Aparcamiento del Palacio de Congresos de Sevilla (Fibesevilla). 21:15 de la noche del sábado 9 de noviembre. Cuatro ladrones están listos para dar un golpe en este lugar, donde se celebra la feria XXIV Sevilla de boda -un espacio donde se reúnen todos los sectores del ámbito nupcial para mostrar las novedades a los futuros matrimonios-. Los atracadores tienen todo pensado y calculado: esperan a sus víctimas, que son una pareja de joyeros que habían acudido al evento para exponer sus joyas artesanales y venderlas. Al finalizar la jornada, Jaime Lacaba y Rosa Reina llevan a su coche los tres maletines cargados con las joyas -valoradas en 266.000 euros- que habían llevado a la feria. Unos segundos después, se los habían robado.
"Acababa de guardar el primero de los tres maletines en el maletero, cuando mi marido, que llevaba los otros dos, se dispuso a meterlos también en el coche y alguien le tiró al suelo", cuenta Rosa a EL ESPAÑOL. Ella, quien por suerte no sufrió lesiones físicas, empezó a gritar "me están robando" mientras Jaime languidecía en el suelo. Entretanto, otros dos atracadores -"con gafas de sol y gorras"- aprovechan para sustraer el botín del coche y salir corriendo hacia un Ford Focus gris, en el que el cuarto asaltante esperaba a sus colegas para huir.
Por desgracia, ninguno de los 20 profesionales de la feria que salían con la pareja de joyeros tuvo tiempo para socorrerlos. Tardaron sólo seis segundos en dar el golpe y "ni siquiera un chico que cogió su coche para perseguirles le dio tiempo a salir del aparcamiento". Después, el joyero se logra incorporar tras la caída y, junto a su mujer, intentaron coger el coche para trasladarse. Pero se encontraron con otra sorpresa: "Habían pinchado la rueda trasera derecha del coche". Los ladrones no habían dejado cabos sueltos. Desde entonces, Jaime "ha estado recuperándose de las lesionas sufridas, sobre todo en el cuello y la espalda".
Lo llamativo de esta historia, no obstante, es la minuciosidad con la que prepararon todo los asaltantes. El día anterior por la mañana, uno de ellos, "un chico de origen sudamericano, piel morena, complexión fuerte y bajito" paseó tranquilamente por la feria, mirando las diversas tiendas como un cliente más. Buscaba a las víctimas que tuviesen las posesiones más valiosas como un lobo busca a su presa, siempre según el relato de las víctimas.
Así llegó al local de los joyeros y les pidió "que le mostrasen sortijas, ya que le quería pedir matrimonio a su mujer", pero se fue. El atracador, sin embargo, vio la bisutería de gran valor de la pareja. Ya tenía a sus víctimas: Jaime y Rosa. “Lo prepararon bien. Accedieron dentro para elegir a aquellos que teníamos la mercancía más valiosa”, cuenta Jaime.
"Un fallo garrafal de la seguridad"
Los cuatro atracadores logran dar el golpe por "la negligencia de los dos agentes de seguridad del Palacio de Congresos", pues acuden a las zona del parking reservada para los profesionales del evento. Una zona, en teoría, más protegida porque la seguridad del lugar pide todo tipo de acreditaciones para acceder a ella. Pese a esto, los delincuentes entraron a ella como Pedro por su casa y con total impunidad. "Todo se debe a un fallo garrafal de la seguridad del recinto", se queja Rosa.
La pareja de joyeros, tras ver las grabaciones de las cámara, relata que "los atracadores entran un cuarto de hora antes de atacarles. La chica de seguridad levanta la mano, señalando que alguien se había saltado el control, pero no avisa a nadie". De este modo, los delincuentes "esperaron en una zona reservada a expositores del evento y en ese tiempo nadie se acercó a ellos para preguntarles qué estaban haciendo allí”. Los filtros de seguridad habían fallado. Vía libre para los ladrones para cometer su robo.
Esta negligencia ha indignado a las víctimas del atraco, quienes no sólo perdieron mucho dinero, sino que la suma sustraída afectará de manera profunda a su negocio, ya que son autónomos, “de los pocos joyeros artesanales que quedan en la ciudad”, en palabras de Jaime. Es más, la fabricación de cada joya lleva mucho tiempo porque se realiza a mano. Los joyeros calculan que pueden tardar "hasta nueve años en reponer el material robado".
Pese a su disgusto, la pareja de Sevilla ha acudido a la Policía Nacional, que les ha tomado declaraciones. Y, gracias a que los joyeros han reconocido a uno de los asaltantes, el grupo de atracos de este Cuerpo de Seguridad del Estado ha podido determinar que los atracadores pertenecen a una banda organizada. Los ladrones aún siguen en búsqueda y captura. Ahora, la pareja de artesanos se repondrá "trabajando", como siempre han hecho.