Habían planeado todo, hasta el más mínimo detalle, para que el día de su boda fuese perfecto. Pero en cuestión de minutos todo se torció. Tras la ceremonia, los cien invitados ya disfrutaban del convite, y la novia se retiró un momento con dos de sus primas para ir al baño. Necesitaba ayuda con el vestido. Juntas, fueron hasta la habitación nupcial que la finca donde celebraban el gran evento había preparado para el matrimonio. Al llegar allí, vio a dos hombres con un portátil.
— ¿Qué hacen aquí? (Dijo pensando que, tal vez, se habían equivocado de sitio)
— Pase, pase. Somos de la Agencia Tributaria. Hemos venido a embargar su boda.
Así fue cómo el fisco arruinó el día más feliz de dos novios, de 39 y 43 años, que decidieron casarse el pasado 1 de junio en Badajoz. La novia, el novio, los padrinos, las damas de honor... nadie daba crédito a lo que estaba pasando. Al principio, los recién casados pensaron que los inspectores buscaban pagos en dinero negro o investigaban los regalos nupciales. Se equivocaban, los inspectores no iban a por ellos, sino a embargar lo que habían pagado por celebrar su boda con la empresa de catering de la finca, que debía dinero a la Agencia Tributaria.
Y aunque no iban a por su dinero, la irrupción en pleno banquete de Hacienda terminó por torcerlo todo: los novios no pudieron cortar la tarta, ni siquiera la cataron, tampoco brindaron con champán, no hubo música y para más inri, se quedaron sin aire acondicionado a 43 grados.
Pero eso no fue lo peor, el momento más desagradable llegó cuando una pareja de la Guardia Civil pidió a la novia que abandonase el baile de su boda, a la que habían venido amigos de Madrid, Valencia e Inglaterra, para hablar con ella. "Estás a tope de felicidad y te ponen en el infierno", se lamenta esta pareja pacense, en declaraciones a Hoy.
Reclamación por daños morales a Hacienda
Los recién casados, si bien, no se van a quedar de manos cruzadas. Les estropearon parte del evento, su día más feliz, y sufrieron daños morales. Por ello han contratado a un abogado de Badajoz y van a presentar una reclamación de responsabilidad patrimonial a la Agencia Tributaria.
"No entiendo la agresividad de ir a la boda, de hablar con nosotros, de llamar a la Guardia Civil... Nos lo podían haber notificado, como lo han hecho luego por escrito y por email", relata el ya marido, de 43 años.
Tras elegir la fecha del esperado evento para ambos, y el sitio de la ceremonia, encontraron la finca perfecta para celebrar el banquete y el baile. Firmaron un contrato y pagaron una señal a través de una transferencia bancaria. Nunca pagaron, ni se lo pidieron, en dinero B. "En el contrato ponía que, tras el abono final, nos darían la factura, así que todo estaba bien", explican al diario local. Habían gastado en la boda los ahorros de toda su vida para que todo saliese perfecto.
Después de hablar con la novia, en la habitación de la finca, los inspectores le pidieron que viniese su marido. Cuando llegó le repitieron las mismas palabras: "Su boda está embargada". El novio se sentó y pensó que era una broma. Incluso llegó a creer que se trataba de una inocentada de sus amigos, pues muchos de ellos organizan eventos, conocen a actores... "Estaba escuchando y pensando: me lo estoy creyendo, pero esto es una broma". Pero no, estaba ocurriendo.
Para evitar tal situación bochornosa frente a todos los invitados, los novios pidieron un día de margen a Hacienda para poder arreglar todo lo que estaba sucediendo el lunes, pero se negaron en rotundo.
"Yo estaba en shock"
Finalmente, el encargado del catering entró en la habitación, pidió a los inspectores que dejasen marchar a los novios y se ofreció para quedarse respondiendo a sus preguntas. Más aliviados, los dos volvieron al salón nupcial para descubrir que la comida y los postres ya habían terminado. Los invitados les esperaban para ponerles un vídeo con fotos, pero apenas se enteraron. "Yo estaba en shock, desencajada. Estábamos mirando el vídeo y ni nos enterábamos de lo que pasaba", cuenta la novia.
La comida no era la único que se había terminado, los camareros ni siquiera sirvieron la tarta, no sirvieron el champán y, con el susto, a la pareja se le olvidó hasta repartir los regalos de recuerdo que habían comprado a sus invitados.
A todos esos problemas, se sumó que el sistema de sonido no funcionó para escuchar el video, no podían encender el aire acondicionado, y el grupo de música que habían contratado para el baile ni siquiera asistió.
Pero no contentos con el espectáculo que los inspectores habían dado en un primer momento, la Guardia Civil requirió de nuevo la presencia de la novia, sin que se enterase su marido. "El camarero me dijo que la Guardia Civil estaba fuera y que querían hablar conmigo para que el novio no se pusiese nervioso, que tenía que salir, que me iba a llevar por las cocinas para no llamar la atención. Le seguí y acabé en el aparcamiento con los inspectores y dos agentes de uniforme; me pidieron mis datos, me preguntaban cosas, pero yo no sabía qué pasaba".
El novio no tardó en darse cuenta y buscó a su mujer. Al verla con los guardias de la Benemérita se enfadó. Estaba fuera de mí, les insulté y les dije que se largaran", reconoce, aunque ahora se arrepiente: "Tal vez intentaban ayudarnos". Después la novia se vino abajo y empezó a llorar, nunca había visto a su marido. No le faltaba razón, habían arruinado el día más importante de sus vidas.