El exactivista de Podemos que ofrece 'okupaciones' en chalets de Toledo: agua, luz y llaves por 400 euros
La Urbanización Los Cerrones en Borox (Toledo) está formada por 60 chalets. De ellos, 32 están 'okupados' con parabólicas, alarmas y piscinas.
13 agosto, 2019 02:54La Urbanización Los Cerrones en Borox (Toledo), a escasos 50 kilómetros de Madrid, está formada por 60 chalets. De ellos, más de la mitad -32 para ser más exactos- están habitados actualmente por okupas. Pero no son okupas "por necesidad" -como denuncian los vecinos-, sino que son inquilinos ilegales a los que no les falta de nada: ni parabólicas, ni alarmas de seguridad, ni piscinas y ni los buenos coches aparcados en la puerta. "Hay okupas hasta de fin de semana o de verano".
Un paraíso okupa promovido en gran medida -tal y como explican los vecinos afectados a EL ESPAÑOL- por Julián, uno de los pioneros de las okupaciones y quien estaría intermediando con una especie de "todo incluido" para los nuevos inquilinos: patada en la puerta, nuevas cerraduras y enganche ilegal de agua y luz por el módico precio de 400 euros. A Julián, quien formaba parte de manera activa en el círculo de Podemos de esta localidad toledana- le han cazado los vecinos acompañando a nuevos habitantes del barrio -incluso lo han fotografiado-, pero de momento no lo han pillado con las manos en la masa. Él, por su parte, niega los hechos.
Para entener la situación que denuncian los vecinos de la Urbanización Los Cerrones, en Borox (Toledo), hay que trasladarse al momento en el que la empresa que proyectó las viviendas entró en concurso de acreedores. Muchas de las viviendas que se quedaron sin vender se convirtieron en un auténtico dulce para los okupas ante la pasividad de las entidades bancarias que se quedaron con las propiedades. Viviendas "para entrar a vivir" que se fueron llenando de familias de todo tipo.
"La mayoría de la gente que está viviendo aquí no es por necesidad, porque si ves las casas no les falta de nada: parabólicas, alarmas de seguridad privada, piscinas, buenos coches en las puertas… Esta gente tienen sus trabajos e incluso conozco casos que llevan a sus hijos a colegios privados", explica a este periódico una de las vecinas sobre el perfil de los inquilinos ilegales. "Mira, hay okupas hasta ‘de fin de semana’; solo están por aquí en verano y los fines de semana. Esa gente no okupa por necesidad…", apostilla otro vecino en la reunión improvisada que se ha organizado.
Todos ellos apunta al intermediario Julián y su todo incluido por 400 euros. "Yo no lo he visto una, sino varias veces. En una ocasión vino acompañado de una familia de brasileños que llegaron cargados con sus maletas; había una persona que solía ayudarle que estaba manipulando el cuadro y él tenía una bolsa de herramientas e incluso las cerraduras nuevas en la mano. Les recriminé lo que estaban haciendo y me dijo que estaba local y que solo les estaba enseñando una cosa; salieron otros vecinos y ante el revuelo terminaron marchándose", asegura uno de los vecinos que como el resto prefiere guardar su identidad ante la escalada de tensión vivida en las últimas semanas.
"En otra ocasión vimos intentando entrar a dos chicas. Al llamarles la atención acabaron reconociendo que un señor les había cobrado 400 euros para poder meterse. Llamamos a la Guardia Civil y se las llevaron, y días después nos llamaron a varios vecinos para testificar", explica otra propietaria que asegura haber presenciado en primera persona los hechos.
Unas calles más allá, otra de las afectadas apunta al mismo individuo como presunto intermediario: “Yo no le he visto cobrar, pero desde mi patio escuché cómo les decía a los nuevos okupas que al día siguiente tendrían el agua y la luz”. El mismo modus operandi lo ratifica una tercera propietaria, que asegura que conoció esta situación por una de sus “vecinas okupas”, quien “terminó reconociendo que había pagado 400 euros al Señor Julián”.
Pionero en la okupación
Julián, como le conocen todos en el pueblo aunque también aparece en sus redes sociales como Ádam, fue uno de los pioneros en las ocupaciones de la Urbanización Los Cerrones. Llegó a Borox hace unos cinco años. En su día formó parte activa del Círculo Podemos de la localidad, llegando incluso a colgar pancartas con lemas de la formación en la fachada del chalet okupado, tal como se puede ver en el perfil de Facebook de la agrupación que aún continúa activo. En otro de sus post personales reconocía su papel de okupa y pedía apoyo a la formación morada en Castilla-La Mancha, que -al menos públicamente- no respondió a su demanda.
