Habla el camarero que trabajó 30 horas seguidas y fue apuñalado por su jefe: "Pensé que me degollaba"
Alejandro ha confesado que ha tenido la suerte de su vida al ser atacado en la calle y no dentro del bar, donde habría muerto sin que nadie se enterase.
22 mayo, 2019 13:09Todavía recuperándose de sus heridas, el hombre que fue atacado salvajemente por el dueño de un pub en el que trabajó durante la madrugada del domingo en Zaragoza ha contado cómo vivió la agresión y lo poco que le faltó para perder la vida. "He tenido la suerte de mi vida", ha confesado desde la habitación del hospital universitario Miguel Servet en la que permanece ingresado.
¡¡¡ATENCIÓN!!! Este video puede herir la sensibilidad
— Moises Lopez (@chapoisat) 20 de mayo de 2019
Un hombre acuchilla cinco veces al DJ de su local en Zaragoza
Un joven de 28 años permanece en estado grave en el hospital Miguel Servet de Zaragoza tras ser acuchillado por el responsable del pub en el que trabajaba como DJ pic.twitter.com/frGzgpDdn8
Luis Alejandro A.C., de 28 años, trabaja habitualmente como camarero y está especializado en coctelería, a pesar de que las primeras informaciones señalaban que el hombre trabajaba como DJ en el pub de la calle José María Lacarra.
Fue apuñalado a la salida del pub en el que trabajaba por su jefe, y consiguió sobrevivir gracias a la resistencia que opuso y a la ayuda de los testigos, quienes retuvieron al agresor hasta que acudió la Policía.
Reconoce que no sabe de dónde sacó la fuerza porque "Llevaba 30 horas trabajadas. El encargado del bar me dijo que si les podía echar una mano, así que cuando salí de mi bar decidí pasarme por allí", explica Alejandro en una entrevista concedida a El Periódico de Aragón. Según cuenta, el camarero entró a trabajar sobre las 23:00 horas y, cuando echó el cierre hacia las 5:00 horas, tanto él como Ian R.B., el dueño del negocio, se quedaron dentro del local tomando unas cervezas.
"Estábamos tranquilamente hablando hasta que empezó a tener un comportamiento extraño", continua relatando Alejandro, hasta el momento en el que "ocultó un martillo que estaba sobre la mesa cuando se fue al baño. Algo me olía, aunque obviamente no esto", detalla.
Al regresar, su agresor cogió dos cuchillos y fue detrás de él, asestándole hasta 18 puñaladas. Insintivamente, el joven cuenta que salió corriendo a la calle, donde fue interceptado por el dueño del pub. Este hecho -considera- fue determinante para que pudiera salir con vida de aquel suceso, ya que de haberse quedado dentro, hubiera muerto sin que nadie se enterase. También considera que tuvo suerte en el hecho de que el arma empleada fuese un cuchillo de sierra. El mismo cuchillo que acabó doblado al impactar en la cabza de Alejandro.
"Pensé que me cortaba el cuello, la verdad, por eso me hice una bola y me abracé a mi agresor para reducirle la movilidad", explcia Alejandro. "Se volvió loco, estaba hablando con una chica por Whatsapp y se pensó que era su exmujer", recuerda el joven.
"Fui consciente de todo, a pesar de haber perdido dos litros de sangre, cuando vi que se acercaban dos policías nacionales y me lo quitaban de encima a porrazos pensé en que ya estaba a salvo", recordó.
El dueño ya ha ingresado en prisión
Mientras que Alejandro permanece hospitalizado, Ian R.B. ingresó este martes en la prisión de Zuera como presunto autor de un homicidio en grado de tentativa. Para su encarcelamiento, el juez tuvo en cuenta la gravedad de las lesiones y el riesgo de fuga del atacante, de nacionalidad francesa.
Tal y como cuenta el diario Heraldo, el acusado no negó haber acuchillado a Alejandro, pero aseguró que lo hizo en legítima defensa. Del mismo modo admitió que discutió con él, pero por razones distintas a las que se pensaron en un primer momento. Ni drogas, ni alcohol, ni mujeres de por medio -según su versión-. Según Ian, el camarero lo atacó con un martillo cuando discutían sobre la propiedad del negocio, y tuvo que usar el cuchillo para defenderse.
El pub, según ha podido averiguar el Heraldo, es propiedad del agresor, y Alejandro solamente había trabajado un par de veces en el bar y sin contrato.