Mientras usted dormía esta pasada noche, Michael Jackson, en el décimo aniversario se su muerte, ha ingresado 365.280 dólares, según mis cálculos, teniendo en cuenta las cifras declaradas el año pasado, que ascendieron a 400 millones de dólares.
En fin, que, si usted tarda en leer este párrafo un minuto, Michael Jackson habrá ingresado 761 dólares, algo menos de lo que en 2018 era el salario mínimo interprofesional en España, que estaba en 735,90 euros (838,12 dólares).
Le cuento. Fue en el año 2013, cuatro años después de su muerte, acaecida el 25 de junio de 2009, cuando Jackson ingresó 160 millones de dólares, lo que le convirtió en el artista mejor pagado del año, incluyendo a los artistas vivos.
Para hacernos una idea, la cantante Madonna ingresó ese año en torno a los 100 millones. En 2016, el rey del pop volvió a hacerse con la corona financiera ingresando en sus arcas el mayor beneficio de cualquier celebridad, 825 millones.
Le digo más. Por comparar con las cifras astronómicas que estamos acostumbrados a leer sobre estrellas del deporte o de Hollywood, el futbolista argentino, el jugador mejor pagado del mundo, Lionel Messi, generó, en 2018, unos 142 millones de dólares; el tenista Rafa Nadal, casi 35 millones; y el actor George Clooney, 232 millones de dólares. Ahí queda.
Cuando murió, Jackson tenía una deuda de más de 400 millones de dólares. Su estilo de vida, el juicio al que se enfrentó en 2005, y los casi diez años de inactividad, lo llevó a pedir préstamos y gastar todo su efectivo. Pues bien, desde ese fatídico junio de 2009 hasta la fecha, el trust familiar Michael Jackson Estate, ha recibido unos 2.300 millones de dólares. Si tenemos en cuenta que en los 30 años de carrera del rey del pop en solitario ingresó unos 2.000 millones, está claro que valía más muerto que vivo.
Michael Jackson tiene todo un imperio postmortem. Sus ingresos lo colocan en lo más alto del pódium financiero de las celebridades muertas, incluso de las vivas con mayores ingresos. Con su nombre se reeditan álbumes, se hacen nuevas recopilaciones, se realizan espectáculos como el del Cirque de Soleil con su música… Porque las cifras que estoy barajando aquí corresponden únicamente a las del trust familiar. Aquí no cuento a la industria musical Sony, que también gana lo suyo de Michael Jackson.
Está claro que hay muchas formas de ganar dinero, y también desde el más allá. Lo vemos en tres episodios.
1. Objetivo Michael Jackson
El próximo 23 de julio, la editorial Arcopress, del grupo Almuzara, publicará mi libro ¡Objetivo Michael Jackson! Cuando el editor, Manuel Pimentel, me preguntó si yo pensaba si su muerte formaba parte de una conspiración, le dije que, en el caso de Jackson, no es si hubo conspiración, sino cuántas hubo. Y lo mantengo. Aunque la económica es la que más peso tiene.
La versión oficial de su muerte concluye que fue un homicidio involuntario. Yo opino que fue un homicidio intencionado. La versión oficial dice que fue el médico del rey del pop, Conrad Murray, quien negligentemente inyectó más propofol –anestésico-, de la cuenta, y eso le produjo la muerte. Después de analizar los informes forenses, policiales, y judiciales, yo digo que, desde luego, quien no le provocó la muerte fue un médico negligente. ¿Sabe usted que también se encontró el dichoso propofol en su estómago? Cualquier persona vinculada con la medicina sabe que esa sustancia únicamente se suministra por vía intravenosa, nunca por vía oral. Murray tenía muchos defectos de los que ahora no viene al caso mencionar, pero era un médico especializado en cardiología, sin ninguna tachadura en su carrera, y así lo demostraron los numerosos pacientes que pasaron por el estrado durante su juicio en 2011. Entonces, ¿quién le introduce el propofol en el estómago? Además, ¿cómo podía serle beneficioso al médico el dejar de cobrar 150.000 dólares al mes por cuidar del cantante? Muerto el artista, fuera ingresos.
Y, lo que más me perturba: ¿por qué nadie ha dicho que las pruebas que incautó la policía en la escena del crimen estaban contaminadas? No sirven. Jeringuilla, tubos, guantes, medicamentos… Vea. Cuando a Michael Jackson se lo lleva la ambulancia desde su casa anónima y alquilada en Los Ángeles, ese 25 de julio de 2009 -yo pienso que ya estaba muerto, pero ese es otro cantar-, su muerte se declara oficialmente en el hospital Ronald Reagan UCLA Medical Center a las 2:26 pm, pero los investigadores no llegan a su casa hasta las 7:10 pm. Antes, incluso antes de ir al hospital, alguno de los hermanos del fallecido, pasaron por su casa y se llevaron ordenadores, discos duros, ropa, joyas… Por no hablar del personal de servicio y de seguridad que camparon a sus anchas por toda la casa. Contaminaron la escena, ¿por qué la policía no se apresuró a precintar la escena? Bueno, y lo de la familia también es de traca. Les comunican que ha muerto un hermano, y se van a ver lo que pillan. Por suerte, no todos. Pero eso ya he podido comprobarlo yo mientras escribía el libro, y no hay “money”, no hay nada. Ya lo escribió y cantó Michael: “Mentir por ello, espiar por ello, matar por ello, morir por ello”. ¿Lo sabía?
