Un siniestro bar de carretera en Benicarló (Castellón). Abre las 24 horas y tiene habitaciones en la planta de arriba. Allí se reúne una secta satánica formada por poderosos empresarios y políticos europeos. Raptan a niños de un centro de menores tutelados próximo. Los violan y los torturan dentro del antro. Graban las perversiones y venden los vídeos por cantidades millonarias. Allí mismo, una noche, Carlos Fabra mató a un gitano. ¿Les suena la historia?

Probablemente. Es el llamado Caso Bar España. Hoy en día es casi imposible hablar de delitos que han quedado impunes y que nadie pregunte: “¿Y el Caso Bar España qué?”. Un supuesto escándalo sin resolver en el que estaría implicados importantes personajes de los más altos estratos de la sociedad. Mónica Oltra prometió investigar el caso a fondo. Beatriz Talegón lo ha pedido en sus redes. Incluso Carlos Fabra pasó por los juzgados en mayo por este asunto. ¿Realmente hay Caso Bar España?

En efecto, hay Caso Bar España. Pero no es como les han contado hasta ahora. Esta semana, EL ESPAÑOL explica en exclusiva toda la verdad sobre el Caso Bar España: el mayor bulo de la historia de la crónica negra de nuestro país. Una invención surgida de la mente enferma de un peluquero alcohólico y despechado, modelada por un embaucador profesional, viralizada en los rincones más oscuros de internet y llevada a la televisión pública por TV3.

Este reportaje en dos entregas pretende ser una aproximación al Caso Bar España, pero desde un prisma inédito hasta la fecha. El de las auténticas víctimas: T. y A. Colás, las dos hijas del peluquero que ‘destapó’ esa supuesta trama pederasta. Pero no son víctimas porque abusasen de ellas como declaró su padre en 1997. Son víctimas porque ese bulo les ha marcado la vida desde su niñez. Hoy, por primera vez, hablan con un medio de comunicación para explicar qué sucedió en realidad.

¿Qué es el Caso Bar España?

Pero antes de entrar en materia: ¿qué es, a grandes rasgos, el Caso Bar España? Es una leyenda que surgió a principios de este siglo sobre una supuesta secta satánica que actuaba en la Comunidad Valenciana en los 90. Estaría conformada (según este bulo) por personajes conocidos como el expresidente de la Diputación de Castellón Carlos Fabra, el expresidente del AC Milan Giuseppe Farina, la juez Sofía Díaz  o la exconcursante de Masterchef Maribel Gil, así como algún conocido pederasta francés.

Cuenta esta leyenda que cogían a niños del centro de menores tutelado Baix Maestrat, procedentes de familias desestructuradas, y abusaban de ellos. Las violaciones se habrían producido en las habitaciones del Bar España (un bar de carretera de Benicarló) y en una masía propiedad del presidente del Milán llamada Mas del Coll. Utilizaban presuntamente a los críos para realizar rituales satánicos, los mataban y los filmaban.

La trama la habría destapado Reinaldo Colás; un peluquero separado que en 1997 empezó a sospechar que Giuseppe Farina, nuevo novio de su ex, estaría abusando de sus dos hijas de 5 y 3 años. Reinaldo Colás denunció el caso pero sus demandas fueron desestimadas. Él siguió investigando y se acabó topando con esta supuesta trama que no dejó de reivindicar como verdadera hasta el fin de sus días.

Imagen de archivo del bar España, cuando todavía conservaba su nombre original

Ahora, visto en perspectiva, podemos afirmar que el Caso Bar España fue un hoax (bulo) cuyo proceso tiene 3 fases: la primera, su génesis en la mente de Reinaldo Colás. La segunda, su construcción, a cargo de un vendedor de humo llamado Antonio Toscano. La tercera, su difusión, por parte de internautas conspiranoicos (como el conocido con el sobrenombre de Técnico Preocupado), documentalistas galardonados como Valentí Figueras y canales de televisión como TV3. 

Fase 1: Génesis.

1997, Benicarló (Castellón). El conocido peluquero Reinaldo Colás, discípulo de Llongueras, se ha separado de su pareja. Ella es una bailarina australiana 20 años menor que él. Reinaldo no lo supera. “Mi padre fue el machito typical spanish, que fardaba de novia 20 años menor que él y de que la tenía en la casa metida. Tenía un ego enorme y eso le provocaba muchas inseguridades. Siempre tenía que llevar la razón, siempre tenía que quedar por encima. Y lo que más le gustaba en este mundo era que le bailasen el agua. Que lo adulasen. No soportó que mi madre lo dejase. Además, y eso es muy importante, era alcohólico”, cuenta su hija T. Colás. Ahora tiene 27 años, trabaja de enfermera y está absolutamente harta de todo este tema.

