Uno de los destinos preferidos por los amantes del turismo rural es la Sierra de Cádiz. Allí, numerosos municipios blancos se entrelazan en un recorrido por el sur de la Península conocido como la Ruta de los Pueblos Blancos. Gastronomía, urbanismo andalusí, naturaleza, tranquilidad y un valioso vestigio arqueológico. Todo ello concentrado en las laderas de las montañas. Uno de esos pueblos es Algar, un municipio gaditano de apenas 1500 habitantes. Por allí pasó la británica Lesley Pearson, de 74 años, hace una década, en su recorrido por el sur. Y allí se quedó. Compró junto a Frank, su marido, un ingeniero eléctrico, un chalet de 500 metros cuadrados con vistas a un inmenso embalse. Lo llamó "Casa Lele". En esta vivienda de ensueño de aspecto rústico ha aparecido el cadáver de la "adorable" británica, 10 años después, enterrado y tapado con tablas y cal viva cerca de unas cañas. Javi, su jardinero de toda la vida, ha confesado el crimen.
Acento andaluz
Poco le costó a la pensionista Lele adaptarse a su nueva vida en el municipio gaditano cuando se compró la finca. "Daba clases de yoga y algunos masajes en el Hogar del Pensionista", cuenta Antonio, el regente de un bar, a EL ESPAÑOL. "Era muy educada y simpática", añade. De hecho, otro vecino del municipio asegura que tenía cierto acento andaluz cuando hablaba castellano. "La última vez que la vi fue vestida de sevillana en la romería", confiesa a este periódico otra vecina de Algar.
Se fue cerca de los suyos
Todo cambió cuando la británica enviudó hace tres años. Según ha explicado el diario británico The Mirror, su marido perdió la vida en un accidente de tráfico cuando tenía 42 años. "Desde entonces se sentía muy sola. Intentó vivir en esa casa tan grande durante un tiempo pero la soledad pudo con ella", explica la misma vecina. "Se fue a otra finca que tiene en Estepona. Allí hay más británicos y está más cerca de Gibraltar", añade. Sin embargo, iba y venía a "Casa Lela" aproximadamente 2 veces al mes. La misma fuente ha confesado a este periódico que tenía pensado mudarse, pero aún no era oficial. Sin embargo, al parecer alguien se le adelantó.
A lo largo de todos estos años a su vera estaba Francisco Javier Becerra, más conocido como Javi, un algareño de 45 años. Se podría decir que era su jardinero "fiel" ya que se encargaba del mantenimiento de su casa desde hacía muchos años. Era huérfano y "no muy sociable", según explica un camarero de la localidad. Vivía con su tío, enfermo de alzheimer, en el pueblo.
Desvalijó la casa
"Javi nos contó que Lele se había mudado y que le había dicho que vendiese todos sus muebles", sostiene la misma vecina. Y así hizo. Al parecer, el gaditano comenzó a vender algunos artículos de la británica por el pueblo. Sin embargo, las supuestas intenciones que tenía la británica de vender sus muebles eran mentira.
El pasado 11 de julio Lele alquiló un vehículo supuestamente para trasladar algunos enseres de la casa a la otra vivienda situada en la Costa del Sol malagueña. Las primeras sospechas comenzaron cuando la británica no devolvió el coche a las 24 horas acordadas. Un familiar suyo denunció la desaparición en la Guardia Civil en La Línea. Este domingo los agentes hallaron su cuerpo semienterrado y con signos de violencia en las inmediaciones de su finca. El autor del crimen había tapado el cadáver con tablas y cal viva.
Los agentes poco tardaron en localizar al sospechoso numero uno. Se trataba de Javi, su jardinero. Según ha adelantado, La Voz de Cádiz, las respuestas que dio a los investigadores sobre el paradero de la pensionista eran muy contradictorias. La comisión judicial realizó este lunes una reconstrucción de los hechos en la vivienda con él presente. Se le detuvo.
Confesión del crimen
Este martes, el acusado declaró ante la jueza titular del Juzgado de Instrucción número 2 de Arcos de La Frontera. Javi confesó ser el autor de la muerte de Lele. La magistrada decretó su ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza. Al parecer, Lele se enteró de que su jardinero estaba vendiendo sus enseres. El desenlace final supuestamente fue la muerte de la británica.
En el pueblo están consternados. No se lo pueden creer. "Aquí jamás había pasado nada. Estamos todos muy unidos", confiesa una vecina. El pasado 22 de julio se decretó un día de silencio. El alcalde, José Carlos Sánchez Barea, convocó a todos los vecinos frente al Ayuntamiento para realizar tres minutos de silencio.