El objetivo de Pedro Sánchez es formar Gobierno cuanto antes, al filo de la Navidad, para lo cual una versión renovada de la bandera tricolor debería tomar aposento en la Moncloa. La enseña sanchista para la que trabaja el líder socialista también tiene tres colores: el rojo, que representa el PSOE; el amarillo -el del lazo-, por la abstención de ERC; y el morado, el de Unidas Podemos, el partido del vicepresidente Iglesias y el de su pareja, Montero, probable ministra de Igualdad… Pablo e Irene representarían juntos la cama política más poderosa del Reino de España.
No será fácil, pero los tres partidos tienen mucho que ganar y poco que perder. El deadline, la fecha límite, es finales de diciembre. Este año, por Navidad, volvería a casa, como el turrón, el Gobierno más parecido al primero de la II República nacida 14 de abril de 1931. Lo paradójico es que el propio Jefe del Estado y Rey de España está interesado en resolver como sea el bloqueo político en que está sumido el país. Porque si no, ¿qué discurso hará Felipe VI en Nochebuena si no hay visos de constitución de un nuevo Gobierno? "¡Españoles, os quiero anunciar que en 2020 los reyes magos y yo os traeremos de regalo nuevas elecciones, las quintas en cinco años!". Para reír y llorar a la vez.
Hay quien afirma que si el tripartito –PSOE, Unidas Podemos, ERC y restos- sale adelante, el Rey debería poner sus barbas a remojar. Dentro de este alarmismo, quizás no tan descabellado (ni el PSOE es un partido monárquico, menos aún lo es UP, y no digamos ERC), circula en determinados medios que se prepara un gran escándalo económico dirigido a deteriorar más aún el andamiaje constitucional de 1978, con la monarquía como objetivo principal de los zapadores dinamiteros.
Luis María Anson, en su Canela Fina de la semana pasada, escribía: "Como el Rey es el eje del sistema de la Transición, un sector de la izquierda española está almacenando datos para generar un gran escándalo económico en torno a Juan Carlos I, con el fin de fragilizar la estabilidad de Felipe VI".
El artículo coincidió con la publicación del testamento de Franco, una exclusiva de la periodista Emilia Landaluce en El Mundo. En total, el Caudillo dejó 28 millones de pesetas de las de 1975, una pequeña fortuna que hoy equivaldría con actualizaciones a algo menos de dos millones de euros. ¿Una cifra escandalosa tras 40 años como dictador, haciendo y deshaciendo en una España en la que 'en la tierra reinaba Franco y en el cielo, Dios', como Trujillo se proclamaba en la República Dominicana, según escribe Vargas Llosa en su Fiesta del Chivo?
La herencia, amenaza de Felipe VI
El protagonista del nuevo escándalo que se estaría urdiendo, como anuncia Anson, es Juan Carlos I, instaurado futuro rey de España por Franco en una ley aprobada en julio de 1969. La fortuna almacenada por el padre de Felipe VI entre 1975, en que se convirtió en rey, hasta junio de 2014, en que abdicó, es la amenaza que puede cernirse sobre su heredero, el actual Jefe de Estado.
Antes o después, se acabará conociendo si es verdad que el emérito es multimillonario. Hace unos años, el profesor de la Universidad de Bruselas Herman Matthijs, experto en fortunas y en monarquías, atribuyó a Juan Carlos I un patrimonio personal de unos 1.600 millones de euros, una enorme cantidad similar a la cuantificada por otras publicaciones como Forbes y The New York Times.
El propio Juan Carlos y sus hermanas Pilar y Margarita recibieron de su padre, Juan de Borbón, fallecido el 1 de abril de 1993, una cantidad insignificante comparada con la anterior. Según publicó la periodista Ana María Ortiz en el suplemento Crónica, el entonces Conde de Barcelona legó a sus hijos una fortuna de 1.100 millones de pesetas, que incluía 728 millones en fondos depositados en tres cuentas en bancos suizos. El equivalente a algo más de 6 millones de euros que, con actualizaciones, equivaldrían ahora a unos 10 millones.
De conocerse la fortuna de Juan Carlos, salvo que el dinero haya desaparecido en uno de esos agujeros negros construidos por la ingeniería financiera, actuaría como una bomba con efectos incalculables sobre la imagen de Felipe VI y la estabilidad de la monarquía misma, al ser doble heredero de su padre: de la corona y del dinero cuando se muera.
