Desde hace años, son muchos los británicos que celebran una especie de rito iniciático de la edad adulta cuando cumplen 18 años: irse de vacaciones de verano con los amigos a España, a emborracharse y a liarla. En los 90, los destinos eran más variados. Igual iban a Lloret que a Benidorm. Pero una empresa británica fue la primera en ofertar packs vacacionales a precio de derribo en un punto concreto: Mallorca. Esta empresa es Thomas Cook, el gigante británico que acaba de quebrar, provocando una crisis en el sector turístico de dimensiones desconocidas.
Magaluf, Mallorca, balconing y turismo de borrachera. Una asociación de ideas que pervive desde hace principios de este siglo y que tiene en Thomas Cook a los visionarios que iniciaron la propuesta. Por 300 euros vuelo desde el Reino Unido y alojamiento, en muchas ocasiones en régimen de todo incluido. Y cuando dicen todo es todo. También el alcohol.
300 euros, todo incluido
Ahí arrancó el turismo británico de borrachera, que ha dejado un reguero de dinero y víctimas en la isla. Víctimas por el balconing. Dinero por la cantidad de turistas que ha traído durante todos estos años. 18 de los 200 hoteles que tiene el touroperador repartidos por todo el mundo se ubican en Mallorca. Y aunque solamente uno de ellos está en Magaluf (el Sentido Cala Viñas), casi todos los ingleses, escoceses, galeses a irlandeses que se vienen a veranear, acaban de fiesta en Punta Ballena, la calle de bares de Magaluf.
De hecho, esa propuesta de turismo low cost estaba siendo especialmente explotada por la empresa en los últimos tiempos. A ello obedece la creación de los denominados hoteles Smartline, más económicos que el resto de alojamientos que ofertaba el touroperador. De los 17 Smartline que hay en España, 7 están en la isla. Eso se tradujo en un incremento de los jóvenes turistas low cost a Mallorca.
Es por eso que el súbito cierre de Thomas Cook ha golpeado con especial virulencia a Baleares. Las pérdidas económicas se estiman en 100 millones de euros. Porque no son solamente los alojamientos. Es que Thomas Cook tenía su propia flota de aviones, su servicio de alquiler de coches y una sucursal en Mallorca con 700 empleados que ahora no saben exactamente qué va a pasar con sus vidas. Por el momento, han sido cancelados más de 20 vuelos que estaba previsto que aterrizasen o saliesen del aeropuerto de Palma en los próximos días. También las casi 70.000 plazas que el grupo turístico tenía programadas entre Mallorca y Menorca desde septiembre hasta diciembre.
Les cobran la comida
Tan dramática es la caída del touroperador británico en Mallorca, que varias cadenas hoteleras de la isla, encabezadas por Iberostar, intentaron alargar la actividad de Thomas Cook hasta el viernes 27 y minimizar así las pérdidas. Su presidente, Miquel Fluxà, lideró una iniciativa en la que proponía a los grupos hoteleros españoles no reclamar la deuda de casi 100 millones de euros que tiene con ellos el touroperador. Conseguirían así reducir el problema de falta de liquidez de la firma quebrada. Y a pesar de que el presidente de Iberostar los convenció a casi todos, fue el gobierno británico el que rechazó el ‘Plan Fluxà’. No pensaban contribuir al rescate de una empresa privada.
Ahora, los turistas que todavía no han salido de las islas se quedan sin vacaciones. Pero los que ya se encuentran en Baleares, a la espera de que les den una solución, se les dibujo un negro panorama. Algunos de los hoteles que no son propiedad de Thomas Cook pero que hospedan a clientes de la firma, están empezando a cobrar desayuno, comida y cena a los turistas que venían en régimen de todo incluido. Lo hacen, dicen, para no incrementar aún más la deuda del touroperador.
Este es el otro gran problema que deja la quiebra del gigante. Son muchos los hoteles que no saben cómo van a cobrar lo que les debe Thomas Cook. Nadie imaginaba que la empresa turística más antigua del mundo, con 178 años de historia y que sobrevivió a las dos guerras mundiales, iba a acabar echando el cierre casi sin previo aviso este septiembre. Y es que la caída está resultando en un imparable efecto dominó. Después de que los británicos hayan bajado la persiana, otras empresas del sector que trabajaban con ellos casi en exclusiva se están viendo obligadas a cerrar también. Es el caso de Neckermann, Air Marin o Bucher Reisen. Y esto es sólo el principio.
Bola de nieve
Para los empresarios hoteleros locales, el gobierno balear está pidiendo ayuda. Representantes de turismo de las islas, junto a sus homólogos andaluces, canarios o valencianos están pidiendo subvenciones para los afectados, con el objetivo de tranquilizar a las empresas y que está bola de nieve no se haga cada vez más grande. Mientras, a río revuelto, ganancia de pescadores. Tras la caída de Thomas Cook, la aerolínea irlandesa Ryanair ha triplicado el precio de sus pasajes a Baleares.
Hasta ayer, en la página web de Thomas Cook todavía se podían leer lo de “Descubre nuestra gran oferta de vacaciones en Magaluf para 2019/2020. Haz tus vacaciones verdaderamente especiales y reserva con Thomas Cook”. Una propuesta de ensueño a la que cada año se han estado abrazando miles de británicos. Especialmente jóvenes de entre 18 y 20 años que esperaban con ansia su rito iniciático en Magaluf, con su fiesta en Punta Ballena, sus copas gratis en el hotel y sus caídas desde los balcones. De hecho, si se busca en Google “Hoteles Thomas Cook Magaluf”, esa oferta sigue saliendo entre los primeros resultados. Pero es sólo un espejismo. Al hacer click aparece un aviso de la quiebra del gigante. El inventor del turismo de borrachera en Mallorca ha muerto. Y con él está arrastrando a media isla.
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