El cadáver de Franco se embalsamó para que durase presentable 3 días, el tiempo que duró la despedida de los madrileños durante la exposición pública en el Palacio de Oriente. El estado que presentará su cuerpo, 44 años después de su muerte, es un misterio hasta para los propios embalsamadores. Aún más: es un misterio hasta para el embalsamador que es nieto de quien lo embalsamó.
Parece un trabalenguas, pero es la opinión de Modesto Martínez-Piñeiro III. Tercero porque es el último de una saga. Su abuelo Modesto era forense y embalsamó a Franco. Su padre Modesto también se dedicó al mismo trabajo. Y él, tercero de la línea de Modestos, ha seguido con la tradición. Atesora una dilatada carrera en esta profesión: lleva 36 años ejerciendo de forense en Tenerife. Las Islas Canarias precisamente son un lugar donde esta costumbre es más habitual que en la península. Mueren extranjeros que tienen que ser repatriados a sus países y tienen que llegar en buen estado. Lo mismo con fallecidos originarios de otras islas, a donde tiene que volver el cadáver para que se le dé sepultura. “Habré embalsamado a más de mil cadáveres en toda mi vida, pero nunca me he enfrentado a un caso como este”, asegura en conversación con EL ESPAÑOL.
Se refiere especialmente al tiempo transcurrido desde el fallecimiento del dictador hasta el momento en el que el féretro va a ser exhumado. 44 años, que no es un plazo habitual. Pero es que cuando enterraron a Franco no lo hicieron pensando en que, casi medio siglo después, lo iban a sacar de allí para llevarlo hasta El Pardo, surcando el cielo de Madrid. “Es un misterio para cualquiera. El que diga que sabe en qué condiciones se van a encontrar el cuerpo de Franco, miente”, sentencia el doctor Modesto Martínez-Piñeiro.
Diferencias con Lenin
Y es que cada embalsamamiento tiene un procedimiento en función del destino que se le quiere dar al cuerpo. Por ejemplo, Lenin. El tratamiento que recibió el dictador ruso estaba orientado a ser expuesto en su mausoleo de por vida. Entonces, el tiempo que se tomaron los profesionales que llevaron a cabo el proceso de conservación fue mucho más dilatado que el que tuvieron los 4 médicos españoles que se encargaron de Franco. “Con Lenin igual se pegaron un mes. Esos tratamientos para conservar a un cadáver para largo plazo requieren mucho tiempo. No solo eso; cada cierto tiempo se le va realizando un mantenimiento. Se le aplican líquidos necesarios, parafinas y se arregla lo que esté en mal estado. Lenin fue embalsamado para durar para siempre, Franco solamente para tres días”.
El mismo tratamiento que el dictador ruso tuvo la argentina Evita Perón, “que precisamente fue embalsamada por un español, el doctor Pedro Ara. Aquel proceso a lo mejor duró un mes y medio, pero la dejó que parecía que estaba viva”, dice Martínez-Piñeiro. El médico aragonés estaba considerado el mejor embalsamador del mundo en su época y dicen que hizo un trabajo tan metódico que incluso consiguió quitar el rictus de dolor de la cara, consecuencia del cáncer que se la acabó llevando. El cadáver embalsamado luego fue secuestrado literalmente tras el alzamiento armado por el jefe de la inteligencia militar argentina y un grupo de oficiales. Ese cuerpo se acabó convirtiendo en un problema para los militares, porque no supieron qué hacer con él. Fue trasladado por el mundo, por ciudades como Roma y Madrid, en una truculenta historia que todavía hoy suscita muchos interrogantes.
Caja de zinc
Pero volviendo a Franco: su proceso de embalsamamiento duró solamente una noche y estaba destinado a que aguantase sin descomponerse durante tres días. Después fue enterrado en un doble ataúd, dentro de una caja de zinc y plomo. Allí permanece, en el Valle de los Caídos, y de ahí será exhumado en los próximos días. ¿Qué se van a encontrar?
“Lo primero que me genera dudas es quién va a ir a certificar que ése es Franco, porque en una exhumación siempre tiene que haber un secretario judicial para dar fe de que ese cuerpo es el del fallecido. No sé si tendrá que ir un secretario del Supremo, pero eso en un principio va así”; señala Modesto, que ha asistido a centenares de exhumaciones judiciales.
Más allá de la identificación judicial, el cuerpo no tendría por qué ser reconocido por los familiares si no quieren. “Cuando se exhuman cadáveres no suelen estar embalsamados, muchos están en muy mal estado. No hace falta que lo vean los familiares en los casos comunes, no sé qué pasará en este. Lo que espero es que no se filtren fotos. Acuérdate de aquella precisamente de Franco entubado. Si pasase ahora habría que depurar responsabilidades, pero a mí no me cabe duda que el responsable, si acabase saliendo alguna foto, sería el Gobierno”.
Identificable
Sobre el estado del cadáver, ya adelanta que “no se pueden hacer pronósticos. Nadie puede hacerlos con certeza. Ni siquiera yo, que llevo 36 años trabajando en esto. Cada cuerpo reacciona diferente al mismo tratamiento. Algunos están casi tal y como entraron y otros están en peor estado del que le suponíamos, habiendo sido sometidos al mismo procedimiento”. No obstante, en función del meticuloso tratamiento que realizó su abuelo (detallado en una carta publicada por EL ESPAÑOL) y las condiciones de conservación en las que se ha encontrado el cadáver durante todo este tiempo, cree que “podría estar en buenas condiciones. Le habrá cambiado mucho el color, eso seguro, pero creo que se podría identificar fácilmente que es Franco”.
Cree además Modesto que “el hecho de que esté metido en una caja de zinc que fue debidamente soldada hace que esté bien aislado de los cambios de temperatura o de humedad. Son factores que afectan en los casos habituales. Mira por ejemplo en Chile y en otras zonas de Sudamérica o donde hace mucho calor. Los cadáveres se momifican precisamente por la deshidratación, la alta temperatura. Pero yo creo que el cadáver de Franco lo depositaron en un lugar seco y bien sellado. Te vuelvo a decir que nunca me he encontrado ante una exhumación después de 44 años, pero yo creo que será identificable”.
El cuerpo del dictador se puso a sudar después de muerto. Cuando estaba expuesto al público para la despedida, un par de días después de su muerte, por su cara se empezaron a deslizar una serie de gotas que parecían sudor y que los médicos que lo embalsamaron tuvieron que retirar. Pero en aquel caso era un exceso de crema hidratante que le aplicaron al cadáver. Ahora, 44 años después, el forense Modesto Martínez-Piñeiro confía en que el tratamiento que le aplicó su abuelo, con su mismo nombre, haya sobrevivido al paso del tiempo.