según cuenta El Caso. Dice que era su amiga, pero parece esforzarse en ocultar pruebas que podrían resultar fundamentales para desentraña el enigma.
Junto a Aitor García fue arrestado Cristian K., otro joven de El Prat de Llobregat, de 23 años. Es amigo de Aitor y los investigadores sospechan que podría haber jugado algún papel en el suceso, aunque se trate solamente de las tareas de limpieza. Cristian declaró ante la policía y fue puesto en libertad.
La familia de Janet Jumillas, por su parte, sigue con dolor el curso de la investigación. El juez ha decretado el decreto de sumario y ha enviado a Aitor a prisión sin fianza. El entorno de Janet asegura que sospechaban de él desde el primer momento. Ahora lo único que quieren es que hable. Están atravesando un calvario que parece que no acaba. Especialmente su madre, Carmen Peña, que de confirmarse la muerte de Janet, habría perdido a tres hijos en el último año.
La maldición de los Jumillas
La primera fallecida fue María Jumillas Peña, su hija mayor, que falleció por causas naturales a finales del año pasado, tras una larga enfermedad. El pasado 13 de marzo desapareció su hija Janet. El caso despertó la solidaridad vecinal en Viladecans. Se organizaron numerosas manifestaciones para pedir resultados en el caso. Tras uno de estos actos, Paco Jumillas Peña, hermano de Janet, fue objeto de la fatalidad: paró a cenar en un bar de comida rápida de su calle y se atragantó con un frankfurt. Estuvo casi una semana en coma hasta que murió.
Fernando, uno de los dos hermanos que quedan vivos, no puede ocultar su dolor. Exige penas más duras para los autores de este tipo de delitos. Tanto le da que Aitor todavía no haya sido juzgado. Él dice tener muy claras desde el principio sus sospechas hacia ese sujeto. Y se pregunta “por qué le ha hecho eso a una joven soltera y con hijos”.
En realidad, pocos se lo explican. No era Aitor un tipo conflictivo en su escalera. No tenía antecedentes violentos. No despertaba sospechas. Parecía vivir feliz con su novia, en su nuevo nidito de amor y cultivando plantas en la terraza. “Juntos es mi sitio favorito”, anuncia todavía la pintada en la pared de la casa. Las alfombras están removida por los investigadores, que hallaron allí los indicios suficientes para decir que a Janet la mataron allí. Ahora queda encontrar el cadáver.