-¿Hola? ¿Me oye? Es que estoy entre los chopos y no se si hay cobertura.
Es que en los pueblos la realidad funciona a otros ritmos. El que está al teléfono es José Luis Rodríguez, el cabeza de lista del Partido Popular en el municipio de Las Inviernas, en Guadalajara. Él será el próximo alcalde de la localidad y, por supuesto, está feliz por ello. Pero ya lo esperaba, en su pueblo siempre han votado al PP, desde que en este país se puede votar, y no creía que en esta ocasión fuera a ser menos.
Hasta ahí, todo normal. Sin embargo, la particularidad en esta ocasión reside en que su oposición va a ser su mujer, María Isabel Espada. Y no en el sentido estrictamente marital, de los roces y tiranteces que afloran en el día a día conyugal, sino porque la va a tener en frente en el pleno del modesto ayuntamiento del municipio. Su mujer, Espada, es la candidata del PSOE que ha conseguido la concejalía tras las elecciones de este domingo y lo ha hecho enarbolando la bandera del partido contrario.
Las Inviernas es un pequeño municipio de esa España vaciada localizado en el noreste de la provincia de Guadalajara y que sólo cuenta con 63 habitantes censados en 2018. Eso sí, la mayoría vive ahí en verano. En invierno, en cambio, el pueblo se vacía y no quedan más de 20 almas por sus calles.
La pequeña localidad ha sido protagonista ahora por el hecho de que José Luis y María Isabel, matrimonio desde hace 17 años, se han presentado a las elecciones en partidos opuestos. Y los dos han ganado, aunque él ha ganado más y será el alcalde mientras que ella ocupará la oposición. Al ser una localidad tan pequeña, Las Inviernas tiene sólo tres concejales y los comicios del domingo le han dado dos al PP y uno al PSOE.
Yendo a los datos más crudos, el Partido Popular ha obtenido 26 votos y el PSOE 15. Los resultados, aunque modestos, son relativamente más equilibrados que en 2015, cuando la formación conservadora obtuvo 43 y la socialista 14. El gran protagonista en esta última jornada, de todas formas, ha sido la abstención: sólo ha habido una participación del 39%.
Él, ganadero y ella, conserje en una comunidad de vecinos
“La campaña electoral la hemos estado llevando muy amenamente”, comenta José Luis en conversación con este diario. “Lo que sí es cierto es que ha llamado la atención que seamos un matrimonio y nunca nos habían hecho tantas entrevistas y entre televisiones, radios y periódicos estábamos deseando que llegaran las elecciones para terminar con esto”, añade. Ya se sabe… lo decía Warhol sobre los minutos de gloria de cada uno.
Ella se mueve en una línea similar. “Yo ni siquiera me presenté porque los vecinos ya me conocían. Él tampoco hizo nada. El otro candidato sí que llevó algunas cosillas e hizo un poco de mitin pero nada”, comenta María Isabel.
Por lo demás, llevan una vida absolutamente normal. Él es agricultor autónomo y trabaja en Las Inviernas, a donde se desplaza cada día para cuidar el campo. Sin embargo, vive en la ciudad de Guadalajara junto a María Isabel, donde ella trabaja como conserje en una comunidad de vecinos. Ambos se conocieron hace 19 años, en Guadalajara.
“Recuerdo que él estaba en un grupo de bailes de salón y vinieron a Guadalajara. Entre los amigos tenían una broma de a ver quién se atrevía a tirarme un hielo y lo hizo él”, comenta María Isabel también al teléfono. “Y con las bromas, surgió el amor”, recuerda.
Y así pasaron su vida sencilla, a caballo entre la capital y Las Inviernas, mientras él iba haciendo sus pinitos en la política local. José Luis ya se presentó a las elecciones de 2015 y también las ganó. Aunque era cabeza de lista, cedió su puesto al otro concejal porque estaba más disponible para los imprevistos.
“Este año, ese amigo no se ha querido volver a presentar. Entonces me presenté yo para que no se quedara solo. Yo le dije que le acompañaba, pero por otro partido, no por el PP y como mis abuelos fueron socialistas, pues PSOE”, aclara María Isabel. Lo de que no se quedara solo, la nueva concejala lo dice por una particularidad. En el pueblo hay tan poca gente que si no se presentaba ella la única opción era meter a alguien de relleno, un desconocido de fuera del pueblo al que seguramente ni fu ni fa.
“Es lo que se hace en los pueblos”, aclara José Luis. “Si no se puede rellenar la lista, el partido pone a uno de fuera y se lleva los votos que sea. El concejal de hace cuatro años ni siquiera vino a tomar posesión. No está bien porque hay muchas tareas y hay que repartirse las cosas, porque los gastos son compartidos, no cobramos”, añade.
Esta realidad viene a poner en evidencia lo que está pasando en muchas partes de la península. Se están quedando sin gente. Sin embargo, José Luis y María Isabel tienen amor el uno por el otro y lo van a intentar convertir en cosas buenas para el pueblo.
“Los dos tenemos las mismas ideas… al final, en un pueblo no importa la ideología, los problemas son siempre los mismos”, comenta ella. “El mayor reto es terminar proyectos con los cazadores y los jóvenes. Estamos a ver si alguien nos cede un terreno para construirle un campo de fútbol a los chavales, que el frontón está muy viejo”, comenta él. “También hay que pavimentar, que las calles están muy viejas”, añade ella. En cierto modo es una suerte, si las cosas no fueran tan fáciles, quizás les pesaba el divorcio.