A Juan Carlos I el segundo entierro de Franco le ha pillado en plena sesión de rehabilitación. A la hora -sobre las 10:30- que han comenzado los trabajos en la lápida para la exhumación, el fisioterapeuta personal llevaba ya media hora trabajando con la cadera del Emérito. Es cierto que la última operación del padre del rey Felipe VI tuvo que ver con el corazón -le realizaron un triple bypass hace justo este jueves dos meses-, pero es la cadera izquierda la que le sigue llevando de cabeza. Le duele mucho e impide que se mueva con la agilidad que a él le gustaría. Sin embargo, los invitados a la boda de Rafa Nadal y Mery Perelló el pasado sábado en Mallorca lo encontraron bastante recuperado. El anterior jefe del Estado disfrutó mucho del enlace del tenista español.
Pero tras viajar a la isla balear toca volver a la rutina de recuperación en Zarzuela. Juan Carlos quiere volver a navegar y para eso necesita mucho trabajo con sus médicos y sus rehabilitadores. El Emérito no debe hacer viajes largos, todavía tiene revisiones con el cardiólogo cada 15 días y le quedan un par de meses para recibir el alta definitiva.
Así que la segunda vez que entierran a su antecesor como jefe del Estado, a Francisco Franco, ha estado en casa y ha podido verlo por la televisión que tiene en sus habitaciones, en el ala privada del recinto de El Pardo. “Después de lo del viernes en Oviedo no tiene muchas ganas de nada. Le ha dolido tanto que su nieta, la princesa de Asturias, no se acordara de él en sus primeras palabras. ¡No dijo nada! Es su abuelo pero además, es el rey. [...] Para él, la exhumación no tiene mucha polémica. Si el Gobierno lo decide pues bien hecho estará. Él es mucho del refrán el muerto al hoyo y el vivo al bollo. Cuando este verano hemos hablado del tema él ha comentado poco y sólo ha asegurado que le da pena gastar el dinero en estas cosas, pero que probablemente a Franco le hubiera gustado más estar al lado de su mujer que dónde estaba. Así que le parece un final correcto”, asegura a EL ESPAÑOL uno de los mejores amigos del padre del rey y compañero de regatas.
Juan Carlos de Borbón tenía 31 años cuando fue designado por Franco como su sucesor a título de Rey. 31 años, una mujer y tres hijos. Por entonces, constituían una familia nulamente aceptada entre los dirigentes del régimen, hasta el punto de que muchos de ellos manifestaron abiertamente una clara hostilidad hacia la pareja en las contadas ocasiones en que los Príncipes acudían a algún acto oficial o realizaban alguna visita, puesto que no tenían asignado lugar alguno en el protocolo. Y así seguirían durante casi seis años.
Espera que a él no lo 'muden' en 40 años
“Hemos hablado en alguna ocasión sobre aquellos días, no ahora que seguro que han vuelto a su mente con todo este lío. Fue muy complicado porque nadie en el Movimiento Nacional los quería. Con la muerte del dictador era un momento para estar frío y conseguir que las cosas no se calentaran. Había que enterrar a Franco con mucho cuidado sin mover mucha ficha. Él siempre cuenta que estaba triste, tanto él como la reina. Hay que recordar que el dictador es lo más parecido a un padre, que fue lo que Juan Carlos tuvo desde los 10 años, edad con la que llegó a España, enviado por don Juan para que fuera tutelado por el dictador. Los Franco nunca le trataron bien, ni a él ni luego a la que fue su esposa, pero luego él sí tuvo cuidado y cariño con la familia del dictador cuando este murió”, añade a este periódico el amigo del rey emérito.
Veintidós miembros de su familia han acompañado a Franco en su segundo adiós, pero ninguna autoridad les ha dado el pésame por tan sensible pérdida. Además, han sido más notables las ausencias que el desfile de personajes que despidieron al dictador, aquella mañana clara y soleada de noviembre.
“Hace unos meses Juan Carlos y un grupo de amigos nos reíamos sobre lo que iba a pasar con nosotros cuando nos vayamos al otro barrio, con una edad como la nuestra es normal que pensemos en eso. Algunos queremos terminar en nuestra ría, si nos dejan, pero él sabe dónde va a ir a descansar, lo tiene claro, sólo espera que los tiempos no cambien y dentro de 40 años decidan mudarlo contaba entre risas este verano’, confiesa. En definitiva: "Espero que no me muden de El Escorial en 40 años".
Juan Carlos no duda que descansará definitivamente donde se encuentran sus antepasados, en El Escorial, aunque en el panteón e los reyes no hay sitio están todos los nichos ocupados. "Él va a El Escorial nadie duda otra cosa. Ya le harán sitio si hace falta. Vaya cosa que me pregunta", contesta el amigo intimo del rey emérito.
El caso es que Juan Carlos ha visto el traslado de Franco desde una pantalla de televisión como todos los españoles. Ahora, el dictador y su sucesor van a estar más cerca que nunca, ya que desde Zarzuela hasta el cementerio de Mingorrubio no hay ni 10 kilómetros de distancia.