“Somos las soberanas de nuestro cuerpo y elegimos una parte de él para reivindicar nuestros derechos; una parte que el patriarcado nos ha expropiado para tener a sus hijos, para violarnos, para hacerles ganar dinero… y por usarla, por rebelarnos, nos quieren poner un castigo ejemplarizante”. Antonia, la autora de esta declaración, ha entrado este jueves en los juzgados de Sevilla abrazada a Rocío y Olga, las tres están acusadas de dos delitos, uno de ofensa al sentimiento religioso y otro de incitación al odio, por sacar sobre unas andas una gran vagina: el “Santísimo Coño Insumiso” y el “Santo Entierro de los Derechos Sociolaborales”. “Nos han criminalizado, pero yo lo volvería a hacer”, advierte.
Los hechos se remontan a los meses de abril y mayo de 2014, días antes de la Semana Santa, cuando las acusadas portaron la reproducción grande de una vagina para protestar por el despido de una empleada de una empresa de autobuses. La manifestación ponía el cierre a la semana de la Lucha Social, convocada por varios colectivos sevillanos. Motivo por el que la Asociación de Abogados Cristianos interpusieron una denuncia por un presunto delito de incitación al odio que ya fue archivado en septiembre de 2016, pero que la Audiencia ordenó reabrir tras el recurso de los denunciantes.
Este jueves, a las puertas de los Juzgados, Antonia, Olga y Rocío han sentido el calor de muchas mujeres y organizaciones llegadas de varios puntos del país para arroparlas. También ha asistido una de las componentes del grupo de punk Pussy Riot, María Alyokhina, encarcelada junto al resto de músicas por realizar un acto de protesta en un templo de la iglesia ortodoxa rusa.
Del otro lado, también se concentraban —rosario en mano— quienes censuraban la “performance reivindicativa” de apoyo a las acusadas, en la que el Coño Insumiso ha vuelto a ser el protagonista.
“Lo hemos sacado hoy y lo volveríamos a sacar porque se sigue viendo que las mujeres tenemos todavía motivos suficientes como para salir a la calle y protestar —asegura a EL ESPAÑOL Antonia Ávalos después del juicio oral—; sobre todo ahora, que muchas mujeres han tomado conciencia sobre el movimiento feminista, ahora estamos más facultadas y nos sentimos más arropadas que nunca”.
De México a España huyendo de los malos tratos
Antonia nació en Méjico. Llegó a España, a Sevilla, con su hija menor de edad huyendo de una relación de malos tratos. Aquí pudo rehacer su vida, “y hemos salido adelante”. Trabaja en el comedor social, “cocinando entre fogones, lentejas y rebeldía”, pese a que muchas veces a lo largo de estos cinco años asegura haberse visto señalada y estigmatizada por su participación en los hechos que hoy se juzgan. También por grupos ultracatólicos.
“Llevamos cinco años de angustia por ejercer nuestro derecho a la libertad de expresión, porque lo nuestro fue una acción política, no una ofensa a nadie, esto no tiene nada que ver con la fe”, defiende Ávalos.
Para cada una de las acusadas la Fiscalía pide una multa de 3.000 euros. Por su parte, la Asociación de Abogados Cristianos pide “respeto”. La defensa, ejercida por la abogada sevillana Pastora Filigrana, ha pedido la absolución.
Durante el juicio, la Fiscalía han aportado varios vídeos extraídos de las redes sociales. En ellos se ve cómo la manifestación recorrió varias calles del casco antiguo de Sevilla, pasando incluso por delante de la basílica de la Macarena, centro neurálgico de las devociones de la ciudad, también por el arco que cada Madrugada de Jueves Santo atraviesa la virgen de la Esperanza.
En declaraciones a este medio, otra de las acusadas Rocío Ballesta ha asegurado que se replantearía la forma de protestar. “Quizá la vagina no sea la figura que represente a todas las mujeres, porque también hay mujeres con pene”, en referencia a las mujeres trans. “Una vulva no es ofensiva; la moral cristiana lo ha ligado a algo pecaminoso, oscuro, sucio… y es por eso por lo que en su día protestamos”, confiesa Ballesta.
Cinco años de condena social
A su juicio, estos cinco años han supuesto en sí una condena social. “Nos hemos visto expuestas, se ha puesto en cuestión nuestra moral y nos ha afectado socialmente, laboralmente y económicamente, que hemos podido sobrellevar gracias a la caja de la resistencia de varias organizaciones”, asegura la acusada, que se inclina por la absolución.
“Yo he estado muy tranquila durante todo el proceso, porque era una situación absurda, diría que incluso he tratado de disfrutarlo, porque nunca había estado en un juicio penal”, confiesa a EL ESPAÑOL Ballesta. “Nosotros esperamos acabe en absolución, porque no hemos cometido ningún delito”, sentencia. Aunque Rocío, Olga y Antonia deberán esperar.
“La sentencia llegará pronto, en una semana, lo que da idea de lo claro que lo tiene el juez”, explica la abogada a este medio. “Ha salido muy bien”, ha asegurado pocas horas después del juicio oral. “No se han presentado pruebas, solo el testimonio de una agente de policía sobre los vídeos existentes en Internet y una testigo de la acusación particular que no estuvo presente en la manifestación de 2014”, detalla Filigrana, que mantiene que todo apunta a la absolución. “Sabemos que recurrirán”, ha vaticinado.
La abogada ha afeado a la acusación particular que equiparen estos hechos con la persecución sufrida por los católicos por los romanos. “Es un contexto alejado de la realidad; lo que sí es real es la cifra de mujeres asesinadas o la brecha salarial, eso sí que no tiene discusión posible”, esgrime Filigrana.
Según la abogada sevillana, ha quedado claro que los hechos se suscriben a una acción política en la que las mujeres, a modo de protesta, “quisieron subir la feminidad a un altar, a modo de exaltación; pero no hubo intención de atacar a nadie, no ha habido burla”.
Volver a las calles a seguir protestando
En el juicio han estado presentes hasta 11 abogados en apoyo de las mujeres acusadas. También en la sala, el exletrado del Tribunal Constitucional y profesor de Derecho Constitucional Joaquín Urías ha ido comentando la sesión en su cuenta de Twitter. En ella ha subrayado momentos como la intervención de la acusación, que enumeró varias supuestas afrentas a la Iglesia. “Era una procesión. Vuelve a lo de quemar la conferencia episcopal como ofensivo. Una de las acusadas le puso una mantilla al coño. Pasaron cerca de 7 iglesias. Se recitó un credo feminista. Dijeron estar hasta el coño de la iglesia. ¡Niegan la santidad de la virgen!”, recoge Urías en un tuit.
Las tres mujeres también cuentan con el apoyo de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA), que considera que “este tipo de actuaciones de la Judicatura y de la Fiscalía, con la utilización parcial y sectaria de los delitos de odio y sus derivados, suponen una afrenta a la libertad de expresión y, por ende, a los valores básicos en los que se debe asentar una democracia sana y madura”.
La APDHA lamenta “el uso torticero del delito de ofensa a los sentimientos religiosos” que supone, de hecho, una ofensa a los sentimientos democráticos. “En esta ocasión, son tres compañeras feministas, en el uso de su derecho legítimo a la protesta en un contexto de amenaza en la regresión a una ley del aborto absolutamente anacrónica y misógina, quienes sufren las consecuencias”, critican.
Rocío, una de las acusadas, zanja: “Queremos volver a la vida cotidiana, y a las calles, para poder hacer el activismo con todas las garantías que nos da el Derecho y la Constitución”.