Reyes sabía que la rueda que provocó su accidente estaba "rajada": este es el taller que le advirtió
EL ESPAÑOL revela nuevos datos sobre el siniestro mortal, con los dos talleres por lo que pasó el Mercedes. “Ya lo arreglaremos", dijo el futbolista.
11 octubre, 2019 13:55Noticias relacionadas
El accidente al volante de su Mercedes Brabus S550 que el 1 de junio mató al futbolista José Antonio Reyes, y que también le costó la vida a su primo Jonathan Reyes y heridas graves a su primo Juan Manuel Calderón, se debió a una doble imprudencia muy común entre los conductores: salir a la carretera a sabiendas de que el vehículo sufre un defecto mecánico en apariencia menor, sumado a una inadecuada velocidad, leve. En este caso, Reyes conocía que la llanta de la rueda trasera izquierda estaba dañada: esta causó una bajada de presión del neumático y el posterior reventón y salida de la autovía. Así se desprende de la investigación realizada por EL ESPAÑOL sobre la situación del coche del jugador en los días anteriores al siniestro, sobre el que el Equipo de Reconstrucción de Accidentes de Tráfico (ERAT) de la Guardia Civil tiene que emitir el informe oficial para el juzgado. Sus detalles y conclusiones no se han publicado todavía.
En este reportaje reconstruimos, con los datos disponibles hasta ahora, la trayectoria previa del vehículo hasta el momento del accidente mortal, que se ha convertido este año entre la opinión pública, por la fama del conductor, en ejemplo por antonomasia sobre los riesgos del tráfico.
En enero de este 2019, José Antonio Reyes, de 35 años, antiguo jugador estrella del Sevilla FC, el Real Madrid, el Atlético de Madrid o el Arsenal londinense, se incorpora a la plantilla del equipo de Segunda División Extremadura UD, de Almendralejo (Badajoz). El jugador reside con su mujer y sus dos hijas en su pueblo natal, Utrera (Sevilla), pero entre semana vive en Mérida, la capital extremeña, desde donde se desplaza cada día a los entrenamientos con su club en Almendralejo, a 29 kilómetros al sur. En el club extremeño lo recuerdan sobre todo a bordo de su Ferrari rojo.
La semana anterior al accidente, el futbolista le pide a su hermano Jesús que le lleve otro de sus potentes coches de alta gama a un taller en Utrera para ponerlo a punto. Lleva tiempo sin usarlo y lo quiere conducir otra vez. Es un Mercedes-Benz S550 reforzado por la marca Brabus: modelos similares alcanzan 250 kilómetros por hora con sus 550 caballos de potencia. El 24 de mayo, el taller publica en su página de Facebook un anuncio con el que promociona sus neumáticos y llantas nuevos y de ocasión y subraya su experiencia con deportivos de lujo, para lo que ilustra su texto con varias fotos de coches en reparación. Entre ellos aparece, en dos fotos, el de Reyes, matrícula 4868-GGZ, inscrito por primera vez en España el 16 de abril de 2007, como refleja el registro de la Dirección General de Tráfico que dirige Pere Navarro, el veterano de la DGT que tras el accidente apuntó a un exceso de velocidad como factor clave del fatal desenlace.
El programa de Antena 3 Espejo Público ha informado en los últimos días de que la Guardia Civil investiga si este taller pudo cometer una negligencia o fraude al cambiarle las ruedas, y en particular aquélla cuya rotura precipitó la tragedia. En una de esas fotos, que el taller publicó el 24 de mayo como ilustración genérica de su actividad, sin nombrar a su dueño, se aprecia la rueda trasera izquierda, con la llanta metálica manchada y su característico neumático de perfil bajo deportivo, aparentemente gastado.
La de la imagen -que acompaña este reportaje- no es una rueda “barata” que los supuestamente negligentes responsables del taller le habrían colocado al coche de Reyes, como marró en Espejo Público un tertuliano, sino la rueda original del vehículo, antes de su sustitución. Incluso de segunda mano, estas piezas son carísimas: un juego de cuatro llantas, sin neumáticos, se vende estos días por internet en Ebay por 2.290 euros más gastos de envío desde Alemania, en buen estado pero no nuevas. Se trata del modelo original de llantas de Brabus denominado Monoblock E de aleación ligera, de 21 pulgadas de diámetro (53,3 centímetros), y una anchura de 9 pulgadas en el par del eje delantero y 10,5 en el del trasero. Su diseño se distingue por sus nueve aberturas ovaladas.
