A la buena de María Velandrino Martínez, 82 años de puro señorío de los pies a la cabeza, la conocían cariñosamente en su pueblo como Maruja y era tan religiosa que a falta de una misa por su funeral, se oficiaron dos: la primera en la iglesia de San Pablo y la segunda en el templo de San Juan Bautista. A Maruja le habían arrebatado la vida de forma violenta en su piso de la calle Doctor Molina de la localidad de Abarán (Murcia). Durante los actos religiosos, a un miembro de la familia política de la difunta no se le escapó el detalle de que en ninguna de las referidas misas detectó la presencia de Joaquín.
“Tampoco lo vi en el tanatorio ni en el cementerio”, apunta a EL ESPAÑOL esta persona, desde el anonimato. Ha colaborado activamente aportando abundante información a la Guardia Civil para ayudar a esclarecer el homicidio de esta octogenaria, que se investigaba desde el 26 de abril, y por el que ha sido enviado a prisión un pariente de la víctima: Joaquín Gómez Velandrino.
Las mencionadas ausencias de Joaquín, hijo de una sobrina de Maruja, llevaron a la memoria de este familiar político dos delicadas conversaciones que mantuvo con la víctima y que no dudó en poner en conocimiento del Instituto Armado. La primera se produjo en el verano de 2018, cuando la anciana le confesó que le importunaban las visitas de ese pariente. Joaquín tenía 37 años. “Cada vez que visitaba a Maruja le hacía comentarios verdes, que eran desagradables y la miraba de forma rara”, según relata a EL ESPAÑOL esta informante de la Benemérita.
Su testimonio apunta a un posible móvil sexual como desencadenante del homicidio de la viuda. El contenido obsceno de las conversaciones, y también las bromas, incomodaban a Maruja porque era una señora de hondas creencias católicas. Vivía sola en su piso desde que en 1996 murió su marido y consideraba que no era apropiado mantener esas tertulias con Joaquín al ser este el hijo de su sobrina, Loli Velandrino.
“Una vez le dijo: ‘con el tiempo que llevas viuda no sé cómo estás sin practicar sexo”, ejemplifica la misma testigo. Los amigos y vecinos de Joaquín le definen como una persona educada, pero introvertida. Trabajaba como mecánico y era un gran amante del mundo del motor. Prueba de ello son las fotos de un Mustang Gt Shelby que tenía colgadas en su perfil de Facebook. “Si lo conduzco un minuto me da un infarto, ufff, suena espectacular”, comentaba en su muro ‘Joaqui’, tal y como le decían coloquialmente algunos de sus allegados.
Pese a sus 37 ‘primaveras’ y a que contaba con un piso en la avenida Constitución, seguía soltero y siempre solía dejarse caer por casa de sus padres. Este dato lo han tenido en cuenta los investigadores porque el domicilio de sus progenitores estaba en la calle San Damián, a solo 170 metros de distancia del bloque número 57 de la calle Doctor Molina. Allí residía residía la víctima mortal.
“Solía hacerle visitas esporádicas a Maruja, en horarios extraños, y ella se sentía incómoda”, insiste esta familiar de la fallecida. Y añade que también informó a la Guardia Civil de que mantuvo una segunda conversación sobre las visitas de Joaquín, durante la pasada Navidad, en el transcurso de la cual la anciana le admitió que el tono supuestamente ‘picante’ de las visitas del hijo de su sobrina no cambiaba. “Maruja ya no contestaba al portero cuando Joaquín llamaba para simular que no estaba en su piso. Ella me dijo que le daba miedo que fuera a verla y que se lo iba a decir a su sobrina porque cuando ella no le abría la puerta, llamaba al interfono de otros vecinos del bloque para entrar y subir a su casa”.
Las claves: el Día de la Mona y el funeral de Andrés
Hay dos fechas claves en la muerte de la octogenaria. La primera fue cuando la familia política de Maruja perdió la pista de la anciana: fue el martes 23 de abril, el Día de la Mona, una tradición muy arraigada en Abarán que suele celebrarse en el campo. “El lunes la vimos haciendo la compra y nos dijo que no vendría al campo a celebrar el Día de la Mona porque iba a hacer mal tiempo”, relata la allegada de la víctima. A pesar de que Mariano murió hace 24 años, Maruja mantenía una excelente relación con la hija del que fue su esposo, Mercedes, y con toda su familia política. Tanto era así que a diario solía ir a su casa a visitarla, y si no la llamaba por teléfono. Mari Carmen, una amiga de la difunta, recuerda con cariño que “desde que Maruja se quedó viuda era habitual verla con sus nietas postizas”.