2. La mala suerte de tener éxito
Michael Jackson tuvo la mala suerte de tener éxito. Y, lo digo porque cada éxito que llegaba, venía acompañado de una dosis de mala suerte. Comenzando por el anuncio de Pepsi en 1984 que le costó una buena parte de las múltiples cicatrices (13) que menciona la autopsia, y su adicción a los calmantes.
A Michael Jackson, con el culmen de la acusación de Evan Chandler en 1993 por abusar sexualmente de él, fue juzgado tanto dentro como fuera de los tribunales. Dentro, resultó inocente de los 10 cargos que le imputaban –varios de abusos de menores, otro de intento de abuso, uno de secuestro, y otro más, de suministrar alcohol a un menor. Y, fuera, los medios de todo el mundo se hicieron eco de diferentes hipótesis, pero siempre obviando las pruebas que lo exculpaban. Raro.
Con todo, quedó demostrada la inocencia de Jackson. Y, no fue solo en el juicio, donde un jurado imparcial lo declaró no culpable de todos los cargos. Fue mucho más. Antes de llegar a ese punto, policías, fiscales y el FBI realizaron un exhaustivo registro de sus pertenencias, entrando en el rancho Neverland, e incautando discos duros, fotografías, vídeos… No se encontró nada que le inculpara.
Y, lo que realmente me ha dejado ojiplática, lo que supera a todo es el “registro” que se le hace al propio Jackson. Sí, pero no hablo del registro de los bolsillos de su chaqueta, o de sus pantalones, no. Hablo del “registro” -con derecho a tomar fotografías-, de su pene, su ano, y sus testículos, en busca de pruebas que confirmen –o no-, la descripción que han dado de sus partes íntimas aquellos que lo acusan. Y, siguen acusándolo, aunque a día de hoy, Michael Jackson nunca ha sido condenado por ningún crimen. ¿La mala suerte de tener éxito… y dinero?
Y, en este punto comienza el deterioro físico y económico de Jackson.
3. Un cadáver anciano
La muerte encuentra a Jackson estrujado. Su autopsia demuestra lo castigado de un cuerpo que cada día, después de los ensayos, se sometía a hidratación salina intravenosa, y oxígeno. Vamos, lo normal. Uno sale del trabajo, y en lugar de tomar una cervecita con un amigo y contarse mutuamente lo agotados que están, pues se va a casa, donde le espera su médico personal, para estirarlo en una camilla, ponerle una vía en la ingle, y suministrarle un goteo de sales, al mismo tiempo que le pone una mascarilla de oxígeno. Y digo yo: ¿no había nadie que se diera cuenta de que este hombre estaba mal? ¿Convenía no darse cuenta? No sé, pero lo canta claramente su autopsia. Michael Jackson, 1,75 de altura y 51 kg de peso, un adenoma tubular en el cólon que podía derivar en maligno, próstata que le impedía orinar normalmente –llevaba sonda-, problemas en los pulmones, artritis, artrosis, lupus, vitíligo… Un hombre de 50 años, metido en un cuerpo anciano.
Sólo unas horas antes de su muerte, Michael había acudido a sus ensayos para preparar su gira This is it. Una serie de 10 conciertos que firmó con la promotora AEG Live, que inesperadamente se convirtieron en 50, el mismo día en que el cantante se subió al escenario londinense del O2 Arena, y anunció sorpresivamente a los casi 20.000 asistentes que sería su última gira.
La gira nunca se hizo, pero lejos de ser una ruina para la empresa, la muerte de Jackson, y el documental que cubrió sus últimos ensayos fue un éxito económico que aún continúa generando ingresos. Jackson sigue siendo el motor económico de su familia, y su catálogo es de los que más pingües beneficios reportan. El patrimonio que el rey del pop creó en un fideicomiso para sus hijos sigue creciendo; en parte también a la buena gestión de uno de sus albaceas, el abogado John Branca. A quien, por cierto, una buena parte de la familia Jackson se le echó encima cuando se abrió el testamento y se vieron excluidos del mismo. A excepción de su madre, Katherine, que estaba incluida como guardia y custodia de sus tres hijos: Michael Joseph Jackson I, más conocido como Prince; Paris Michael Katherine Jackson, y Prince Joseph Jackson II, llamado coloquialmente, Blanket.
Son muchos los externos a la industria musical y a la familia que se enriquecen a costa del artista. En los últimos años, se me ocurren dos documentales que están haciendo su agosto Leaving Neverland, y Killing Michael Jackson. Del primero no soy autoridad para dictaminar su veracidad, aunque sí para decir que a mi entender es un documental cojo. Le falta la otra parte, la que da voz a la familia, amigos y niños a los que Jackson les montó auténticas habitaciones de hospital en su casa y les sufragó los gastos médicos de sus dolencias, algunas terminales.
Y, el segundo, Killing Michael Jackson, me parece un despropósito las fotografías que están dando la vuelta al mundo como exclusivas. Lo que puedo decir es que en la cama de Jackson quién yacía era el propio Jackson y algunos artilugios médicos. Así lo demuestran las primeras imágenes gráficas que se consiguen. Y, aunque los otros artilugios, incluida la muñeca, se encontraban en la habitación, no estaban sobre la cama en el momento en que Michael agonizaba allí. Se pusieron después. Vergüenza.
Y digo, a la luz de estas cifras: ¿a alguien puede sorprenderle que Michael Jackson es todo un negocio? ¿Sabía la industria que esto iba a ocurrir? Esto es todo, por ahora, This is it.