Lo más característico de estas ruedas propias de coches de alta velocidad o de carreras es que sobre las llantas montan neumáticos de perfil muy bajo; es decir, la distancia que hay entre el borde exterior de la llanta y la banda de rodamiento del neumático (que, como es normal hoy, no llevan cámara interna sino que se ajustan directamente a la llanta) es de pocos centímetros, y mucho menor que la de los turismos convencionales.
Localizamos el taller: Neutrabar S. L.
EL ESPAÑOL ha localizado el taller de Utrera donde revisaron las ruedas del coche de Reyes una semana antes del accidente. Neutrabar S. L. no es ningún taller cutre e inexperto sino un negocio de referencia en este municipio sevillano y su comarca (y en el vecino Los Palacios, donde tienen otra sucursal): suma ya 21 años de experiencia, como dicen en su web, y, aunque practican la mecánica general, son especialistas en neumáticos y llantas, tanto nuevos como de segunda mano.
Lo fundó José Rincón León y desde hace unos años lo dirigen, a pie de taller junto a varios operarios, sus hijos José y Sara. El muro a la derecha de la entrada está forrado de neumáticos. Éste era el taller de confianza del malogrado futbolista. ¿Es posible que en este negocio familiar conocido por todos le colocaran mal y deprisa una llanta dañada, o que le colaran una vieja al precio de una nueva, a un cliente habitual que encima es el vecino más popular del pueblo? Esa posibilidad, que los investigadores habrán tenido que examinar aunque sea para descartarla, no parece tener fundamento. El dueño no quiere decir nada pero su hermana, mientras despacha a los clientes, acepta hablar con el periodista para negar que tengan responsabilidad alguna.
—Estamos muy tranquilos. Ya estuvo aquí la Guardia Civil, vieron la documentación y saben lo que hicimos. Somos profesionales, especializados en vehículos de alta gama. Ahí tenemos una llanta para un Porsche –dice señalando una pieza en el suelo preparada para el cambio.
Añade que al Mercedes Brabus de Reyes le pusieron llantas iguales a las originales, “las que llevaba de fábrica”, y que pasó por los controles de calibrado y contrapesado habituales en el sector, sin que ni máquinas ni mecánicos le detectaran ninguna anomalía.
—De aquí el coche salió perfecto, calibrado. Nos hemos enterado de que luego pasó la ITV –agrega para subrayar que el control de calidad fue doble, en este taller y en el de la Inspección Técnica de Vehículos adonde tras esta revisión integral lo llevó Jesús Reyes para que su hermano José Antonio pudiera usarlo con tranquilidad la semana siguiente.
Incide además la responsable del taller en un dato importante:
—Este modelo de Mercedes tiene un sensor de presión baja de ruedas [que avisa al conductor]. El coche salió de aquí con el sensor reseteado [es decir, listo para detectar un fallo de presión de los neumáticos y alertar de ello automáticamente en el panel de mandos].
¿De qué tipo eran los neumáticos, qué anchura y perfil? Dice que no puede dar más información y que sólo recuerda que los neumáticos que le colocaron, como los que traía, son de “perfil bajo, un 25” (los neumáticos son 5 puntos más altos en el par del eje trasero, pero no precisa si se refiere a los delanteros o los traseros). El ancho de rodadura de los neumáticos se mide en milímetros y el número del perfil o aspecto lateral indica el porcentaje que éste representa en relación a aquél: en este caso, significa que el perfil mide el 25% de su anchura. Lo que importa es que, visto de lado, es un neumático muy fino. Al estar la llanta de este tipo de ruedas más cerca del suelo que en las ruedas de turismos o camiones, es más fácil que rocen o choquen lateralmente con bordillos y baches de poca altura. Aumentan por tanto las probabilidades de un llantazo, un golpe, incluso pequeño e inadvertido, que dañe la pieza metálica, agrietándola o abollándola. Es lo que ella cree que pudo ocurrirle al conductor después de que le entregaran su coche “en perfecto estado”. Un golpe que dañara la llanta trasera izquierda tras pasar por la revisión del taller y la de la ITV.
Fuera del taller, la madre de la familia propietaria destaca al periodista que al coche de Reyes le cambiaron las cuatro ruedas completas y que "todas eran nuevas", porque él no escatimaba en gastos y no las quería de segunda mano. Está segura de que hicieron su trabajo perfectamente.
