El británico Robert Mansfield-Hewitt, de 50 años, jamás imaginó que su estancia de dos días en Algeciras (Cádiz) se convertiría en su peor pesadilla: ingresar en prisión provisional durante un año sin haber cometido ningún delito.
Todo ocurrió exactamente hace 15 meses, en mayo de 2018. Robert, ingeniero eléctrico del Ministerio de Defensa inglés, tenía previsto un viaje de negocios en Gibraltar. Solo iba a estar allí 48 horas y decidió alquilar una pequeña casa en la ciudad gaditana con la web Airbnb. El portal en el que miles de personas alquilan sus viviendas por todo el mundo. En este caso, el adosado era propiedad de un hombre marroquí de 60 años.
Cuando llegó allí, todo estaba en orden. O eso creía. Pero, de repente, se vio envuelto en una redada de la Policía Nacional. Los agentes no encontraron nada en la vivienda, pero sí en el garaje de una casa contigua en la que hallaron 1,5 toneladas de hachís.
Acto seguido, los policías detuvieron a Robert, procedente de Chichester, una ciudad del sur de Inglaterra, por un delito contra la salud pública. Pero su calvario no terminaría ahí. Tras pasar a disposición judicial, el juzgado pidió para él cuatro años y medio de prisión y una multa de siete millones de libras.
Un año en Botafuegos
El detenido inglés ni siquiera tuvo opción a pagar fianza. El juez apreció riesgo de fuga en Robert y ordenó su ingreso en la prisión de Botafuegos (Algeciras). Una de las cárceles más peligrosas en España, en la que conviviría un año junto a presos de ETA, terroristas de la Yihad, narcotraficantes y un sinfín de homicidas.
"Todo fue una farsa; creyeron que iba a volver a mi país, me negaron la fianza, me quitaron el pasaporte y me enviaron a prisión", relata este hombre al diario The Sun. Se entrevista con este diario inglés en un restaurante gaditano, después de haber vivido uno de los capítulos más terroríficos de su vida, estar en la cárcel. Y todo, siendo completamente inocente.
Su pesadilla duraría 365 días hasta que el juez, a finales de julio, retiró todos los cargos contra el ingeniero eléctrico y salió de prisión. Eso sí, antes fue multado con 1.400 euros por alquilar una casa sin licencia.
En la entrevista, el británico, que sufre de una afección hepática y camina con bastón, recuerda como fue la redada policial antidroga: "Fue aterrador. Nunca he tenido problemas con la ley. Soy un alma muy gentil, nunca me involucraría con las drogas".
Lo que ignoró la Policía, según publica The Sun, es que el hombre marroquí, dueño de la vivienda que alquiló el inglés, tenía una condena previa por drogas. Si bien, nunca fue interrogado por ello. Ni parece que vaya a serlo.
No obstante, Robert ya no quiere saber nada del tema. Solo piensa en volver a casa junto a su madre, algo que sucederá el jueves cuando vuele a Inglaterra. "Mi madre está muy contenta. Los dos estamos aliviados después de que esta pesadilla haya terminado", concluye el inglés.