Es lunes, 2 de septiembre. Aún es pronto. Se lleva buscando a Blanca Fernández Ochoa poco menos de 24 horas. Todavía no se ha convertido en el operativo de búsqueda más amplio de la historia de la Comunidad de Madrid y se especula, mucho. En este punto ni siquiera se tiene claro cuándo apareció en esa zona de Las Dehesas de Cercedilla el coche de la deportista. Se habla incluso de si alguien lo dejó ahí posteriormente, después de que desapareciera el día 24 de agosto, alentando la teoría de que hay terceras personas involucradas.
A pesar de ese estado de la cuestión neófito, ya empieza a circular una teoría. Es probable que Blanca Fernández Ochoa no esté demasiado bien psicológicamente. Quizás tenía algún problema del que no salía, alguna zona oscura que la llevó hasta ahí. Al final, no hay que olvidar que la Policía no descarta en ningún momento la teoría de que desapareció de manera voluntaria. Ahora esa es la idea que más fuerza tiene.
En esas, un familiar de Blanca sale del baño del puesto de control y comenta la situación. Es cierto que no ha tenido unos últimos años fáciles, dice, pero explica que eso de que podría haber ido ahí para suicidarse es pura especulación, que no tiene nada que ver y que habría que esperar a encontrarla para lanzarse a sacar una conclusión. No dice lo que le dijo a la Policía, que si bien Blanca se había dejado el teléfono móvil, sí que se había llevado toda su medicación.
Es la reacción más lógica, sensata e inteligente. Es un punto medio, sin desmentir algo que no se sabe pero sin dar alas a teorías que no quieren que vayan a ninguna parte. Y en esas se mantuvo la familia todo el tiempo. Los Fernández Ochoa en todo momento, quizás por esperanza o por evitar el sensacionalismo mediático, intentaron quitar hierro a los problemas anímicos o psicológicos que pudiera estar sufriendo la deportista en el momento de su desaparición.
El cadáver de la medallista olímpica fue encontrado dos días después, este miércoles, en la zona de La Peñota, a pocos kilómetros de donde había dejado su coche. Según ha podido saber EL ESPAÑOL, al lado del cuerpo había una mochila en la que llevaba una importante cantidad de pastillas de litio, que es un medicamento comúnmente utilizado para tratar la bipolaridad, enfermedad que Blanca padecía desde pequeña. De hecho, los primeros resultados de la autopsia señalan restos de medicamentos en el estómago de la esquiadora.
“No ha venido a suicidarse”
Sin embargo, a medida que iba pasando el tiempo, los problemas que podría estar sufriendo la deportista estaban cada vez más en boca de todos. Había cierta confusión entre los periodistas en cuanto a cómo tratar el tema. Informar de ello podría suponer una frivolidad pero, ¿y si realmente se suicidó? Hasta qué punto era especulación o sensacionalismo. ¿O era contexto para explicar lo que parecía inexplicable?: una persona había salido de su casa sin teléfono móvil y sin avisar a nadie y se la había tragado esa montaña que, por cierto, conocía a la perfección.
Por eso, al principio nadie hacía nada hasta que un diario abrió la veda. Blanca había sido diagnosticada con trastorno bipolar desde que había nacido. Ante esa evidencia, la familia volvía a quitar hierro al asunto.
“Es cierto que la tiene, pero no es una enfermedad que surge”, admitía en conversación con EL ESPAÑOL Adrián Federighi, el portavoz de la familia, cuñado de Blanca y marido de su hermana Lola. “Lo llevaba desde pequeña y desde entonces ha pasado por dos hijos y cuatro olimpiadas. Si la idea que está sacando la gente de esto es que ha venido aquí para suicidarse, que se ha tirado por algún sitio, no tiene ningún sentido, ella no es así”, añadía.
Y esa era la creencia que mantenía continuamente la familia. Quién sabe, quizás en la carpa donde estaban, alejados de la prensa y en su intimidad, se temían algo peor de lo que decían. Pero en cuanto había que cuadrarse delante del impactante muro de cámaras y micrófonos, sonrisa, “a la montaña de nuevo”, decía Lola por la mañana; “hoy tenemos esperanzas”, decía Adrián.
Esa esperanza se mantuvo hasta el final. En la última rueda de prensa que dio el portavoz de la familia, el miércoles, cuando ya se había confirmado que se había encontrado un cadáver de una mujer, se agarraban a lo que fuera. “Todavía hay que hacer el análisis y estamos con la esperanza de que sea otro desenlace”, aseguraba Adrián.
“Nos vamos a agarrar a ese clavito, esperamos en el último corazoncito que no sea ella”, añadía. Prácticamente al mismo tiempo, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, le trasladaba el pésame. Más tarde, la Policía Nacional le enseñaba fotografías de la ropa que llevaba puesta a la familia y gran parte de ella era reconocida por sus allegados, según ha trasladado el círculo cercano a EL ESPAÑOL.
No fue un accidente
Este jueves se esperaba el informe preliminar de la autopsia, algo que sin embargo no ha sucedido. Esto puede haber sucedido porque, en primer lugar, no hay obligación de hacerlo público o bien porque no se ha terminado o el juez al cargo ha decidido posponerlo por algún motivo.
También están pendientes de resolución los resultados de las pruebas de ADN que apuntalen la confirmación que ya realizó la familia. Una de las principales teorías que maneja la Policía Nacional es que no se trató de un accidente sino que Blanca desapareció de manera voluntaria.