El viernes por la noche, el primer día de noviembre, Minaene Franco corrió a descolgar el teléfono para llamar a la Guardia Civil. La discusión que acababa de tener con su hijo la había atemorizado de tal modo que decidió avisar a los agentes de que el menor había intentado pegarle. Él no se lo perdonó. Al día siguiente acabó con su vida.
Minaene Franco tenía 37 años, la encrespada melena teñida de rojo, rizado el cabello, y hacía dos que vivía en una casa en el centro urbano de la localidad de Foz, Lugo, con su hijo de 17 años de edad, Kairon V.F. Minaene era brasileña. Todavía vive allí la mayor parte de su familia. El luto tiñe, estos días, la casa de su infancia. "Es un chico muy nervioso, siempre fue muy agresivo", explica a EL ESPAÑOL su hermana, en conversación telefónica.
El joven se tomó mal la llamada realizada por su madre a los agentes de la Guardia Civil, a modo de alerta, asustada por su comportamiento, por sus amenazas y por las continuas peleas, motivadas casi siempre por el joven, provocadas una y otra vez, hasta que a ella la terminaron por desquiciar. Así que el sábado por la noche comenzaron a pelear de nuevo. Utilizó un arma blanca para matarla a puñaladas. Todavía no ha quedado claro en qué parte del cuerpo, pero terminó con su vida de ese modo.
El cuerpo de la mujer quedó guardado en el piso situado en la calle Rosalía de Castro, donde vivían madre e hijo, desde el sábado por la noche. Nada se supo del joven matricida en esa jornada. Al ser detectado el lunes, deambulando por el centro de la ciudad, fue cuando varios vecinos quedaron alertados y saltaron las alarmas.