La distancia entre la localidad abulense de Brieva y el Palacio de la Zarzuela es de 107 kilómetros. Si marcas el recorrido en Google te sale que tardas en recorrerlo en coche una hora y siete minutos. El pasado domingo 16 de junio, nadie reparó en una furgoneta Mercedes Benz, modelo Viano, negra con las lunas tintadas, que hacía el sencillo trayecto por la A-6. Los que se cruzaron en su camino no sabían que dentro iba la hija menor de Juan Carlos y Sofía, la Infanta Cristina. La ex duquesa de Palma volvía de la prisión de Brieva, donde está preso su marido, Iñaki Urdangarin, desde hace un año. En concreto, desde el 18 de junio de 2018.
Fue entonces cuando la hermana de Felipe VI empezó a sentirse mal. Esta vez iba sola con el conductor y un miembro de seguridad. Sus dos hijos menores, que sí habían viajado a Madrid, se había quedado en Zarzuela. Cristina quería verse con su esposo a solas. "Le pidió al chófer que acelerara porque empezaba a encontrarse fatal. Estaban pasando el puente de Guadarrama así que decidieron llegar hasta El Pardo para que la vieran allí los médicos de la Casa. Al final, se quedó en un susto, un ataque de ansiedad, aunque ella llegó a pensar que se trataba de un infarto", confiesa a EL ESPAÑOL una amiga íntima, de las pocas que le quedan en España a la esposa de Iñaki Urdangarin.
¿Cuál es la causa de todos los males de la ex duquesa de Palma? Los 45 que pasó en su visita al lado de su esposo. La Infanta encontró a Iñaki muy desmejorado, flojo de ánimo y se dio cuenta de que había perdido mucho peso. "No sé cuánto ha podido perder porque yo no lo he visto, pero Cristina salió muy preocupada de la prisión", añade la misma persona informante.
El estado de nervios de la hija menor del Rey Emérito era tal que tras llegar a Zarzuela, en vez de marcharse ese mismo día a última a Ginebra, donde tiene su residencia, decidió quedarse, por consejo médico, hasta el martes siguiente. Sus dos hijos menores, Miguel e Irene, permanecieron a su lado. Fue entonces cuando su madre Sofía, que vive con angustia el estado de su hija, le pidió que se quedara una larga temporada en Madrid, a lo que ella se negó de forma rotunda. El martes por la mañana voló rumbo a Suiza.
La madre de Felipe VI quiere tener a la Infanta Cristina lo más cerca posible. No se fía del estado de ánimo de su hija. El ataque de ansiedad que sufrió hace dos fines de semana viene a corroborar lo mal que lo está pasando el matrimonio Urdangarin Borbón. La hermana del actual Rey visita con regularidad a un psicólogo en la ciudad suiza en la reside, pero nadie está preparado para vivir una situación tan dura y que ha llevado a la Infanta a sufrir una verdadera depresión.
Vuelta al pozo anímico
La última visita a su marido le ha hecho recaer en el pozo anímico en el que se encontraba hace unos meses y del que parecía haber salido un poco. Él no se encuentra mucho mejor. "Su físico ha quedado marcado para siempre. Es un hombre consumido, más delgado. La soledad es muy dura", revela una fuente de Zarzuela. "Estar solo todo el día durante 12 meses es algo que no te puedes imaginar hasta que lo vives", añade. Es cierto que Iñaki ha elegido él esa soledad forzosa. La elección de la cárcel de Brieva no fue por casualidad. Se trata de una prisión sólo de mujeres que reunía algo que él ansiaba al entrar en la cárcel: privacidad dentro de lo posible. Al no tener compañeros en el pequeño módulo en que está confinado se reduce el riesgo de que se filtren fotos sobre su rutina de preso. Además, tampoco corre el riesgo de tener problemas con otros presos.
Para la familia este estatus especial, aparentemente de preso VIP, también son ventajas, ya que la Infanta acude casi todas las semanas a visitar a su marido. Lo hace fuera del horario de visitas y, a diferencia de otros familiares que se acercan a ver a sus presos, entra en furgoneta hasta el interior de las instalaciones.
