Sí, Poyales existe. Más concretamente, en dos puntos de nuestra geografía: en La Rioja, con nombre homónimo y en Ávila, donde se ubica Poyales del Hoyo. Hasta allí se ha trasladado un equipo de EL ESPAÑOL para descubrir cómo es el día a día de este pequeño pueblo de poco más de 600 habitantes, charlar con su alcalde y descubrir las bondades de este municipios con uno de los nombres más extraños -y en ocasiones gracioso- de España.
Pero no solo Poyales. En nuestro país, nos encontramos con otros pueblos donde sus habitantes también han sido protagonistas de bromas y chascarrillos. Aceituna, Alcantarilla, Calamocos o Villapene forman parte de esta extensa lista que reúne a más de 50 municipios. Todos ellos, más allá de las gracias relacionadas con su nombre, tienen un problema en común: la despoblación, la llamada 'España vacía'. Desde municipios como Poyales del Hoyo luchan para combatir esta lacra. "Nuestro pueblo quiere crear trabajo para los más jóvenes", apunta su regidor. Pero, a pesar de todo esto, ¿serías capaz de reconocer alguno de estos pueblos que se reparten por la Península? Desde EL ESPAÑOl, ¡te retamos!
Poyales del Hoyo, un pueblo con encanto
Poco más de dos horas separan Poyales del Hoyo de Madrid. 98 kilómetros desde Ávila. En este pequeño pueblo situado en la parte oeste de nuestro país, se respira paz. Custodiado por la Sierra de Gredos y por los famosos pueblos de Candeleda y Arenas de San Pedro, allí viven más de 600 habitantes. Sus calles, empedradas y empinadas, te guían hasta la parte más alta del municipio.
Allí, en la pequeña plaza del Moral -antigua plaza del Generalísimo- se encuentra su ayuntamiento. Matías Jiménez (PSOE), el alcalde, nos recibe en su pequeño y modesto despacho. El calor, en esta dehesa abulense, cada vez aprieta más. "Yo no he querido poner ni un ventilador ni aire acondicionado, todo tiene que ser para el pueblo, para sus vecinos", explica. Matías Jiménez acaba de aterrizar en el consistorio, tras años de gobierno unicolor, con ganas. Ganas de cambiar la imagen de Poyales del Hoyo, ofrecer oportunidades reales a los hoyancos -con h espirada, casi como una j- y, sobre todo, para los más jóvenes. Estos últimos no proliferan en el pueblo.
Por las calles de Poyales del Hoyo se puede ver a jubilados y niños corriendo. Muchos de ellos forman parte de los casi 40 alumnos que acuden al C.R.A (Colegio Rural Agrupado), donde se juntan un número mínimo de jóvenes de los pueblos del alrededor. Matías ha empezado su legislatura con emoción. "Desde que llegamos al pueblo -en mayo-, por el Ayuntamiento han pasado más personas que durante la legislatura del anterior alcalde", apunta a este diario.
Dejó la capital, Madrid, para volver a su pueblo de toda la vida. "Lo que más preocupaba a mi regreso era el aburrimiento. Pensaba que en un pueblo pequeño no iba a encontrar ningún entretenimiento", explica. "Pero cómo ves, esto no es así", comenta mientras conversamos con varios vecinos que se acercan y nos cuentan sus aventuras y anécdotas.
Matías estudió para ser maestro, más concretamente de Educación Infantil y Primaria, una profesión que no va a dejar de lado a partir de septiembre -cuando empiece el curso escolar en Candeleda-. "Voy a compaginar las dos cosas", apunta. "Aún así, los comienzos no han sido fáciles, he recibido amenazas hasta en mi casa", explica. "¿Y le compensa?", añado. "Por supuesto que sí, es mi pueblo", finaliza. Y así es como Matías lo vive. Con tan solo un paseo de menos de cinco minutos por el municipio se puede observar el cariño que le profieren sus habitantes. "¿Pero le han votado a usted o al partido?", le insisto. "Yo creo que ha sido al partido, aunque aquí todos me conocen. Es mi pueblo de siempre, de toda la vida", me explica.
Los hoyancos tienen una vida fácil. Aunque no siempre ha sido así. Dedicados, en su mayoría a la agricultura, se levantaban "al alba" todos los días. "Cultivábamos maíz y nos despertábamos muy pronto para cuidar el campo", explica un vecino, mientras disfruta de una copa de vino tinto en el Bar Suave. Allí se reúnen varios vecinos para tomar el vermouth, después comen, juegan a las cartas y, cuando ya ha caído la noche y el calor va menguando, salen a tomar el fresco. La mayoría de ellos viven del higo, el producto estrella de la región -y del pueblo-. "Estos van directos a El Corte Inglés", explica otro a este diario, mientras clasifica este codiciado fruto.
