El deporte ha sido históricamente un caldo de cultivo para grandes gestas sociales. Ahí está Jesse Owens levantando sus cuatro oros en la casa de Adolf Hitler, la selección nacional de rugby de Sudáfrica uniendo un país o, más en lo nuestro, deportistas como Mireia Belmonte y Carolina Marín poniendo el foco en el sexo olvidado. Sin embargo, el deporte todavía tiene pendiente la cuenta de la homosexualidad. A día de hoy sigue siendo muy difícil salir del armario en los vestuarios y hay casos como el de Justin Fashanu: inglés, futbolista, gay y que se acabó suicidando.
En esa brecha está ahora el Madrid Tennis Open, que en el ‘open’ guarda un par de sentidos. La XVII edición de este torneo arrancó el pasado jueves y seguirá hasta este domingo. Con sede en la Ciudad de la Raqueta de Madrid, este evento está organizado por el club LGTBI de tenis Madpoint y a él han acudido 170 tenistas de 25 países. Es una especie de orgullo, lejos del centro de la ciudad y de las caravanas y lo masivo y que tiene como bandera fomentar la tolerancia a las distintas orientaciones sexuales a través del deporte.
Siendo parte de los 85 torneos que comprenden la asociación internacional Gay and Lesbian Tennis Alliance, se ha colocado como una de las competiciones más relevantes del mundo en ese sentido. “Buscamos crear un espacio seguro donde nadie sea atacado, insultado o humillado por su orientación, nacionalidad o raza”, cuenta Luis Pérez, director de la hazaña, a las orillas de una tierra batida.
“En Madrid, el año pasado hubo alrededor de 300 agresiones homófobas y 80 de ellas fueron en espacios deportivos, a pesar de que la ciudad es uno de los sitios más seguros del mundo para la comunidad”, añade. “A veces los heterosexuales no se dan cuenta de esto porque a ellos nadie les va a mirar mal por entrar de la mano con su pareja en un bar”, apuntala.
Una de sus características más llamativas es el cariz internacional de la gente que participa en el torneo. A veces, desde sofá del etnocentrismo occidental uno se olvida de que las luchas asumidas siguen siendo el día a día para otras muchas personas y que el ser lo que se es, en ocasiones es un lujo.
Y esta semana en Madrid están convergiendo numerosas realidades bajo la excusa del deporte. “Hemos tenido a gente de Rusia que nos contaban que venían de un país donde no tenían libertad y nos decían que aquí sí que podían ser quienes realmente son”, dice Pérez. “El deporte tiene que dar visibilidad a la homosexualidad, tiene que normalizar lo que es normal y así lanzar un mensaje con capacidad de cambio”, añade el director.
Por ello, EL ESPAÑOL ha juntado a distintos tenistas de diferentes nacionalidades para hablar de un tema en común: la homosexualidad en su cultura y el por qué de usar el deporte para alcanzar esa cosa que a veces se escapa y que llaman igualdad.
Yassin Hazzout, de Marruecos
A sus 28 años, Yassin Hazzout nació en Marruecos, aunque actualmente reside en Ámsterdam, donde trabaja como azafato de una compañía aérea. Sin embargo, sigue ligado con su tierra y, si bien cree que cada vez es más abierta, todavía le queda un trecho. Es la tercera vez que repite en el torneo madrileño y siempre ha llegado a la final. Espera que, esta vez, por fin pueda ganar.
“El deporte te ayuda a ser tú mismo y a conocer gente. Esto es importante porque hablamos de los problemas que tenemos cada uno. Somos amigos y nos ayudamos”, dice. “Es muy importante la parte de conocer a otras personas de todo el mundo porque se hace comunidad y grupo. Luego salimos a cenar y ahí es donde nos ayudamos de verdad”, añade.
