Estaba cruzando el control de seguridad del aeropuerto de Palma cuando un vigilante me pidió que, por favor, le acompañará. En un primer momento pensé que se trataba de un problema con mi maleta. Probablemente se me habría olvidado sacar el ordenador de la funda o llevaría demasiados líquidos. Sin embargo, el hombre, de unos 45 años, me llevó a una zona alejada y me explicó qué estaba pasando:
- No te asustes. No ha pasado nada. Solamente te quiero dar un consejo que te va a arreglar la vida. O mejor dicho, la cara.
Desde el primer momento entendí que el sincero vigilante se refería al intenso acné que tenía en el rostro. El inoportuno comentario me hizo hasta gracia y decidí escuchar su sabio consejo. Me imaginé que su pócima sería un jabón mágico hecho con agua del mar rojo o la receta de una crema ancestral creada por su abuela. Me las sabía todas, o eso creía yo. Sin embargo, le atendí:
- Te pido que, por favor, no te rías. Tampoco quiero que pienses que te estoy vacilando. Lo que estoy a punto de decirte es totalmente verdad
- Venga, vale. Por escucharte no pierdo nada...
- Hace unos años tenía la cara como tú. Estaba desesperado. Lo había probado todo y los granos ya me estaban empezando a salir por la espalda. Fui al mismo curandero al que iba mi abuela en Granada y me dio la solución: ponerme mi propio pis en la cara.
- ¡¡¡¿¿¿¿Que????!!! Qué graciosillo... será una broma. Encima me vas a hacer perder el vuelo...
- Te juro que no. Es muy fácil. Guarda la primera orina de la mañana en la nevera y todas las noches espárcela con una toalla sobre las zonas afectadas. En tres meses desaparecerán. Mírame a mí...
Han pasado unos meses desde aquel fugaz encuentro y mi cara ya está libre de acné. Mentiría si dijese que no me planteé durante una milésima de segundo hacerle caso. De hecho, nada mas subirme al avión empecé a investigar y descubrí que lo que el hombre me había contado no era ninguna locura. Se llama orinoterapia y es una pseudociencia que consiste en la aplicación de orina humana para fines medicinales o cosméticos, ya sea en forma de bebida o masajeando la piel con el propio líquido. No tiene ninguna base científica.
Algunos de sus practicantes la denominan "terapia milagrosa" y aseguran que puede ayudar a luchar contra numerosas enfermedades como el cáncer, el asma, la malaria e incluso problemas del corazón. Existen grupos privados en Facebook en los que estos seguidores cuentan su experiencia bebiendo su propio pis. Con foto incluida.
EL ESPAÑOL se ha infiltrado en uno de ellos, que cuenta con más de 5300 participantes, y ha recogido algunos de los testimonios y trucos. Si uno quiere entrar tiene que responder a algunas preguntas de seguridad y después esperar a que le acepten.
Los testimonios
¿Quién ama empezar el día con una caliente taza de orina fresca? Juro que desde que empecé con esto mis ojos están más brillantes y mi piel, más joven.
Este testimonio es uno de los miles que hay dentro de los grupos. Para sentir los beneficios de esta terapia casi todos los miembros recomiendan ayunar durante varios días y únicamente beber tu propia orina y algo de agua. "¡Sigo viva! Hoy es mi vigésimo día ayunando con la orinoterapia. Lo haré durante tres meses hasta que mi ovario derecho vuelva a su tamaño normal", cuenta una mujer en la red social.
Otra personas, en cambio, piden ayuda para combatir una alergia, hacer desaparecer varices y arrugas o curar la pierna de su mascota "Mi perro cojea y el veterinario me ha dicho que tiene que tomar antiinflamatorios (...) en mi opinión, está peor. Ayer envolví su pierna con un calcetín mojado con orina antigua durante un par de horas y he estado poniendo gotas en su comida durante dos semanas. ¿Se os ocurre otra cosa que pueda hacer?", pregunta una internauta.
