El programa En el punto de mira emitió en la cadena de televisión Cuatro un “encuentro exclusivo con el Pablo Escobar de Marruecos” el 1 de mayo. Días ante lo anunciaba en las redes sociales como una gran investigación sobre el robo de pastillas en España y su venta en el país vecino para fabricar droga.
El programa entrevistó a un supuesto capo, con la imagen y la voz distorsionadas, que “distribuía psicofármacos por todo el país y ganaba 180.000 euros mensuales” a pesar de que el encuentro transcurrió en un chamizo, más propio de un indigente que de un narcotraficante.
En el punto de mira, un espacio informativo y de investigación, según la cadena televisiva, inauguraba así la sexta temporada: “La gran entrevista de Boro Barber. Se sienta con El Pablo Escobar marroquí, que trafica con nuestros medicamentos”. La víspera, el canal insistió que el reportero Boro Barber y su equipo tenían una cita “con el gran distribuidor de la droga del norte de Marruecos. Le llaman el Pablo Escobar marroquí”.
El equipo preparaba el programa desde principios de año, a partir de una noticia en España de que la Guardia Civil y la Policía Nacional habían desmantelado una red de tráfico de recetas con las que compraban benzodiacepinas, que después vendían de manera ilegal en Marruecos.
Y aunque Mediaset calificó el estreno del espacio sobre el tráfico de medicamentos como “bueno”, con un 5,7% de cuota de audiencia, 866.000 espectadores y 25,4% de fidelidad, el mismo día de su emisión, la Dirección General de Seguridad Nacional (DGSN) de Marruecos emprendió una investigación por orden de la Fiscalía, y dos días más tarde, el viernes 3 de mayo, fueron arrestadas dos personas, una en Tánger y la otra en Ceuta, por “haber participado en la fabricación de hechos falsos a instancias de un periodista español”. Eran el “Pablo Escobar marroquí” y el enlace entre éste y los reporteros, un ciudadano ceutí de origen marroquí.
Entonces se descubrió que el supuesto capo de la droga es un aparcacoches del barrio popular Moujahidin, situado al lado del cementerio musulmán de Tánger. Un área conocida por el consumo de drogas donde también grabaron parte del reportaje. A su detención ayudaron vecinos que le habían visto con la televisión española y que aseguran que sufre una discapacidad intelectual. Avisaron al Moqadem, un funcionario que informa a la Policía en cada barrio; que pasó la información al Caíd, un agente de la autoridad; y de ahí directamente se filtró a los servicios de inteligencia”, según explicó a EL ESPAÑOL una persona cercana a la investigación en Tánger.
Al enterarse de que el protagonista del reportaje había sido detenido, uno de los productores aseguraba a la reportera de EL ESPAÑOL en una conversación de WhatsApp: “Ningún periodista está libre de que le puedan vender. Nosotros fuimos, vimos, investigamos y eso fue lo que hemos contando. A ti también te la podrían haber metido si hubieras ido en las condiciones que fuimos nosotros”. Haciendo alusión a la falta de apoyo en el terreno.
Periodistas en Tánger y Ceuta declinaron trabajar con Cuatro
El polémico reportaje empezó mal desde el inicio. En febrero, el equipo español comenzó a buscar personas con quienes trabajar y que les introdujeran donde se vendía o consumía el karkubi en Tánger después de leer dos reportajes de Efe (2013) y El Mundo (2017). Partían de una investigación en el sur de España que desvelaba que se introducían ciertas pastillas tranquilizantes en Marruecos para mezclar con hachís.
Nadie aceptó a colaborar con ellos. Los periodistas en Tánger y Ceuta con los que contactaron se negaron a trabajar con el equipo porque realmente venían con el guion preparado sobre el tráfico de medicamentos y la fabricación de karkubi, y lo cierto es que no tenían ninguna investigación ni contacto. Poco antes de aterrizar en Marruecos, no disponían ni de un periodista local con quien trabajar.
Los periodistas contactaron incluso con una ex corresponsal de una agencia de noticias española que ahora reside en otro continente porque había realizado un reportaje sobre el karkubi en Casablanca. Sin embargo, no recibieron respuesta por su parte. EL ESPAÑOL se ha puesto en contacto con la periodista, que aseguró que para escribir el reportaje “visité una asociación de ex toxicómanos, viajé a Casablanca, entrevisté a cuatro ex consumidores sobre los efectos de la droga y la desintoxicación; después hablé con una clínica con pacientes internos, y con una doctora marroquí de los servicios de UCI del hospital de Rabat que trató a pacientes que habían llegado afectados o con sobredosis”.
Entre las peticiones que hicieron a las personas con las que contactaron era comprar unos micrófonos porque venían a grabar sin permiso y cruzarían la frontera sin decir que eran periodistas, al mismo tiempo que preguntaban por el karkubi porque desconocían el tema más allá de los reportajes que ya habían sido publicados en España.
El 1 de mayo, día en que se emitió el programa, el propio reportero, declaró en las redes sociales que “los miembros del equipo del programa (En el punto de mira) entran en Marruecos como turistas, y no como periodistas, para evitar los controles, para descubrir la droga que hacen con los tranquilizantes españoles”.