Pero no solo todos elogian los higos, sino que tienen muy claro por qué les gusta Poyales del Hoyo. "Lo mejor es la hospitalidad, su gente", argumenta una vecina. "Bueno, y el alcalde", apostilla otra. "Aunque también la naturaleza, no verás otro pueblo tan bonito como este", apunta otra que se ha unido a la conversación. "¿Y cuándo ustedes dicen que viven en Poyales del Hoyo la gente se ríe?", pregunto, curiosa. "La verdad es que no, yo estoy muy orgullosa del nombre y sobre todo de nuestro pueblo ¡Viva Poyales!", se emociona una de las ancianas. "Bueno, yo cuando lo he dicho sí que he escuchado algunas risas", explica otra mujer, esta un poco más joven.
Lo cierto es que no es para menos. Las bromas quedan latentes en las señales que indican el pueblo, donde varios vándalos han modificado el nombre y donde se puede leer: "Poya de Hoy". Pero parece ser que a los hoyancos esto les da igual. Defienden su pueblo a capa y espada. Un lugar donde la tranquilidad inunda sus calles, donde los vecinos se reúnen en Las Heras para contarse su día a día y hacerse compañía. Pocas cosas podrían romper esa calidad de vida y esa paz que se entremezcla con la simpatía de sus habitantes.
Desde Poyales del Hoyo (Ávila) hasta El Gordo (Cáceres)
Probablemente la primera pregunta que nos venga a la cabeza cuando oímos el nombre de Poyales del Hoyo es: "¿Por qué?" o "¿A quién se le ocurrió?". Este pequeño pueblo abulense se llama así ya que proviene del latín pŏdiu, cuyo significado es 'cerro' o 'colina'. Respecto a su origen, hay varias teorías. Una de ellas apunta a que puede parecer mozárabe, algo que podría ser muy factible. Pero no solo este municipio cuenta con un nombre raro o extraño. ¿Serías capaz de averiguar si estos pueblos existen en nuestro territorio? ¡Ponte a prueba!
Pues sí, en España contamos con pueblos como Albaricoques, Baños y Mendigo, La Hija de Dios, Malcocinado o Matagorda. Todos ellos gozan de un factor común: un nombre gracioso, protagonistas de las burlas de muchos de los vecinos colindantes y sobre todo que despiertan curiosidad entre aquellos que no se pueden creer el nombre. El pueblo de Consuegra, ubicado en Toledo, se encuentra entre las ciudades más visitadas de Castilla-La Mancha. Su curioso nombre se debe a la antigua ciudad pre-romana de Consabura que significa "la confluencia del río Sabo". Sabo sería el antiguo nombre del río Amarguillo.
Y sí, en nuestro país también se encuentra Dólar (Granada). Existen tres teorías sobre el origen del nombre. La primera es que, según el historiador árabe Ibn-al-Jatib, el nombre hace referencia a los maestros toneleros que trabajaban con hachas conocidas como dólar, los cuales se asentaron en el pueblo. Esta teoría data del siglo XIV, cuando ya se conocía al pueblo como Dólar. Otra teoría puede deberse a Dolaria, término alusivo a un lugar abundante en madera, en relación a un bosque primitivo muy cercano a la localidad. Por último, el topónimo puede derivar de Dar (la casa), lo que puede indicar que ahí estuvo una posada o fonda, camino al Puerto de La Ragua.
El pequeño pueblo de Matagorda se ubica en Almería y cuenta con poco más de 2.000 habitantes. ¿Su gentilicio? Bollero/a. Además, basan su economía en el cultivo bajo plásticos -es decir, en invernaderos-. Por su parte, el pueblo de Malcocinado también evidencia distintas teorías. Una de ellas habla sobre la existencia de una posada de bandoleros, que estaría situada en lo que hoy es la calle del Berro, la cual era visitada entre otros, por un tal Marcos Cinado, posible origen por tanto del nombre del pueblo también.
Este nombre sería de la misma forma aplicable, según otra leyenda, a un cacique o terrateniente, posible fundador del pueblo y que le habría dado su nombre. Sin embargo, la realidad es, o parece ser, más prosaica. Si cogemos una enciclopedia cualquiera y buscamos la palabra Malcocinado, encontraremos que, antes de la entrada correspondiente al pueblo, hay otra que dice: 'Malcocinado': "Lugar de la dehesa en el que se depositan los restos de las reses muertas".
Venta de Pantalones es una aldea de la provincia de Jaén. Varios pueden ser los orígenes del nombre de este pequeño pueblo. Entre ellos, que fuera denominado así debido a los comercios que existían por la zona en la antigüedad. Puede ser que alguno de ellos estuviera dedica a la confección de alguna vestimenta, como pantalones. Villapene o Santa María de Villapene es una parroquia del municipio español de Cospeito, en la comarca de la Tierra Llana (Lugo). Cuenta con poco más de 150 habitantes. Debe su procedencia a Penius, un varón destacado que bautizó a la localidad con su propio nombre.
Cariño es un municipio español situado en la provincia de La Coruña, en la comarca de Ortegal. Constituye el municipio número 313 de Galicia y se segregó del concejo de Ortigueira el 21 de enero de 1988. En 2018, se cumplieron, por tanto, 30 años como municipio independiente. Según el INE, su población en 2018 era de 3945 habitantes y su densidad de población, en el mismo año, de 83,5 hab./km2. La leyenda cuenta que la Señora do Castro enterró aquí a la más hermosa de sus hijas y al marchar de la zona con el rey celta Ith se despidió de la tierra con un ‘adiós, Cariño’.