Todas las facilidades se le han concedido con permiso del Ministerio de Interior, de quien depende Prisiones, y le han sido dadas para que su presencia no altere el funcionamiento de la cárcel. Los hermanos de Iñaki sí que entran y salen por la puerta como el resto de los visitantes. Son sus hermanas las que más veces han acudido a ver al ex jugador de balonmano. Puede recibir visitas en solitario, otras en grupo -no más de seis personas- y encuentros vis a vis. En los locutorios, dos veces a la semana durante 20 minutos.
A pesar de que no se puede decir que el ex duque de Palma haya estado mucho tiempo solo, lo cierto es que la última denegación de permiso le ha hecho mucho daño. El yerno de Juan Carlos tenía la esperanza de que le dejaran salir, aunque fuera por unas horas, antes del verano, pero finalmente se le negó y tendrá que esperar hasta Navidades para poder abandonar la cárcel con un permiso carcelario.
El verano más duro de Cristina
Así que a la Infanta Cristina le espera el verano más duro de su vida. En el que se va a quedar sola, muy sola. Sus dos hijos mayores ya no viven con ella en Ginebra desde el pasado curso. El mayor Juan Valentín estudia en la Universidad inglesa de Essex, a media hora de Londres. Se trata de una universidad privada, como todas las de Gran Bretaña, por la que sus padres pagan unos 10.000 euros anuales. Eso sin sumar alojamiento ni otro gasto que pueda tener.
Pablo tampoco vive ya con Cristina. El mediano de los Urdangarín Borbón sigue los pasos de su padre en el balonmano y juega en el TSV Hannover-Burgdorf, en la localidad alemana de Hannover, donde comparte piso con dos compañeros del equipo. El pasado mes de abril recibió la grata sorpresa de la visita de sus abuelos maternos y de la madre de Urdangarin, Claire Liebaert.
Miguel sigue estudiando en Ginebra en el mismo colegio que su hermana pequeña, Irene, aunque los dos se marcharán a Estados Unidos en julio a un campamento. Pero, por supuesto, no irán al mismo que sus primas, la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía. Zarzuela ya ha anunciado que también estarán en julio en EEUU.
La Infanta Cristina se quedará sola en Ginebra y su madre y su hermana, la duquesa de Lugo, le han pedido que se desplace a Palma de Mallorca o Madrid para pasar el principio del verano juntas. Idea que la ex duquesa ha desechado por motivos laborales. Sin duda, la hermana de Felipe VI tiene en sus padres y su hermana el apoyo que le ha negado el actual Rey y que tan mal se lo ha hecho pasar. "Esa fue una de las razones que más le han hecho sufrir, porque puede que te esperes que en público no te hagan ni un solo gesto, pero es que en privado casi ha sido peor. Y eso ella no lo va a olvidar", confiesa la misma amiga de la Infanta Cristina.
Al consuelo que siempre ha tenido por parte de su madre, la Reina Sofía como de su hermana, la Infanta Elena, se ha unido el de su padre. Juan Carlos escenificó la reconciliación familiar en mayo de 2017, cuando besó a su hija en el funeral de Alicia de Borbón y Parma. Pero desde que Iñaki está en prisión los lazos se han unido mucho más. Se ha sabido que el Emérito se encontró con su hija el pasado 27 de mayo, cuando se anunció su retirada de la agenda de la Familia Real, es decir, de la actividad oficial.
A finales del mes de noviembre Iñaki podría gozar de su primer permiso. Todo indica que el juez se lo concederá. Se tratará de una serie de días, pero nunca más de seis seguidos. Después vendrá el tercer grado, que con su comportamiento no parece que vaya a tardar mucho [Fue condenado por el Tribunal Supremo cinco años y 10 meses de prisión]. Será cuando cumpla la mitad de su condena. Entonces será cuando la Infanta se plantee volver a vivir en España de verdad, ya que su marido necesitará un trabajo y una situación familiar estable para que ese beneficio penitenciario sea más sencillo.
Para entonces tiene la esperanza de que el pequeño de sus hijos, Miguel (y el más revoltoso según palabras de su propio padre cuando este era casi un bebé) ya se encuentre en una universidad extranjera. Cristina volvería a Madrid con Irene. La Infanta no quiere que sus hijos sufran en el colegio las consecuencias de la condena a su padre. Esta fue la razón fundamental por la que eligió el destierro en Ginebra.