“En Marruecos es muy difícil ser homosexual. Significa luchar todos los días contra absolutamente todo lo que te enfrentas: la cultura, la gente… todo”, cuenta, aunque reconoce que es uno de los países árabes más abiertos al respecto junto a Líbano. “Con mi familia en Marruecos no tengo demasiados problemas por ser gay, aunque sí que es verdad que tengo que poner cierta distancia y no puedo hablar de si tengo un novio o no. Me lo aceptan, pero con cierto respeto”, añade.
-¿Y qué necesita Marruecos para ser un país más abierto con la comunidad?
-Que los visados sean más fáciles de conseguir para que la gente pueda viajar más y ver Europa.
Lai Wei, de China
También joven, Lai Wei actualmente se está estudiando una especialidad de magisterio durante un año en Mánchester. Nació hace 29 años en China, donde ha estado enseñando en la universidad. Es su primera vez en Madrid y, como Yassin, en cierta medida ha tenido suerte con sus padres.
“En China simplemente no se habla de la homosexualidad, es como si no existiera… pero estaría genial que nos dejaran casarnos”, critica. “Por ello, una de las cosas que más afecta a la gente LGTBI es su propia familia. Pero yo he tenido suerte de que mis padres no me presionan para encontrar pareja y tener hijos, que es algo que se sufre mucho”, añade. “Esto es porque mis padres también han vivido en el extranjero y tienen una mentalidad más abierta, y para mí está bien como está”, apuntala.
“Creo que el deporte te ayuda a luchar por los derechos LGTBI porque te da confianza en ti mismo. Al menos para mí. Creo que los grupos LGTBI tienen que mostrar autoestima, porque me da la sensación que antes no se nos respetaba tanto porque no teníamos tanto orgullo y sí más complejos”, dice.
Gastón Border, de Argentina
Nacido en Buenos Aires, Gastón Border se está enfrentando esta semana a su primer torneo internacional fuera de Argentina. Él lleva otro club en el país latinoamericano, los Dogos Tenis, que el año pasado celebró su primera competición. “No había tanta gente como hay aquí y a ver si aprovechamos para que venga gente a Argentina”, comenta. Y señala: la edición de Madrid lleva tres años contando con el apoyo del Ayuntamiento de la capital y en Argentina no tienen ningún tipo de ayuda económica.
“Mi país es abierto, pero a medias”, asegura. “Hemos ganado algunos derechos como el matrimonio igualitario pero queda mucho por recorrer para abrir la mente de la sociedad. Si bien hay muchos colectivos que se dedican a luchar por nuestros derechos, no hay apoyo nunca del Estado, que va a otras partes, no a lo social”, comenta, y en la Administración centra su crítica. “Todavía somos discriminados por las fuerzas de seguridad y no sentimos que haya una sociedad más inclusiva, no sólo con los LGTBI, sino también con otros colectivos”.
“Va a llevar mucho tiempo, sabemos que es algo que no se consigue de la noche a la mañana. Argentina va a necesitar un cambio en todos los sentidos. Se ha crecido mucho, con sangre derramada, pero aún queda también mucho”, dice.
Tony Boutoubia, de Australia
Aunque se llama Tony Boutoubia, todos lo conocen como Tony Tennis, mucho más sencillo. De origen australiano, es el presidente del Australian Rainbow Tennis, que reune a todos los clubes de tenis LGTBI del país.
“Yo lucho por los derechos de mi comunidad a través del deporte todo el rato. Se trata de que se vea y de crear conciencia. Promovemos la inclusión y la diversidad. Intentamos educar y construir conciencia también dentro de nuestra comunidad sin importar el género ni las preferencias sexuales”, cuenta.
Relata que recientemente le dieron un premio nacional por promover la comunidad gay en el deporte australiano y, de todos los que han hablado con este periódico, viene del país más abierto en la cuestión de la homosexualidad. “Acaban de cambiar, hace un par de años, las leyes de matrimonio igualitario y ha mejorado nuestra calidad de vida por ello. Además tenemos muchos gay sports y las corporaciones y negocios se están comprometiendo mucho con la diversidad en general. De todas formas, todavía hay grupos homófobos. Pero por suerte son cada vez más pequeños”.