La vecina, desde la ventana, lo contempla impertérrita. Frente a ella, en la calle, dos personas. A un lado, un policía local de Viladecans (Barcelona), en posición de guardia, esperando, aguardando para abordar a la otra persona, un vecino armado con un hacha, en mitad de la calle, en el Bajo Llobregat. Los dos, uno al lado del otro, sin decir nada, sin moverse, como si fuera una batalla al todo o nada de un western. 

Navajazos en la calle

El vecino, con el hacha en la mano, según ha explicado la Policía Local, había causado, antes de encontrarse con el agente, altercados en la plaza de la Vila. Después, se había dirigido al mercado de la población, ubicado en la Plaza de Europa. Allí, pedía, con su arma blanca, que le dieran dinero, que lo necesitaba, que si no iba a hacer algo grave. 

El hacha la había cogido de un puesto de pescadería y, posteriormente, se había ido a la calle. En la calle Marina con Guifré el Pilós, se había parado. Allí, se había encontrado con un agente de la Policía. Ambos, al verse, se quedan quietos. El agente, entonces, trata de decirle que se calme, que no haga tonterías, que no pasa nada, que baje el arma lentamente… 

Entonces, el agente coge la porra, le da en la mano a la persona y se tira a por él. Le pega en la espalda, lo lleva al suelo y lo reduce con la ayuda de sus otros compañeros. Finalmente, todo acaba bien. Pero, por unos instantes, los vecinos pasaron miedo. Se preguntaron... ¿Y si me lo hubiera encontrado yo por la calle? ¡Bendita Policía!

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