Por su parte, en Casas de Fernando Alonso sus habitantes se dedican a la vid. Su nombre se debe a un Convento, que más tarde fue regentado por un Señor proveniente de San Clemente, Fernando Alonso, que formó la nueva villa, imponiéndole su nombre.
La lista, al completo
1. Aceituna (Extremadura)
2. Adiós (Navarra)
3. Albaricoques (Almeria)
4. Alcantarilla (Murcia)
5. Baños y Mendigo (Murcia)
6. Calamocos (León)
7. Cariño (Galicia)
8. Casas de Fernando Alonso (Cuenca)
9. Cenicero (Logroño)
10. Chulilla (Teruel)
11. Cogollos (Burgos)
12. Consuegra (Toledo)
13. Dólar (Granada)
14. El Ajo (Ávila)
15. Elciego (Álava)
16. El Gordo (Cáceres)
17. El Pito (Asturias)
18. Escucha (Teruel)
19. Espera (Cádiz)
20. Espolla (Gerona)
21. Guarromán (Jaén)
22. Guasa (Huesca)
23. Humilladero (Málaga)
24. Ingenio (Gran Canaria)
25. La Ampolla (Tarragona)
26. La Aparecida (Alicante)
27. La Hija de Dios (Ávila)
28. La Pera (Gerona)
29. Los Infiernos (Ávila)
30. Machacón (Salamanca)
31. Malcocinado (Badajoz)
32. Matagorda (Almería)
33. Meadero de la Reina (Cádiz)
34. Melón (Ourense)
35. Moscardón (Teruel)
36. Nonduermas (Murcia)
37. Pancrudo (Teruel)
38. Parderrubias (Pontevedra)
39. Peleas de Arriba y de Abajo (Zamora)
40. Peleagonzalo (Zamora)
41. Peligros (Granada)
42. Poyales del Hoyo (Ávila)
43. Pozal de Gallinas (Valladolid)
44. Pulgar (Toledo)
45. Recuerda (Soria)
46. Seno (Teruel)
47. Silla (Valencia)
48. Torrijas (Teruel)
49. Venta de pantalones (Jaén)
50. Villapene (Lugo)
La España vacía, un problema real
Pero, además de su gracioso nombre, la mayoría de estos pueblos sufren un problema real: sus habitantes se están yendo, están abandonando estos municipios para dirigirse a las grandes urbes. Desde el año 1975, la población española ha aumentado en casi un 40%. Pero este aumento no se ha notado en todos los territorios de la Península por igual. Muchas regiones se han visto afectadas por las migraciones de las zonas rurales a los grandes núcleos de población.
Por ejemplo, la provincia de Soria ha visto como su población se reducía en un 23%, mientras que capitales como Madrid han crecido en un 73%. Todo ello, impulsado por su crecimiento y el nacimiento de los barrios dormitorios que las rodean.
La provincia de Castilla y León, donde se encuentran pueblos como Recuerda, Peleas de Arriba y de Abajo o Pozal de Gallinas. El abandono de la población se traduce en el notorio descenso de población desde 1998: casi el 88% de los municipios de la comunidad tenían en 2018 menos población que la que registran en ese año. Tras esta comunidad se encuentran Asturias, Extremadura y Aragón. Entre el año 2000 y 2018 el 63,1% de los municipios y 13 provincias han perdido habitantes, según el trigésimo séptimo número de 'Esenciales' de la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie) a partir de datos del INE.
Sólo teniendo en cuenta el periodo entre 2017 y 2018, hasta 26 provincias perdieron población en ese año, siendo las que más han perdido, en porcentaje, Zamora, Ávila, León y Cáceres mientras que las provincias que más han ganado población entre 2017 y 2018 son Islas Baleares, Madrid y Santa Cruz de Tenerife.
Mucho más significativo es cómo se están reduciendo aquellos municipios de 1.000 o menos habitantes, más concretamente en un 8,9% (142.000 habitantes menos). De esta forma, han pasado de concentrar el 4% de la población en el año 2000 al 3,1% en 2018.
Todas estas cifras preocupan a sus alcaldes. Son ellos quienes ahora tienen la gran responsabilidad de sacar sus municipios a flote. Muchos de ellos optan por crear nuevos empleos para jóvenes y ofrecerles oportunidades -que también se ofertan en las grandes ciudades-. Todo esto, sin olvidarse de los más mayores, ya que son ellos quienes siguen levantando al pueblo, quienes siguen apostando por su municipio y quienes hacen que muchos de ellos no se conviertan en pueblos fantasma.
Desde Poyales del Hoyo, su alcalde tiene muchas ideas para reflotar el pueblo. Con un media de edad de más de 60 años, Matías es consciente del cambio que se tiene que producir. No quiere que su pueblo se hunda, que desaparezca o se deteriore. Desde el consistorio luchan para darle una larga vida a Poyales del Hoyo.