Karkubi, pastillas que te dejan colocao
Algunas drogas en Marruecos tienen nombre de futbolistas, como Messi, pero ninguna se denomina karkubi, que significa en árabe: “pastillas que te dejan colocado”. De tal manera que en Marruecos al éxtasis también se le podría denominar “karkubi”. El desconocimiento de la cultura y las lenguas que se hablan en el país magrebí, unido a la dificultad de encontrar periodistas o corresponsales que les ayudaran en su trabajo, condujo al equipo de En el punto de mira a trabajar en Marruecos de manera precaria, e incluso a no identificarse con los entrevistados, a quienes según la investigación policial que difundió un comunicado de la DGSN el 7 de mayo, “se presentaron como miembros de una asociación que estaba grabando un documental”.
Lograron “colar” las cámaras en Marruecos con el objetivo de “saber dónde se venden los tranquilizantes españoles”. Para ello contaron con un enlace ceutí de origen marroquí, amigo del aparcacoches, que también está detenido. El programa solo reconoce haber pagado a esta persona.
El resultado es un trabajo que, como los propios internautas señalan, presenta a la misma persona en el minuto 37 del reportaje, como camello; y en el minuto 41, como el Pablo Escobar marroquí. El traficante y el narco visten el mismo jersey, idéntico abrigo e incluso una gorra roja. Es decir que la vestimenta del supuesto capo de la droga y el que aparece como un camello es la misma.
“Nosotros solo pagamos a nuestro fixer”
Desde Madrid negaron que hubieran pagado directamente al entrevistado, que solo había cobrado el enlace. Ante la posibilidad de un montaje, el miembro del equipo con el que habló EL ESPAÑOL aseguró que “nos habrán mentido, pero te digo que lo que vimos nosotros es lo que contamos. A ese señor no le hemos pagado, nosotros solo pagamos a nuestro fixer. Lo que vimos lo hemos contado, no hemos comprado ninguna historia”.
Al sugerirle que seguramente el fixer le habría pagado al amigo para hacerse pasar por narcotraficante y contar esta historia, aseguró: “No sé qué nivel de capo será, pero nos enseñó pastillas españolas y nos llevó a sitios donde se mercadeaba con ellas. Y todo el mundo lo conocía allí. Y no solo pastillas, también toda clase de drogas”.
Una persona que trabaja aparcando coches en Marruecos suele vivir en la calle o en una pequeña garita improvisada con maderas o cajas de cartón, no tiene un sueldo, salvo los dírhams que les dejan los conductores, y podría hacer un trabajo de este estilo hasta por menos de 20 euros.
Sin embargo, en la promo de cuatro minutos se presentaba al aparcacoches como alguien de difícil acceso, “considerado en Marruecos como un rey, capaz de desafiar diariamente las leyes para suministrar droga a todo un país”. ¿Cómo consiguen localizar los periodistas españoles a una persona sin hablar su lengua, sin contactos en el país poco antes de aterrizar, y pasando solo un par de días en el país?
El espectáculo estaba en marcha y al anunciar el primer programa de la temporada, otra reportera, decía a la cámara tocando la cabeza de Boro Barber: “Boro está aquí… que está bien… Le podéis ver todos… Algún susto se ha llevado…”.
-Pensaba que no iba a estar -replicaba el reportero.
También compartió en su cuenta de Twitter que se alegraba de ver a la Guardia Civil en la frontera de Ceuta, dando a entender que había corrido peligro en el país vecino al realizar el reportaje. La idea de miedo quedó también plasmada en el propio trabajo, cuando el reportero muestra preocupación y sobresalto en la cámara ante la posibilidad de que la Policía pueda interrumpir la entrevista con el capo.
Desde Marruecos se presentan quejas a Interior y a las asociaciones de periodistas
El 9 de mayo, tras la polémica, el entrevistador se defendía en su cuenta de Twitter: “Grabamos verdades incómodas y eso genera reacciones. Es falso que hayamos montado ningún testimonio en el reportaje sobre el tráfico de medicamentos en Marruecos. Hemos plasmado todo lo que hemos visto y vivido, con el rigor que con el que hacemos siempre En El Punto de Mira”.
El programa en ningún momento desvela el nombre del supuesto capo y su voz aparece distorsionada, así como la imagen de su rostro difuminada. Sin embargo, desde la productora aseguran que la persona detenida no es la misma que entrevistaron.
El presidente del Centro Mediterráneo de Prensa en Tánger, Abderrahim Zebbakh, adelantó a EL ESPAÑOL que tiene “la intención de acompañar a la familia del guardacoches y poner una denuncia en la Federación de Asociación de Periodistas de España (FAPE)”.
El Ministerio de Interior de Rabat presentó una queja al Gobierno de España por “un reportaje fabricado”. No es la primera vez un hecho aparentemente insignificante crea una crisis diplomática entre ambos países, a pesar de que actualmente las relaciones bilaterales están pasando por uno de los mejores momentos con España como garante de Marruecos en Europa, y con la reciente visita a Rabat de los Reyes de España.
“En el barrio del detenido tienen miedo a hablar”, explica a este medio un vecino. Sin embargo, si se ha difundido un video de la madre aludiendo a la inocencia de su hijo. Asegura en un medio marroquí en árabe que: “La intención de mi hijo era actuar en el cine español”. Según la policía, el programa lo convenció diciéndole que iban a hacer “una película sobre las personas adictas y el tráfico de drogas para obtener fondos para una asociación sin ánimo de lucro”.
De hecho, no tiene ninguna acusación por pertenencia de drogas porque la policía considera que el detenido, de 33 años y sin antecedentes penales, “no tiene vinculación con el narcotráfico”.
La DGSN sigue investigando a las personas que pueden estar implicadas en el caso, tanto marroquíes como españoles, “para resolver las dudas sobre los hechos legales y fuera del entorno ético y profesional del periodismo”.