Francesco, un italiano afincado en Barcelona que acude a hacer la compra la mañana de este sábado, se detiene cuando ve a José caminando por el centro de la ciudad. “¿Puedo hacerme una foto con usted? -le pregunta al anciano-. Vi su imagen de ayer en la web de un periódico de mi país. Fue muy valiente al enfrentarse a esos chicos tan violentos".
Segundos después, este reportero inmortaliza el momento entre Francesco y José. "Mucha fuerza y siga así", le dice al despedirse de él. La figura de José Frías dio la vuelta la mundo este viernes cuando se paseó por delante de la columna de cientos de radicales independentistas que luego lanzaron adoquines, señales de tráfico y otros objetos contundentes a los agentes que custodiaban la Jefatura Superior de Policía Nacional en Barcelona, ubicada en la Vía Laietana.
José, a sus 72 años, se situó entre el cordón policial y los exaltados antes de que se desatara la violencia. Con sus propias manos retiró señales de tráfico que había en el suelo, arrebató a los violentos algunos palos de hierro que empuñaban y les reprochó que "en vez de estar disfrutando de la juventud, estuvieran dañando a Barcelona, a Cataluña y a España".
- Pero, ¿por qué lo hizo, José? ¿Qué le mueve?- cuestiona el periodista.
- Yo quiero la paz. Pero si estos chicos no paran, lo mejor es que la Guardia Civil se sume a la Policía. Y si hace falta, que venga el Ejército. Me da pena mi tierra.
José nació en Barcelona en 1947. En abril del año que viene cumplirá 73 años. Su madre, de un pueblo de la provincia de Teruel, lo trajo al mundo en la calle San Pere Mes Alt, a 150 metros de donde la Policía Nacional, día tras día, reprime las protestas violentas de los radicales. La señora era modista.
El padre de José luchó durante la Guerra Civil (1936-39) en el bando republicano. La pareja se conoció en Barcelona, en 1942. Ambos habían emigrado hasta la Ciudad Condal en busca de trabajo. El progenitor de José se empleó durante un tiempo en la Renfe y más tarde abrió un quiosco de prensa. No tuvieron más descendencia.
José Frías se casó hace décadas, pero su mujer "desapareció una noche y nunca más supo de ella". "Me dejó", puntualiza. Su única familia son dos primos que tiene en Alcañiz, el pueblo de su madre. Ahora vive solo en un primer piso de un pequeño edificio a 10 metros de donde nació. Tras la sentencia del procés, cada día, cuando cae la tarde, sale a la ciudad para tratar de frenar "a los chicos que se han empeñado en algo que saben que no tendrán -se refiere a la indepedencia-".
Este hombre menudo, enjuto y de fino bigote cuenta que es votante socialista "de toda la vida". Explica que siempre ha confiado en el PSOE y en el PSC. Por eso ahora se queja de "la tibieza de Pedro Sánchez".
Torra y Puigdemont, dos "irresponsables"
- No se puede permitir lo que está ocurriendo. Esto ha dejado de ser una protesta, ahora es una revuelta que tiene que acabar de algún modo. Si tienen que venir los militares, que vengan ya.
- ¿Nunca se ha considerado independentista?
- Nunca. Eso separa a la gente y lo que necesitamos es unión.
- ¿Qué opina de Puigdemont y de Torra?
José sonríe. Parece que no quiere hablar sobre el expresident catalán y su actual sucesor.
- Son dos irresponsables. Engañaron a la gente. Ahora ninguno es capaz de frenar esto. Dejémoslo ahí.
José se jubiló hace siete años. Durante toda su vida trabajó como administrativo. Primero, en una empresa de textiles que había en los bajos del edificio en el que nació. Luego, en otra compañía que se dedicaba a la venta de material eléctrico.
Este viernes, tras sorprender a España con su firme oposición a los exaltados, se fue a recorrer Barcelona. Cuenta que volvió a casa a las cuatro de la madrugada. Asegura que este sábado volverá a tratar de "frenar a los chicos".
- No tengo miedo. Me pongo delante de ellos para que reculen y no lleguen hasta los policías. La mayoría me respeta y me dice que me aparte. Otros se molestan y me gritan.
[Entre el tumulto, algún joven independentista bromeaba con el aspecto de José: "Parece Franco... O Hitler", se escuchó decir a un encapuchado].
Antes de despedirse, el hombre pide que se le retrate ante los agentes de la Policía Nacional que custodian la jefatura superior de Barcelona. Una mujer que pasea por Vía Laietana junto a su pareja dice al ver a José: "Es usted un héroe. Gracias por lo que hizo ayer".
Pero José apenas se inmuta. Todavía no entiende que su rostro esté dando la vuelta al mundo.