A mediados de los años 70, cuando todavía no se hablaba de cambio climático ni de Twitter ni Instagram, Felix Rodríguez de la Fuente reunía a pequeños y mayores frente al televisor. Uno de los niños que no faltaba a la cita era Pedro Cavadas, más conocido hoy como el doctor milagro. Sus actuales hazañas de médico no tienen nada que ver con aquellos lobos amigables que mostraba el querido naturalista. Cavadas ha dedicado su vida a la cirugía y la reconstrucción microquirúrgica. Pero, como los mansos lobos de Félix, hace que quirófanos sean también “menos malos”.
Sus milagros son ciencia. Y han devuelto la vida a miles de familias que ya la daban por perdida: trasplantes que han salvado piernas, manos, pies, dedos, caras y hasta mandíbulas y lenguas. Aunque sus operaciones puedan parecer imposibles, no son más que realidades zurcidas sobre lo que parecía, en un principio, inalcanzable.
Esta semana ha saltado su figura a los medios de comunicación porque sus milagros ya no tendrán lugar en la sanidad pública. Cavadas, por puro agotamiento, ha solicitado su baja del Hospital valenciano de Manises para centrar su actividad en el Hospital privado Vithas 9 de Octubre.
Hace ahora 10 años, en agosto de 2009, el doctor Cavadas se convirtió en el primer cirujano en hacer un trasplante de cara en España, -el octavo en todo el mundo-, incluyendo también un trasplante de lengua y de mandíbula. Cinco años antes, logró uno de esas hazañas más comentadas de su trayectoria. Para salvar el brazo amputado de un paciente de 25 años que perdió en un accidente de tráfico, Cavadas mantuvo el brazo amputado durante nueve días unido a una de las piernas del paciente -a través de las venas y las arterias- hasta que el brazo fue después reimplantado en el muñón.
Otro de esos logros fue hace tan solo un año en el que “salvó la vida” de un joven que con 9 años se quedó tetrapléjico y “partido en dos”, como dijo el propio doctor. Para “salvarlo”, unió la columna vertebral a la pelvis, usando hueso del peroné. Unos meses antes de esta intervención, reimplantó la mano de un marino que había perdido en un accidente. Estos son sólo algunos de los ejemplos del porqué del apodo de doctor milagro.
O el caso de Samira Benhar, uno, sin duda, de los más llamativos: el doctor reconstruyó su rostro y le extirpó el tumor benigno que le cubría media cara, a causa de una enfermedad que padecía desde los 3 años.
Hoy este cirujano vuelve a ser noticia por una operación de otro tipo: un nuevo cambio y giro de su carrera profesional. El pasado jueves, 8 de agosto, los medios de comunicación publicaban que el cirujano abandonaba la sanidad pública para trabajar sólo en la privada. Así, Cavadas dejaba el pasado julio el Hospital Manises de Valencia -de titularidad autonómica y de gestión privada- donde trabajaba desde 2011 para irse al Hospital Vithas 9 de Octubre también en Valencia. “Me cambio de hospital porque no doy abasto. Tengo más trabajo del que puedo atender y los días tienen 24 horas”, declaró a ABC. En su nuevo centro, elogian su bienvenida y “excelencia”.
“La incorporación del doctor Pedro Cavadas y su equipo responde a la prioridad del Hospital por ofrecer a sus pacientes, desde hace 25 años, el equipo de profesionales mejor cualificado y unas instalaciones y una tecnología a la altura de sus necesidades”, asegura a EL ESPAÑOL Pedro Gil, director del Hospital Vithas 9 de Octubre, quien subraya “la gran excelencia profesional del doctor Cavadas”.
"Errores" que fueron aciertos
Pedro Cavadas nació hace 54 años en Valencia, formando parte de la llamada generación baby-boom a la que pertenecen los nacidos entre los años 1958 y 1977. A la que se le suponía un futuro brillante y prometedor, (mucho) mejor que el de sus padres, forjada en España a razón de 650.000 nacimientos anuales. Pero lo de Cavadas no fue una vocación desde niño, eso vino después, llegó con los años y la adolescencia.
Fue un alumno brillante y constante en los estudios, pero no desde siempre, como él mismo confesó en en el programa-documental Día Cero de Movistar. Contaba que no fue hasta 4º de EGB (hoy, 4º de Primaria) cuando empezó a sacar grandes notas. Fue la cultura del esfuerzo que le enseñó su padre lo que llevó a cambiar “el chip” y a entender aquello del “aquí no se regala nada” y “las cosas cuestan siempre un esfuerzo”. Su padre era cabrero, procedente de La Mancha; cuando tenía ya 17 años vendió unas botas y se puso a estudiar. Con 23 años acabó Derecho.