Los allegados de Maruja no supieron nada de ella ni el martes 23 ni el miércoles 24. No sospecharon nada porque era una mujer que disfrutaba de forma activa de la etapa dorada de la tercera edad: le gustaba calzarse unas zapatillas de deporte para salir a caminar por las tardes. Disfrutaba degustando un refrigerio en la terraza del Balneario de Archena mientras el sol bañaba su cara. Acudía a misa con sus amigas con asiduidad. Hasta era capaz de entretenerse viendo los partidos del club de sus amores: el Real Madrid.
La segunda fecha clave en la investigación fue el jueves 25 de abril. Ese día, la familia política de Maruja comenzó a preocuparse por su paradero. Les informaron de que la anciana no había asistido al funeral de su buen amigo Andrés, también vecino de escalera, casi puerta con puerta. Este octogenario residía en el segundo D, justo en frente del piso de Maruja, el segundo C. Se conocían desde hacía décadas. Ambos eran viudos, y quizá por eso se hicieron amigos tan rápido, estrechando lazos con facilidad.
“Su vecino tenía una asistenta en su vivienda, Joana, una hondureña. Joana se puso en contacto con la familia política de Maruja al extrañarse de su ausencia en el funeral de Andrés”, resalta la referida colaboradora en la investigación. De inmediato trataron de localizarla, pero su teléfono siempre daba la misma respuesta: "Apagado o fuera de cobertura". También se presentaron a llamar al timbre del piso sin que nadie respondiese al otro lado de la puerta: comenzaban los peores presagios para la familia política de Maruja.
Una patrulla de la Policía Local acudió al inmueble y trató de acceder al segundo C, a través del piso de otra vecina. “Trabajo en una conservera y cuando llegué me encontré a los policías en mi puerta, me preguntaron si desde mi casa se podía entrar a la de Maruja, pero les dije que la mujer que cuidaba de Andrés tenía unas llaves de la casa de ella”, detalla María Trinidad, residente en el bloque número 57 de la calle Doctor Molina.
De muerte natural a muerte violenta: las marcas en el cuello
La imagen que se encontraron los agentes cuando accedieron al piso fue dantesca: la anciana, de 82 años, yacía sin vida en el suelo de su habitación, sobre un gran charco de sangre. Ese día, el 25 de abril, tal y como refleja un atestado de la Guardia Civil al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, la muerte de la anciana se asoció a circunstancias propias de su avanzada edad: “La doctora forense, personada en el lugar del hallazgo, informó de que a falta de la práctica de la oportuna autopsia, todo apunta a muerte por causa natural”.
Sin embargo, el día 26, después de que el cadáver pasara por el cribado del Instituto Anatómico Forense saltaron las alarmas en la Benemérita: “La doctora forense ha activado al equipo territorial de Policía Judicial de Cieza para realización de inspección ocular en el lugar del hallazgo, habiendo sido localizadas en el cuello de la finada varias heridas en ambos laterales del cuello, pudiendo ser estas las causantes del fallecimiento de la mujer hallada”.
La investigación daba un giro: de muerte natural a violenta. Mercedes, la hija de Mariano el que antaño fue esposo de Maruja, asegura convencida a este diario que la viuda de su padre “no tenía rencillas con nadie, su muerte no se produjo durante un robo porque su piso estaba intacto, tenía joyas, un sobre con 3.000 euros en metálico y no se llevaron nada”. No habla en vano este profesora de Primaria jubilada, puesto que los investigadores pronto comenzaron a escudriñar el entorno de la víctima. Del piso de la anciana solo tenían llaves supuestamente dos personas: Joana, la hondureña que cuidaba a Andrés, y Loli, la sobrina de la difunta, y a la sazón, la madre de Joaquín. Los investigadores también analizaron el entorno en el que residía la víctima mortal, la calle Doctor Molina, una vía de sentido único, muy transitada porque hay varios comercios, una administración de lotería y tres sucursales bancarias con cámaras de seguridad que podrían haber grabado algo de interés para la investigación.
El círculo de sospechosos se iba cerrando porque el 23 de abril, Día de la Mona, momento en el que se le perdió la pista a la anciana, la calle en la que residía estaba desértica porque era festivo. Otro dato que puso en la diana de la Guardia Civil al pariente de Maruja fue el hecho de que era una mujer muy ordenada, hogareña, discreta, y con un número reducido de personas que la visitaban en su piso: el cura Don Alberto de la iglesia de San Juan Bautista al que invitó a comer; sus amigas de misa; Mercedes, la hija de su difunto esposo, Mariano, y Joaquín, el hijo de su sobrina, Loli. “Era una mujer que recibía pocas visitas”, confirma María Trinidad, que compartía escalera con la anciana. El propietario de un establecimiento comercial al que acudía Joaquín, desde el anonimato, narra que “la Guardia Civil llevaba un tiempo siguiéndole porque sospechaban de él; cuando venía por aquí era muy educado, pero nunca puedes saber qué hay dentro de la cabeza de la gente”.