“Mis padres estuvieron juntos cerca de 6 años. Pero ya cuando llevaban 4, hicimos un viaje a Australia para ver a mi familia de allí… y mi madre casi no vuelve a España. Estaba harta de mi padre y de sus modales. Al final regresó, pero un par de años después lo dejó. Mi padre no lo asumió. No le permitió a mi madre que nos llevase. Ella se fue de casa sola, pero al final consiguió volver a por nosotras y nos fuimos las tres juntas”.

Reinaldo Colás

Una mujer sola, con dos niñas a su cargo, a más de 15.000 kilómetros de su casa y con una expareja alcohólica, paranoica y obsesiva. Necesitaba ayuda y la pidió. “Mi madre se fue de aquella casa de alquiler cuyo propietario era un señor italiano llamado Giuseppe Farina. Ella le pidió ayuda a ese hombre porque es que se quedaba en la calle. Y Farina nos dejó vivir en una caseta de obra en construcción que tenía en una masía suya. Allí estuvimos un tiempo”, cuenta T., que entonces tenía 5 años. Su hermana A. tenía 3. “Con el tiempo, mi madre empezó una relación con él, pero al principio sólo nos ayudaba. No es verdad que mi madre dejase a mi padre por Farina”, aclara.

T. Colás tiene flashes de aquella época. Su hermana A., ni eso. Eran muy pequeñas y, cuando se quedaban con su padre tras la separación (tenían custodia compartida), él les hacía decir a las niñas una serie de cosas y las grababa con un cassette. “Para nosotras era como un juego. Di esto, dibuja lo otro… y nosotras obedecíamos. Si no lo hacíamos nos castigaba. Si lo hacíamos, nos regalaba cosas. Conmigo por lo visto era más difícil, porque era más grande. Pero mi hermana, que era muy pequeña, repetía todo lo que mi padre le pedía que dijese. Y se pegaba el día siempre con la misma cantinela”.

Nos viola con la pilila

Por la cantinela se refiere a que su padre les obliga a decir cosas del tipo “Giuseppe es malo porque nos viola con la pilila” o “nos obliga a tocarle la pilila y luego mea yogur”. Los dibujos eran, por ejemplo, un señor con cara de malo y una frase debajo en la que la niña ponía “Giuseppe es malo y me gustaría pegarle”. Presuntas confesiones dirigidas por Reinaldo. El peluquero había perdido el norte, manipulaba a sus hijas y preparaba así su venganza contra su exmujer y el novio.

Dibujos que Reinaldo Colás obligaba a hacer a sus hijas, inculpando al novio de su ex

“Mi padre nos coaccionaba. Nosotras no sabíamos ni lo que decíamos, pero lo decíamos. Hasta que un día, él nos dejó a cargo una amiga suya llamada Genoveva, una mujer un poco especial. Por lo que me han contado, ella me pegó un tirón del brazo en un momento dado y yo se lo pegué a ella, o no sé exactamente lo que pasó porque no recuerdo. La cosa es que Genoveva y mi padre hablaron e ‘interpretaron’ que algo me pasaba, que seguro que estaban abusando de nosotras”.

Con estas cogió Reinaldo a sus dos hijas y se las llevó a declarar ante la Guardia Civil, sin avisar a su madre. Allí les dijo a las niñas que explicasen a la policía lo que les había pasado. Y allí mismo las niñas repitieron como loros todo lo que, durante meses, papá les había dicho que repitiesen. Lo de la pilila y lo del yogur. Las dos pequeñas lo declararon ante los agentes y Reinaldo interpuso una denuncia. Era 7 de abril de 1997 y había nacido, oficialmente, el Caso Bar España.

Fase 2. Construcción

“Mi padre siempre tuvo problemas con el alcohol. Contaba que de pequeño le daban un vaso de vino para el estómago. Hasta para eso fue typical spanish”, ríe ahora su hija T. “Pero la separación le afectó demasiado. Entró en una depresión y empezó a beber muchísimo. Tenía delirios”. Y entre todos esos delirios, el principal era que el nuevo novio de su ex violaba a sus hijas.

Reinaldo y su exmujer acabaron muy mal y se cruzaron denuncias. La solución de la administración fue quitarles a ambos la custodia de las niñas de forma cautelar: “Nos ingresaron a mi hermana y a mí durante 6 meses en un centro de menores llamado Baix Maestrat, hasta que le devolvieron la custodia a mi madre cuando vieron el panorama que tenía mi padre”, recuerda T. Este internamiento acabó siendo clave en todo este caso.

