Ella entraba y salía de la residencia de ancianos. Aunque todavía es joven (59 años), el alzheimer que sufre hace que necesite una atención constante. Al principio siempre fue alegre, dicharachera, la primera en echarse a bailar en las fiestas que montaban. Pero su llama se fue apagando poco a poco por la enfermedad. En esas, a su lado, estaba Marcos C. (de 49 años), un auxiliar de enfermería que se mostraba atento con ella y que siempre estaba dispuesto a echarle una mano. Hasta este viernes que ha sido detenido por llevar abusando de ella durante tres años. Como en Hablé con ella, pero pasado por el duro prisma de la realidad.
La historia ha sacudido el municipio de Llíria, una modesta localidad ubicada a escasos 30 kilómetros de Valencia. Ahí, en la residencia para mayores DomusVi Jardínes de Llíria la víctima llevaba un tiempo viviendo un auténtico infierno. Marcos presuntamente se aprovechaba de ella, de que no podía comunicarse, de que no se enteraba de nada. Pero ya había rumores, lo comentaban entre el resto de enfermeros y algunos residentes. Hasta que por fin se denunció e investigó.
La Policía Judicial de la Guardia Civil de Llíria detenía este pasado viernes a Marcos después de una investigación que se había estado desarrollando durante las semanas anteriores. Al día siguiente, el Juzgado de Instrucción Número 6 de la localidad decretaba su ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza. Actualmente se encuentra en el centro penitenciario de Picassent.
Tras su detención, Marcos ha reconocido ante las autoridades las relaciones sexuales. Sin embargo, ha alegado que eran consentidas ya que mantenían una relación. Los trabajadores del centro y demás personas que conocen a la víctima y con los que este diario ha podido hablar aseguran que este extremo es imposible.
“La señora no es capaz ni de responder a una orden fácil. Tú le decías ‘levántate’ y ella se limitaba a repetir ‘levántate’, ‘levántate’, pero no podía entender lo que le pedías. Es el peor alzheimer que he visto en mi trayectoria”, comenta una trabajadora. “Podías hacer lo que quisieras con ella… y él era tan manipulador”, comenta otra. EL ESPAÑOL se ha puesto en contacto con la residencia pero han rechazado hacer declaraciones.
Listo y "manipulador"
De origen peruano, Marcos llegó hace años a España y se instaló directamente en Valencia. Lo hizo solo. En su país natal dejaba a una exmujer y a su hija. Auxiliar de enfermería, antes de caer en la residencia en la que trabajaba hasta el viernes, lo hacía en otra de la zona que cerró y muchos residentes y trabajadores se trasladaron a la DomusVi. Fue en octubre de 2014.
“De primeras es un chico muy agradable”, cuenta una antigua compañera de trabajo suyo a EL ESPAÑOL. “Pero, luego, cuando le conoces ves otras cosas. Le gusta mandar, parece que intenta manipular a la gente, siempre consigue darle la vuelta a las cosas en función de su interés”, añade. Esta compañera, que ha sido su superiora, asegura que además una vez llegaron a detenerle, porque le llamó para explicarle que no podía ir al trabajo por ello.
Sin embargo, era muy sociable e inteligente. Había llegado a mantener relaciones sentimentales con hasta dos compañeras de trabajo. De hecho, cuando los investigadores estiman que empezaron los abusos sexuales, él ya estaba viviendo con una de ellas, aunque cesaron su relación hace un par de años.
Aunque no solía dar problemas dentro de la residencia, varios compañeros de trabajo han confirmado a este diario que ha tenido hasta dos episodios de problemas con el alcohol. La dirección de la empresa le ha llegado a llamar la atención por llegar en un estado no apto para trabajar. Antes de su detención, Marcos rotaba en los turnos de mañana y tarde e iba todos los días a su puesto de trabajo en tren desde Valencia.
Algunos lo sabían
“Ella entró en la residencia de manera definitiva hace aproximadamente cuatro o cinco años”, explica a este diario otra trabajadora del centro. “Antes venía por temporadas, pero su situación ya era muy mala y la familia decidió dejarla aquí de manera permanente”, añade.
“En los últimos años vimos que cada vez perdía más peso y veíamos que tenía episodios de ansiedad. Se enfadaba, se ponía a llorar… la psicóloga lo intentaba con ella pero no conseguíamos hacer nada. Es que ella no puede expresarse ni hablar ni hacer nada. Ahora, lo pienso y me pregunto si toda esa ansiedad podía venir de él”, añade.
La relación que la víctima y Marcos tenían podía variar según el turno. Si estaba de mañana, él la levantaba. Si estaba de tarde, él la acostaba. También, cuando ella necesitaba asistencia puntual, como cuando se hacía sus necesidades, él se ofrecía a cambiarla y subían a la habitación para hacerlo.
Poco más podía hacer la víctima. Ella pasaba todo el día en el salón porque era del grupo de alta dependencia y no podía estar sola en ningún momento. Ni siquiera podía llevar la rutina de otros residentes, como ir a dormir la siesta a su habitación. “Pensaba que él estaba volcado con su trabajo porque se ofrecía siempre a cambiarla. Además decía siempre que ‘qué pena le daba ella con lo joven que es’”, asegura una compañera.
A pesar de que Marcos se esforzaba para que no se notara, hace años que ya había rumores al respecto entre la gente de la residencia. En concreto, ya en 2016, una compañera de habitación de la víctima y que tiene parálisis cerebral pero ningún problema cognitivo contó a una trabajadora que había visto algo raro: Marcos había ido a la habitación a limpiarla y, cuando estaban en el baño, había escuchado gemidos.
También, otro residente se dio cuenta de la situación hace relativamente poco. Lo comentó entre otros compañeros y a la auxiliar que más tarde puso la denuncia que ha acabado con su detención. Al saltar todo, muchos de los trabajadores se preguntan ahora que por qué no hicieron nada antes si se sabía. La respuesta es unánime. Lo intuían pero no lo podían demostrar. A fin de cuentas, era demasiado fuerte para ser verdad.