Así resuelve en 40 minutos el examen de Matemáticas de Selectividad un doctor del CSIC
Manuel de León considera que el examen de la Comunidad Valenciana es fácil pero que está redactado de una manera compleja y farragosa.
6 junio, 2019 13:36Manuel de León está en una especie de brete. El matemático y profesor de Investigación en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha sido contactado por EL ESPAÑOL para que resuelva el polémico examen de matemáticas al que se tuvieron que enfrentar los estudiantes de la Comunidad Valenciana este martes en su Selectividad. Si se equivoca o, por lo que sea, tropieza en alguna de las preguntas, podría perjudicar su imagen. Al final, lo esperable. Se lo saca con mucha facilidad y en 40 minutos tranquilos, explicando y parándose a hablar.
El examen de Matemáticas II que cayó este martes en la Prueba de Acceso a la Universidad (PAU) valenciana, ha levantado ampollas entre los estudiantes. La queja es que se trata del “examen más difícil de todos los años”. Por ello, se ha creado una petición en la plataforma Change.org para exigir soluciones ante el examen. La iniciativa, a las 12:00 de este jueves, ya lleva más de 36.000 firmas que la secundan.
Para hacer el examen, Manuel de León aparece acompañado de Álex, un joven portugués que ha recibido una beca del gobierno luso para hacer su tesis en España. Él le sirve de apoyo, para revisar que las cuentas estén bien hechas y para dar su visión joven sobre el examen. Y Álex subraya: “Es que en Portugal el examen es unificado y en todo el país es el mismo”.
La cita transcurre en el Instituto de Ciencias Matemáticas de la Universidad Autónoma de Madrid. De León se pone a desgranar la opción A del examen y, evidentemente, lo resuelve de una manera muy sencilla. A veces se equivoca en alguna cuenta o algún signo, ya que lo está haciendo todo de cabeza. Pero al obtener la solución, repasa un poco por encima, cambia algún número y signo y ya todo cuadra a la perfección. Tarda entre 10 y 15 minutos en resolver la primera pregunta, con parsimonia, parándose a hablar, y ya tiene 10 de los 30 puntos totales del examen.
Las conclusiones que extrae, evidentemente poniéndose en la piel de un joven estudiante que se enfrenta a la Selectividad, es que no cae nada que no se haya dado, en que sí que tiene sentido lo que se pregunta. Además, el examen no tiene estadística, que es donde comenta que más fallan los alumnos y sí ha aparecido en otras comunidades. Sin embargo, saca la puntilla. Aunque es un examen dentro de los parámetros, está hecho de una forma algo farragosa que sí que podría confundir a los estudiantes.
Un examen fácil pero demasiado farragoso
“Antes de hacer esta prueba he comprobado qué deben saber en Bachillerato y los temas están todos, los deberían haber dado… otra cosa es que en algunos centros no se haya llegado a dar el temario, que la verdad es que es muy extenso y a veces se puede no llegar”, comenta De León. “Pero las preguntas son canónicas, podrían haber caído hace 20 años exactamente igual”, añade.
Para De León el problema del examen consiste en la forma de presentar los enunciados. Ahí sí que podría ser farragoso de más. “Yo puedo poner unos enunciados para que salgan unos parámetros raros o más sencillo, ahí sí que podría ver un problema”, comenta. “En la primera pregunta hay sistemas de ecuaciones lineales, con matrices, se puede hacer de una forma más sencilla, en la que necesitas menos cálculo, o de manera más compleja, donde necesitas más cálculo”, añade. En este caso, parece que han optado por la manera compleja, la que necesita más cuentas, con más tiempo y más probabilidad de equivocarse. “Yo creo que por lo general se tiende a poner más sencillo, y este no es el caso”, dice.
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“Lo que importa en un examen de este estilo es el concepto, es decir, que se sabe lo que hay que hacer o no se sabe lo que hay que hacer. Eso es lo que hay que evaluar. Pues yo podría haber puesto un examen en el que el cálculo es más simple y sabría igual si el concepto se ha entendido o no. Yo entiendo a los chavales que se han encontrado con eso y se han asustado”, añade. “Si yo quiero averiguar si sabe el concepto, lo pongo más fácil y lo sé igual”, insiste.
Un ejemplo concreto del lodazal en que se puede convertir el examen, lo pone en la pregunta C del primer enunciado de la opción A. Esa pregunta, directamente, no tiene nada que ver con el enunciado y puede generar confusión. También pasa lo mismo en la pregunta B del tercer enunciado: están diciendo de una forma “muy rara” que la unidad es un kilómetro. Si a ello se suman los nervios, que se trata del primer día de exámenes en la Comunidad Valenciana y que, dependiendo de esa nota se decide el futuro, el cóctel podría ser demasiado peligroso.
Álex, que en la retaguardia revista para comprobar doblemente que todos los cálculos están bien hechos, coincide con la opinión de De León, de que no se trata de un examen especialmente complejo, pero señala varias puntos. “Un estudiante muy bueno lo sacaría fácil pero un estudiante medio tiene que pelearse mucho porque hay que sacar demasiadas cosas por cada pregunta”, comenta Álex. Cuando se le dice que la duración de la prueba es de una hora y 30 minutos, cree que es muy apretado para hacer tanto en tan poco tiempo.
El debate sobre si el examen debería ser el mismo
Ambos coinciden en la conclusión. El examen es fácil pero está redactado de una forma quizás demasiado compleja. Esto vuelve a poner encima de la mesa el eterno debate que surge cada vez que los estudiantes tienen que enfrentarse a esta prueba, la de la desigualdad entre comunidades autónomas.
Lo más probable es que si se cogiera a un estudiante en La Rioja y a otro en la Comunidad Valenciana y ambos tuvieran exactamente el mismo tipo de conocimientos, la forma en la que se expresa el examen valenciano haría que el de La Rioja sacase una mejor nota. Y aquí, las décimas cuentan mucho. Estirando el ejemplo, la diferencia podría radicar en que el de La Rioja entre en la carrera que quiere y el de Comunidad Valenciana no.
“Hay cosas que no se pueden controlar, como que los jóvenes tengan un profesor bueno o malo y que se de todo el temario o no”, argumenta De León. “Pero en cuanto a la prueba, aquí lo importante no es que se apruebe con un cinco o un seis de nota, sino que determina en qué carrera entras. Para eso hay que estar muy seguro de qué se va a poner en el examen”, añade.
El debate ha dado este año un salto a la plana mayor de la política. Algunos dirigentes, como Alberto Núñez Feijoó se han posicionado abiertamente a favor de un único examen para todo el Estado. Sin embargo, desde el Gobierno no cunde la misma sensación. La portavoz del Ejecutivo y ministra de Educación, Isabel Celaá, ha comunicado este miércoles que se va a crear un grupo de trabajo para garantizar “el mismo grado de dificultad” en todas las comunidades. Sin embargo, eso ya sería para los años venideros, en 2019 las cuentas ya están echadas.