Entretanto, Reinaldo seguía difundiendo por todos lados aquel invento. Que Farina violaba a sus hijas. La jueza que recibió el caso, Sofía Díaz, lo vio tan inverosímil e inconsistente que lo archivó. Eso no hizo desistir a Reinaldo Colás, sino todo lo contrario. Fue la prueba que necesitaba su mente enferma para demostrar que se encontraba ante una gran trama de pederastia formada por gente tan poderosa que podía comprar hasta a los jueces. Se lo contó a todo el mundo. En su peluquería durante el día y en los bares donde se emborrachaba por la noche. La gente que se lo creía empezó a verlo como un padre coraje. Y esta información llegó a oídos de un siniestro personaje llamado Antonio Toscano, actualmente fuera del mapa.

El embaucador

Antonio Toscano Marqués es un charlatán, un embaucador. Un valenciano que se presenta como periodista, criminólogo, psicólogo y abogado, además de especialista en sectas satánicas. En virtud de ello ha participado como ‘experto’ en espacios televisivos como el programa de Iker Jiménez y ha sido entrevistado por el diario El Mundo. En realidad no tiene ni una sola de esas titulaciones. Toscano es un personaje turbio que ofrece ayuda a la policía para descubrir por su cuenta a pederastas, su obsesión. En 2011 fue expulsado de la ONG ‘La Voz de la Infancia’ por impostor, tal y como desvelaba eldiario.es. Asimismo presume de haber colaborado con las autoridades portuguesas en el Caso Madeleine, aunque ese dato también es falso porque la policía lusa lo ha desmentido.

El embaucador Antonio Toscano, con una foto de Madeleine, caso en elque NUNCA colaboró con la policía

A Reinaldo Colás sólo le faltaba que alguien le dijese “Yo sí te creo”, y ese fue Toscano. Eran los años 90, los del crimen de Alcàsser, los de la Valencia del Bakalao, con sus fiestas y sus drogas, los de las sectas satánicas y los juegos de rol que acababan en asesinatos. El caldo de cultivo era ideal para crear una leyenda diabólica. Toscano fabuló que había una secta que actuaba por la zona de Levante, conformada por personajes muy importantes. Políticos, jueces, banqueros… Que ellos eran los responsables de la violación y muerte de las tres niñas de Alcàsser. También de la muerte de tres personas en Macastre en 1989. Y que, precisamente, el centro de menores Baix Maestrat donde habían estado internadas 6 meses las hijas del peluquero, era el lugar donde capturaban a niños de familias desestructuradas para violarlos, matarlos y filmar las torturas.

Reinaldo vio la luz. Su paranoia cobró forma, modelada por un Antonio Toscano que encontró los lugares perfectos para ambientar su fabulación: por un lado, una especie de prostíbulo de mala muerte de Benicarló donde se trapicheaba con cocaína. Por el otro, la casa de Farina. Es ahí donde la venganza de Colás contra su ex pasó a ser una gran trama orquestada que salpicó a mucha gente. Toscano cifraba en 80 las víctimas violadas en esos dos lugares, pero decía haber conseguido cerca de una decena de testimonios dispuestos a denunciar aquellos presuntos horrores frente a una cámara. Toscano y Colás iban a grabar juntos un documental que iba a hacer explotar toda aquella truculenta trama.

El vídeo

El enlace de Toscano con los bajos fondos de Benicarló fue Joaquín Crespo, un toxicómano de la zona que también se apuntó al proyecto. Entre él, Toscano y Colás consiguieron liar a una decena de personas de Benicarló y alrededores: un disminuido psíquico de 22 años, un expresidiario toxicómano, su hijastro menor de edad (visiblemente intimidado por las circunstancias), traficantes de poca monta y otros variopintos personajes. Todos con trastornos mentales, graves problemas de adicciones, procedentes de entornos desestructurados o todas las opciones a la vez. Reinaldo, por su parte, convenció a alguna amiga suya llamada Nuria Carque para que también le diese consistencia al relato.

¿Cómo los embaucaron? Por Benicarló, los que los conocen, lo tienen claro: “A algunos les pagaron cuatro duros. A otros les prometieron un pastón cuando ‘todo aquello explotase’. A otros simplemente, los convencieron diciéndoles que iban a salir en la tele. Hablamos de gente sin cultura, casi analfabetos algunos. No sabían ni a lo que se exponían”.