Con esa misma edad, Cavadas se licenció en Medicina en la Universidad de Valencia con Mención de Honor. Dice en las entrevistas que la suerte de su vida se sucede tras una serie de errores que con el tiempo se convirtieron en aciertos. Uno de los más importantes fue cuando se jugó a "cara y cruz" con su compañero de residencia -aún teniendo más curriculum que él- una plaza para trabajar en el Hospital La Fe de Valencia, centro donde se había formado como residente. Perdió. Pensó que daba igual, que podría encontrar trabajo fácilmente. Pero Cavadas, como buen mortal, también pisó la cola del paro.
Así que montó su propia consulta, y con el tiempo vino el dinero, los tres coches de lujo y una vida más que acomodada que acabó cambiando para ayudar de forma altruista a los más desfavorecidos. La muerte de su hermano y un viaje a la África de sus sueños de niño, le cambiarían la vida para siempre.
Un viaje que le cambió para siempre
El doctor Cavadas viaja varias veces al año a África con la fundación que lleva su nombre (Fundación Pedro Cavadas) para ayudar a quienes más los necesitan. Si se requieren operaciones complejas, trae a los pacientes al hospital de Valencia donde esté trabajando o donde se puedan realizar las operaciones. “El placer de regalar a alguien una vida digna no tiene precio”.
Una de esas complejas y recientes operaciones, justo el año pasado fue la un pastor de 53 años, Lonunuko, que fue atacado por por una hiena, cuando trataba de defender a una mujer que estaba siendo devorada por ese mismo animal.
La Fundación del doctor, en coordinación con la Cruz Roja, pudieron trasladar a Lonunuko a Valencia para reconstruir su maxilar y su paladar para que pudiera volver a hablar y alimentarse por sí mismo. Además, le injertaron una dentadura postiza. Según declaró el año pasado, después de esta operación: desde la Fundación intenta traer a pacientes a los que les pueden “cambiar la vida 180 grados”, con los que “claramente va a haber un antes y un después", y que esas “operaciones no se puedan realizar en su lugar de origen”.
Uno de los mazazos más duros de su vida, y así lo ha contado en varias entrevistas de televisión, fue cuando se murió el paciente de aquel trasplante de cara que realizó en 2009, justo tres años después, en 2013. “Fue un golpe duro, durísimo”. La naturaleza es imprevisible. La vida también tiene esos golpes. Igual que el mundo salvaje de El Hombre y la Tierra; cuando el lobo hace de lobo porque tiene que sobrevivir.
La cirugía plástica y reparadora
“Después de más de 120 trasplantes de extremidades superiores y de más de 37 de trasplantes cara en todo el mundo, la cirugía del trasplante de tejido compuesto es una realidad en nuestros hospitales”, afirma a EL ESPAÑOL la doctora Carmen Iglesias, vocal de comunicación de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética.
Según explica, en Europa, salvo en Reino Unido, se sigue considerando una cirugía encuadrada dentro de ensayos clínicos y sometida a una regulación específica. “España no deja de ser pionera en el uso de esta técnica, siendo hospitales como el Hospital Universitario Central de Asturias, el Hospital Vall d’ Hebrón (Barcelona), el Hospital Universitario la Paz (Madrid), Hospital Universitario La Fe de Valencia o el Hospital Universitario Virgen del Rocío en Sevilla quienes han realizado este tipo de cirugías”. Son consideradas como cirugías de complejidad, “y no debemos olvidar encuadrarlas dentro de hospitales expertos donde se pueda realizar un abordaje multidisciplinar de estos pacientes, por la necesidad de controles de su tratamiento inmunosupresor”, asegura Iglesias.
Por último, la vocal de la SECPRE aboga por la situación de la cirugía plástica en nuestro país: es una realidad en nuestro Sistema Nacional de Salud que permite ofrecer a los españoles una cirugía plástica de alta complejidad y calidad. “Reimplantamos miembros, reconstruimos cualquier lesión de partes blandas y ósea que permita una rehabilitación funcional adecuada, realizamos la reconstrucción de la mama, la cobertura de los grandes defectos de tejidos extirpados en el tratamiento de cualquier tipo de tumor, malformación o traumatismo, tratamos las malformaciones congénitas… Todo ello en el ámbito hospitalario de los hospitales grandes y medianos de nuestra sanidad. Para ello colaboramos con todas las especialidades quirúrgicas y médicas con el único objetivo de conseguir mejorar la calidad de vida de nuestros pacientes”