Pero, a tenor de las afirmaciones vecinales, aún más llamativo resulta el tuit que compartía en esta red social en diciembre de 2017, donde comentando una publicación de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca de Alcorcón y uno de sus integrantes sobre el caso una afectada, él asegura que “puede ofrecer una solución a su problema” e incluso deja su número de teléfono.
Luis, uno de los contactos de la PAH Alcorcón, asegura no recordar a este individuo, aunque sí el caso de la afectada a la que menciona, quien gracias a la mediación del colectivo recibió un alquiler social. A la vez, quieren desvincularse totalmente de este tipo de actuaciones y lamentan que haya personas que se aprovechen de la vulnerabilidad de estas situaciones.
Situación insostenible
Ya sea por cuenta propia o con intermediarios, la oleada de ocupaciones se intensificó en la Urbanización Los Cerrones el pasado verano. Desde entonces, las tensiones vecinales han ido aumentando hasta dejar una situación que califican de “insostenible” y en la que “ruidos, comportamientos incívicos y agresividad” les acompaña a diario. Lo llamativo, además, es que se han multiplicado de tal forma que los okupas ya son más numerosos que los propietarios legales de las viviendas.
“Cada día hay algo. Cuando no cortan el agua a media urbanización para hacer sus enganches, están haciendo ruido hasta las tantas de la mañana; ha habido amenazas, insultos, un incendio…”, narra un vecino al que interrumpe en el corrillo otro para recordar el susto generalizado cuando hace unas semanas escucharon un tiro a las cinco de la mañana, que al parecer habría impactado en la fachada de una de las casas ocupadas.
Muchos de ellos se habían mudado desde la zona sur de Madrid buscando “un sitio tranquilo” donde poder criar a sus hijos. Viviendas con jardín cerca de la capital, que vislumbraban un tipo de vida que ahora ven peligrar por el giro radical que ha dado el barrio.
“Últimamente sí que tenemos miedo –reconocen-. Hemos pasado de los ruidos y las desavenencias a la violencia. Se creen inmunes, saben que no les va a pasar nada. Es increíble lo bien asesorados que están…”.
La situación más tensa se produjo hace un mes. Terminó con Jessica, una de las vecinas, agredida y en el calabozo. Según relata, todo empezó cuando su marido y ella vieron a uno de los okupas manipulando un cuadro eléctrico. Pararon a recriminarle su actitud y tras un cruce de acusaciones éste salió corriendo tras su marido con un destornillador en la mano.
“Al no poder alcanzarle volvió y se lanzó sobre la sillita del coche donde estaba mi hija de 16 meses. Mi primer impulso fue coger una navajita multiusos que teníamos en el coche, de estas pequeñas con abridor, y se la clavé para defender a mi hija. Después él se metió en su casa, pero mientras yo estaba comprobando si le había hecho algo a la niña, salieron su mujer y su suegra y comenzaron a pegarme. Me dieron una paliza tremenda, con patadas, puñetazos… me dejaron llena de moratones”.
La agresión de Jessica para defender a su hija fue denunciada y ella terminó en el calabozo y, por el momento, con una orden de alejamiento. “Esta gente no tiene miramientos; si son capaces de atacar a una niña de 16 meses, qué no me van a hacer a mí”, cuestiona indignada.
Patrulla ciudadana
Dada la situación y la sensación de “abandono total” que han tenido hasta ahora, hace unos meses los vecinos decidieron organizarse y tomar medidas para frenar las ocupaciones. Gracias a su labor, 19 de los 60 chalets han logrado salvarse de la ocupación. Cansados de los allanamientos, decidieron tapiar y cerrar las casas abandonados de la mejor forma posible para evitar que accedieran nuevos ilegales. Precisamente estos inmuebles son los que, tras las presiones, acaban de salir a la venta por parte de una de las entidades bancarias propietarias.
“Los que realmente se tienen que mover son las gestoras de los bancos. Nosotros a nivel particular poco podemos hacer, pero ellos que son los propietarios han estado mirando para otro lado durante este tiempo”, critican.
Desde el Consistorio de Borox, su alcaldesa, Soledad Delgado, reconocen estar al tanto de la situación y afirma estar buscando “soluciones de forma lo más rápida posible”. Asegura que el Equipo de Gobierno se ha puesto en contacto con los distintos órganos, Administraciones y empresas suministradoras competentes, pero que aún no pueden aportar una solución concreta ni una fecha para la resolución del conflicto.