"Ya lo arreglaremos mañana"
El domingo 26 de mayo, el Extremadura UD de Reyes se asegura en casa con un empate a 0 contra el Lugo su permanencia en Segunda División. Como premio, el entrenador, Manuel Mosquera, le da unas jornadas de descanso a la plantilla. Reyes vuelve a Utrera con su familia y de aquí se incorpora otra vez al trabajo en Almendralejo el jueves 30 de mayo a las 10.30 de mañana, fecha de reanudación de los entrenamientos habituales, como informó el club en Twitter. En este viaje, el también exjugador de la selección española conduce su recién revisado Mercedes Brabus acompañado de sus primos, de 23 y 22 años.
Gracias, entre otros, al testimonio del superviviente del accidente, Juan Manuel, ya dado de alta hospitalaria, la Guardia Civil ha podido seguir los siguientes pasos del vehículo en esos días. Reyes entrena en Almendralejo el jueves 30 y el viernes 31 de mayo. Este día, tras el entrenamiento, uno de sus primos lleva el coche a un taller de Mérida, la ciudad donde reside, porque se han dado cuenta, presumiblemente gracias al detector de baja presión que le han ajustado días antes en Utrera, que hay un problema con una rueda. Este taller es, al igual que el de Utrera, otro establecimiento especialista en neumáticos y llantas, el de referencia en Mérida y alrededores.
EL ESPAÑOL ha comprobado que se trata del taller Neumáticos Juan Quintana S.L., el de su sucursal de la avenida Reina Sofía (hay otro en la zona de El Prado). Lo fundó el difunto Juan Quintana Lozano y lo dirigen sus hijos Antonio y Juan. Preguntados por este periódico esta semana, ninguno se pone al teléfono. Pero unos días antes, uno de ellos, fuera de cámara, ha hecho al programa Espejo Público unas declaraciones fundamentales: el responsable relata, tal como declaró a los investigadores de la Guardia Civil, que Reyes le traía de vez en cuando sus coches para que le revisaran la presión, y que el viernes 31 de mayo (la víspera del accidente), el futbolista o sus primos (no queda claro en sus palabras quiénes de ellos) acudieron con el Mercedes Brabus y él, el especialista, según su testimonio, les informó de que la rueda trasera izquierda tenía “una llanta rajada”, lo que había causado la bajada de presión del neumático. Les advirtió de que “así no se podía” salir a la carretera, en referencia al riesgo de que el borde metálico dañado mordiera el neumático (que se recalienta cuando va con presión baja) y reventara. El cliente, que “tiene la última palabra”, respondió “ya lo arreglaremos mañana en Sevilla”, se entiende que en su taller habitual de Utrera, y se marchó.
En el taller de Mérida precisan a EL ESPAÑOL que no fue Reyes sino uno de sus primos el que llevó el coche a revisar, que la grieta que le detectaron con una máquina no se ve a simple vista y que le advirtieron de que así no debía salir a la carretera. Es más probable, según su experiencia, que ese pequeño defecto se debiera a un golpe, a un llantazo, que a un fallo de fabricación.
En ese momento, la opción más segura, como explican a este periódico varios mecánicos, habría sido dejar el coche en ese mismo taller (aunque obligaría a una espera de horas o días para localizar las llantas) o llamar a la grúa para que se lo llevara a Utrera. Pero el conductor pensaría (¿quién no lo ha hecho alguna vez?) que el defecto no entrañaba tanto riesgo y que bien podía asumirlo y esperar unas horas y unos pocos centenares de kilómetros.
La grieta en la llanta la habían detectado pronto con una inspección ordinaria en el taller de Mérida, según se deduce del testimonio de su dueño, lo que implica que se produjo después de los cambios del taller de Utrera y de la revisión de la ITV. En todo caso, el conductor, desde ese momento, ya sabía y estaba advertido del fallo y riesgo de la rueda y decidió proseguir, como habrían hecho muchos otros incurriendo en una pequeña imprudencia de consecuencias nefastas.
El sábado 1 de junio, su último día, Reyes conduce de Mérida a Almendralejo para participar con sus compañeros en el entrenamiento final de la semana antes del partido que la jornada siguiente, domingo 2, tienen en el estadio del Cádiz. El entrenamiento en la ciudad deportiva del Extremadura UD, como informó entonces el club en Twitter, está convocado a las 9 de la mañana, antes de la salida del equipo en autobús hacia la capital gaditana, prevista para dos horas después, a las 11. Tras los ejercicios, el entrenador anuncia en el vestuario la lista de 18 convocados para el partido y, según explican en el club, como ya sólo quedan dos encuentros de liga y la salvación está asegurada, decide darle descanso a Reyes y no incluirlo en la expedición. Entonces el jugador, junto a sus dos primos, se sube al coche y se vuelve directamente hacia su casa en Utrera para reunirse con su familia.