Lo que más predominan en estas páginas son los selfies mostrando el líquido. "No me avergüenzo de que mi propia agua me esté dando la vida", confiesa una mujer. "Se recomienda empezar con poca cantidad para quitarnos el asco a nosotros mismos (...) Lo importante es amar nuestra orina y tomarla como si fuese agua natural", explica otro miembro.
El jugo milagroso
Uno de los gurús de esta pseudociencia es Alquivar Marín, un colombiano en paro de 61 años afincado en Barcelona. Este periódico ha intentado ponerse en contacto con él, pero únicamente hemos podido hablar con su hijo, que ha preferido permanecer en el anonimato. Él ha subrayado la idea de que su padre no cura a nadie ni hace ningún milagro. "Es muy importante que el médico de cabecera apruebe esta terapia", explica.
El colombiano nació en la ciudad de Manizales y estudió dos años el grado de Medicina. "Mi padre descubrió la terapia leyendo un libro japonés. Le interesó mucho y decidió dejar la carrera. Por cosas de la vida acabó en España", dice. En su web, Alquivar cuenta que "se interesó mucho por la medicina de los indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta, Colombia, llegando a ser aceptado entre sus comunidades y compartiendo con ellos sus experiencias". Él se define como un "naturópata profesional". Saltó a la fama en 1996 cuando la revista "científica" Discovery DSALUD publicó un artículo sobre él.
Ha escrito un libro titulado 'El jugo milagroso' donde cuenta testimonios de algunos de los practicantes de la terapia. Cuesta 6,53 euros en Amazon y en su portada explica que "es efectivo contra el cáncer, sida y el miedo a la oratoria" y que, además "personajes famosos así lo aprueban". La obra está traducida al inglés, alemán y francés. Sin embargo, su hijo confiesa que "no ha vendido muchos". También tiene una sección en su web donde los visitantes pueden donar dinero "de forma desinteresada".
En su página, el "naturópata" explica lo que es la orina y los infinitos componentes que tiene. Además, también añade que "está hecha por el laboratorio más sofisticado hecho por Dios mismo y no por el hombre", sostiene. De hecho, en una entrevista realizada en el canal divulgativo 'La Caja de Pandora' de Youtube cuenta que, por ejemplo, "es muy beneficiosa en casos de cáncer, pero en concreto si uno se pone la orina de su cónyuge".
El hijo confiesa que su padre es un fiel practicante de la pseudoterapia. Sin embargo, a él le costó experimentarla. "Era muy reticente hasta que a los 14 años tuve un accidente de moto y me quemé la pierna. Me puse mi propia orina y me fue muy bien", explica. "En España no es muy conocida, pero en Alemania y Japón es una pasada".
Práctica peligrosa
- ¿La orinoterapia tiene algún beneficio?
- Cero
En una entrevista telefónica con este periódico, Emilio Molina, vicepresidente de la APETP (Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas) se muestra totalmente en contra de esta práctica ya que asegura que "no aporta beneficios ni tampoco tiene base científica" sino que se reviste en el discurso de que es algo natural y que por eso no puede ser malo. "De hecho, es peligrosa", sostiene.
"La orina no es un fluido estéril, sino que es una parte de la excreción del cuerpo . Quien está consumiendo esta sustancia está abocándose a todo tipo de desperdicio que pueden resultar muy contraproducente en enfermedades", explica Molina. El experto compara esta práctica con la coprofagia. "Es igual de malo que comer heces, pero en ese caso parece que a todos nos parece evidente que uno se arriesga a introducirse cualquier tipo de bacterias", declara.
Entre los daños que puede producir están los desequilibrios de sales minerales, algunas infecciones y "el detrimento en la calidad de vida de alguien a quien se le está forzando a beber su propia orina". Debido a esta última razón Molina expone que no hay casi denuncias. "Cuando ven que todo es mentira les da vergüenza demandarlo".