Una de las personas con trastornos mentales embaucadas por Colás y Toscano

Con esos elementos rodaron infinidad de vídeos en la planta superior de la peluquería de Reinaldo Colás. La batuta la llevaba Toscano. Sentaba a los lumpen delante de las cámaras y les hacía unas entrevistas delirantes, con preguntas guiadas y capciosas. Un absoluto esperpento guionizado. Reinaldo Colás grababa, Antonio Toscano preguntaba y se enfadaba cuando los entrevistados no seguían el guion. Ni eso tiene bien editado. Allí, los protagonistas aseguraban que hacían fiestas satánicas con ellos, tanto en las habitaciones del Bar España como en la Masia Mas del Coll, propiedad de Farina. Que Carlos Fabra les había violado y que, una noche, durante una ceremonia, se puso a recitar frases en latín y luego mató de dos tiros a un niño gitano. Repetían, como hicieronven su momento las hijas de Reinaldo Colás, lo que el peluquero (y esta vez también su nuevo socio) les hacían decir.

El resultado lo pueden ver buscando "Bar España" en Youtube y pinchando en la primera entrada. Un pastiche absolutamente grotesco, unido y editado a posteriori por los seguidores de este caso, en un archivo mastodóntico de casi 3 horas de duración. Analizar una por una la cantidad de incongruencias y dislates que allí se recogen darían para otro reportaje entero.

Venganza levantina

Colás y Toscano metieron a personajes de todo tipo en aquella trama. El primero, obviamente, era Giuseppe Farina. El más malo de todos. La obsesión del peluquero despechado. Pero también a personajes conocidos en la zona como Carlos Fabra o el capitán de la Guardia Civil de Vinaroz. También a un conocido pederasta francés llamado Bernard Alapetite, que jamás estuvo en el Bar España, pero que le daba consistencia al relato. ¿Saben quién formaba parte de la trama pederasta también? La jueza Sofía Díaz, la que archivó la primer denuncia que puso Reinaldo Colás.

Con el tiempo, además, se han ido incorporando personajes a aquella supuesta secta satánica asesina. Han aparecido nombres que no estaban inicialmente en la leyenda, como el de Francisco Camps y el de Maribel Gil, concursante de Masterchef y natural de Benicarló. “Si en esa época hubiera habido por ejemplo un futbolista famoso de Castellón, también lo hubieran acabado metiendo en esto”, cuentan por el pueblo a EL ESPAÑOL. Viene a ser una especie de ajuste de cuentas. Una venganza a la levantina. Si tienes algo contra alguien de la zona, di que estuvo implicado en el caso Bar España, que las difamaciones se quedan para siempre en internet.

Aquellas presuntas orgías satánicas concluyeron (según esta leyenda) con 80 menores violados y 5 de ellos fallecidos y enterrados por sus propios compañeros en el subsuelo del Bar España. No obstante, nadie ha reclamado a esas personas. No se tiene constancia de que falten 5 niños. No hay cuerpos, como sí que los hubo en Alcàsser. Solamente conjeturas. 

Manipulación

Otra de las incongruencias de este caso pasa por el hecho de que todas las presuntas víctimas de los abusos eran niños procedentes de familias pobres y conflictivas, salvo las hijas de Reinaldo. Cuenta T. Colás que ella y su hermana sufrieron la obsesión de su padre durante toda su infancia. “Yo con 7 u 8 años ya me di cuenta de todas las mentiras de mi padre y de cómo nos había manipulado y utilizado. Pero todo se acabó cuando yo tenía 12 años. Una mañana nos agarró a mí y a mi hermana y nos dijo que nos llevaba a desayunar y luego al cole. Pero en realidad nos llevó a la Guardia Civil a declarar. Estaba exultante. Decía que había conocido a alguien en Protección al menor que nos iba a ayudar”.

El padrastro de uno de los niños presuntamente violados, un expresidiario de Castellón

Allí lo estaban esperando, sí. Pero para detenerlo. Fue arrestado por el secuestro de sus hijas. Las autoridades le estaban siguiendo la pista. Sabían de sus problemas mentales, de su alcoholismo, de sus excesos y de la posible esquizofrenia paranoide que le adivinaron en un juzgado. "Para diagnosticar aquella esquizofrenia hacía falta su consentimiento para ser examinado, pero él nunca lo dio", cuenta su hija. Pasó dos días en el calabozo y lo soltaron.

Desde Protección al menor mandaron a T. y A. con su madre y a Reinaldo le impusieron una orden de alejamiento hasta que sus hijas tuviesen 18 años. Así, las niñas no volvieron a ver su padre hasta que cumplieron la mayoría de edad “Fue digamos la época en la que pudimos descansar”, reconoce T.

Aquello sucedió en 2004. Las hermanas Colás ya estaban fuera de la tóxica influencia de su padre. Pero la justicia todavía tenía que pronunciarse. De todas las denuncias que se presentaron, al final solamente siguió adelante la de Reinaldo Colás, el único que se mantuvo firme hasta el final.

En la entrega de mañana explicaremos la resolución judicial del caso, así como el funcionamiento del ventilador que aireó esta mentira y la repitió más de mil veces, hasta convertirla, para muchos, en una verdad.