Viajan con la llanta dañada y la presión de la rueda baja, lo que recalienta la goma. Por el bajo perfil del neumático, al ir más vacío, la llanta se acerca peligrosamente al asfalto, y aún más en los baches. Esta circunstancia requiere una conducción más lenta: en caso de reventón, la dificultad para controlar el vehículo y el tiempo para detenerlo aumentarán conforme lo haga la velocidad.
Ningún radar lo cazó a más velocidad
¿A qué hora parte de Almendralejo? El dato es importante para calcular la velocidad media a la que circula hasta que se produce el accidente. Ningún radar en la ruta registra infracción alguna de velocidad, según se ha filtrado del último informe de la Guardia Civil, lo que no excluye que rebase el límite en algún tramo intermedio sin ser detectado. En el Extremadura UD explican que no saben cuándo se fue exactamente hacia Utrera. Pero, teniendo en cuenta la duración del entrenamiento, de alrededor de una hora, y el tiempo de la ducha en el vestuario y el encuentro con el entrenador, tuvo que ser después de las 10.
Con una conducción reglamentaria se tarda 1 hora y 47 minutos, calcula Google Maps, en recorrer los 192 kilómetros de distancia que hay entre la ciudad deportiva del Almendralejo (en la periferia norte de la localidad, no en el estadio Francisco de las Heras) y el punto kilométrico 18,200 de la autovía A-376 Sevilla-Utrera. En este tramo, en torno a las 11.40 de la mañana, el neumático de la rueda trasera izquierda revienta, el vehículo zozobra y Reyes frena para intentar controlarlo. El Mercedes Brabus se sale de la autovía por la derecha y, más de 100 metros adelante, se estrella contra un muro de conducción de un arroyo, vuelca y sale ardiendo por la gasolina del depósito, atrapando a sus ocupantes. En casos semejantes, al deshacerse el neumático (la goma exterior y el tejido interior de refuerzo), la llanta metálica produce un reguero constante de chispas al rodar por el suelo.
En los siguientes días, se publica en diferentes medios, citando fuentes no identificadas de la investigación inicial de la Guardia Civil (antes de que asuma el caso el ERAT), que el conductor iba, según las primeras estimaciones, a 237 kilómetros por hora; luego, que al menos a 220; más recientemente, que iba por encima del límite de 120 pero por muy poco. Aún no se conoce el cálculo exacto del informe oficial que establecerá por su parte las causas del siniestro y si el conductor cometió un delito contra la seguridad vial por conducir a una velocidad temeraria, si incurrió sólo en imprudencias leves o por el contrario no tuvo ninguna responsabilidad en la desgracia. Un estudio particular dirigido por la perito Myriam Moya concluyó a finales de junio que el vehículo iba a entre 111 y 128 kilómetros por hora cuando le reventó la rueda izquierda trasera en un tramo limitado a 120.
Cuando uno pasa por la autovía a la altura del lugar del accidente, tiene la sensación de que a 90 o 95 kilómetros por hora tendría margen para controlar el coche sin salirse en caso de reventón de rueda y desplazamiento brusco del eje trasero; a 120, la impresión subjetiva es que sería difícil salir ileso.
Preguntada sobre el estado de la investigación y si tiene ya una fecha prevista de entrega, la Guardia Civil de Sevilla responde que el caso “está judicializado” y oficialmente no da de momento más información.
Si la investigación del ERAT confirma tanto la versión de los dos talleres (un daño ajeno a ellos en la llanta, que el conductor conocía y no arregló a tiempo) como el estudio privado de Moya (que concluye que Reyes conducía en los límites de velocidad legales), eso cambiará el significado de su tragedia: no se habrá debido entonces a la actitud delictiva de un héroe arrogante que rebasa a los demás a 200 por hora, sino a una suma de pequeñas imprudencias cotidianas, mucho más extendidas y aceptadas entre conductores de cualquier tipo: echarse a la carretera aun sabiendo que el coche no está bien y hacerlo a una velocidad inadecuada para ese estado mecánico, sea menor o mayor al límite legal. La DGT precisa que la velocidad excesiva o inadecuada es factor concurrente en el 29% de los accidentes mortales, por detrás de las distracciones (presente en el 33%) y por delante del alcohol (en un 26%).
El partido póstumo del extraordinario José Antonio Reyes, que era abstemio, es que su nombre y su cara sirvan ahora de ejemplo para recordar el problema, tan común, de la siniestralidad de tráfico en España. Un anónimo agujero en el que pierden la vida cada año más de 1.800 personas.