El 12 de junio, 48 días después de que arrancase la investigación, se produjo la detención de Joaquín Gómez Velandrino. Este hombre, una vez esposado, acompañó a los investigadores en los registros de una taquilla de un taller de mecánica de Cieza y de la casa de sus padres, en la calle San Damián de Abarán. Su madre, Loli, declinó hacer declaraciones a este diario: “No vamos a hablar”. Un vecino del matrimonio sentenciaba que “son excelentes personas, han sido muy trabajadoras y esto ha sido un palo para ellos”.
En el vecindario se puede palpar la tensión porque todo el mundo es consciente de que el supuesto homicida y la víctima compartían parentesco y para terminar de rizar el rizo, en la misma calle, viven los padres del detenido y Mercedes, la hija de Mariano de la Fuente, el que fue marido de Maruja.
Ingresó en prisión de forma provisional
Este viernes, dos días después de la detención de ‘Joaqui’, por las calles de Abarán, una pintoresca localidad del Valle de Ricote de poco más de 13.000 habitantes, circulaban todo tipo de hipótesis sobre los motivos del homicidio: Joaquín pedía dinero a Maruja para consumir drogas, Joaquín le adeudaba un dinero que no le quiso devolver y la mató en el transcurso de una discusión, incluso algunos decían que Joaquín tenía problemas mentales y ya había tenido algún altercado verbal con otras
En su perfil de Facebook hay un post kilométrico del 15 de diciembre 2016 que comienza así: “Ana, pedazo de golfa, que te tiras hasta a los maridos de tus amigas íntimas (…)”. Y prosigue con amenazas: “Metiéndote en mi relación, en mi vida, no creo en Dios porque aún estás viva, no le tengo miedo ni al diablo, no mereces que escriba, pero eres lo peor, daría todo lo que tengo porque fueras hombre, ibas a pagarlo todo, jamás he publicado nada pero es que cada día me doy más miedo, si no tuviera familia ibas a saber quién es el ‘Joaqui’ (…)”.
De momento, la información aportada por este familiar político de la víctima apunta a un posible móvil de tipo sexual. Desde el Instituto Armado ni confirman ni desmienten ninguna hipótesis sobre los motivos que empujaron a Joaquín a arrebatar la vida a Maruja: “La investigación sigue abierta”. Las mismas fuentes del Instituto Armado solo afirman que la autopsia desveló “indicios de una muerte violenta”, causada por un arma blanca, y que el detenido “es pariente” de la víctima.
Marcha vecinal exigiendo justicia para la víctima
A ocho kilómetros, en los calabozos, según ha podido saber este diario, el supuesto homicida pasó en vela la noche previa a su declaración en sede judicial. Un reo que había quedado en libertad con cargos tras pasar la noche en una celda por una pelea, aseguraba a este diario que ‘Joaqui’ no le había dejado pegar ojo en toda la noche del jueves. “En el calabozo de al lado estaba Joaquín y no ha dejado de llorar en toda la noche, no me dejaba dormir y yo le gritaba: ¡Chacho cállate ya!”.
Este viernes Joaquín prestó declaración ante la magistrada del Juzgado de Instrucción número 4 de Cieza, en funciones de guardia, que ordenó su ingreso en prisión provisional por la presunta autoría del homicidio de la tía de su madre. Ese mismo día, por la noche, cientos de vecinos celebraron una marcha en memoria de María Velandrino Martínez que arrancó desde la calle Doctor Molina, donde residía, y que finalizó en la plaza de la Zarzuela con un emotivo minuto de silencio. Durante el recorrido, Mercedes, la hijastra de la fallecida, lució una pancarta con un mensaje contundente: ‘Abarán con Maruja ¡Justicia!’.
El homenaje concluyó con la lectura de un breve manifiesto en el que la familia política de la difunta dio las gracias a los asistentes “por asistir a esta concentración, para honrar la memoria de Maruja, cuya vida ha ido arrancada de un modo tan horroroso y desagradable y por su trágica muerte. Como mujer de Abarán que nunca dañó a nadie y de comportamiento ejemplar, merece que nuestro pueblo le rinda este reconocimiento. Maruja, el pueblo pide Justicia para ti y que no quede impune tu muerte”.