Con la llegada al Gobierno de Unidas Podemos, si bien ninguno de sus ministros ocuparía las carteras de Hacienda o de Justicia, donde se guardan los datos de las rentas y las últimas voluntades, respectivamente, la llave de los secretos económicos de Juan Carlos estará más al alcance.
Juan Carlos I aprovechó movimientos en Bolsa
Imaginemos que se conocen los datos de la renta de Juan Carlos de hace unas décadas. Por ejemplo, del año 1993 en que murió don Juan, para que su hijo no pudiera decir, como Jordi Pujol, que su fortuna procede de una herencia. Quienes conocieron a fondo a Juan Carlos I en aquella época, saben -como han comentado a este periodista- que fueron unos años locos en los que los administradores económicos regios utilizaron todas las oportunidades que ofrecía la Bolsa, recién creado el Ibex, y más aún si disponían de información privilegiada procedente del Rey.
Juan Carlos I siempre ha tenido un banquero y un rico cerca. O más de uno. Entonces era Alfonso Escámez, el niño que empezó de botones y acabó siendo presidente del mismísimo Banco Central. Escámez y López, nombrado marqués de Águilas, fue también senador por designación real.
En aquellos años, como en 1993, el Rey podía obtener pólizas de crédito por cientos de millones de pesetas, para compras de valores en Bolsa, con rápidas ventas y obtener así importantes plusvalías. Las pólizas de crédito se suelen conceder a empresarios, para tener disponibilidad ante eventualidades que surgen en los negocios. ¿Qué negocios tenía Juan Carlos I para tener pólizas de crédito?
En aquellos años de frenesí bursátil, estas acciones cortoplacistas, con enormes rentabilidades, fueron bautizadas como "pelotazos". Y Juan Carlos los dio. Podía pedir 200 millones de pesetas a Banesto o al Central Hispano como pólizas de crédito, aunque fuera al 14% de interés, para disponer de ellos y hacer negocio. Doscientos millones y otros doscientos más…
Juan Carlos I ganaba apenas 70.000 pesetas
Cuenta Jaime Peñafiel, el mejor narrador de los entresijos y la vida cotidiana del juancarlismo, que en la tarde del 22 de noviembre de 1975 estuvo en palacio con Juan Carlos. Horas antes, se había convertido en Rey de España. Peñafiel ha relatado la austeridad con la que vivía entonces Juan Carlos, con poquísimos servicios. Al fin y al cabo, hasta ese año el príncipe heredero de Franco ganaba unas 70.000 pesetas al mes. El rey se quedó ojiplático al conocer de primera mano lo que la revista ¡Hola! pagaba a su reportero estrella. Cinco o seis veces más de lo que recibía el ya Rey.
Algo menos de 20 años después, en 1993, Juan Carlos ya empezaba a ser rico, según confirman ciertos papeles, con dinero perfectamente cuantificable en pólizas de crédito, acciones compradas, plusvalías y saldo corriente. ¿Qué sucedió entre 1993 y 2014 en que dejó de ser Rey? Desde luego, con su asignación como Jefe del Estado –que también era secreta entonces-, con un doble traspaso anual con cheques a la cuenta real y otra con ingresos de gastos reservados, no pudo hacer una fortuna milmillonaria como se le atribuye, y que antes o después acabará saliendo.
Otra pista, ya seguramente franca, para seguir las huellas del dinero que fue acumulando Juan Carlos está en las importaciones de petróleo realizadas por España a finales de los años 70 y durante la década de los 80, gracias a la relación del anterior Jefe del Estado con el hermano árabe: la familia real saudí. Por aquí también podría saltar el escándalo del que se oyen ecos del runrún.
Precisamente, Corinna, la amiga íntima del rey emérito durante años, es otra espita por donde pueden filtrarse más datos económicos de Juan Carlos I, muy incómodos para su heredero Felipe VI, cuya integridad económica está fuera de duda, así como su praxis cuidadosa en todo lo referido al dinero.
Las grabaciones del ex comisario Villarejo con la ex princesa alemana en 2015, conocidas posteriormente, fueron un mal presagio. "Tengo las copias de las cuentas bancarias del 'otro' –refiriendo a JCI-. Él me las dio. El Rey no distingue entre lo que es legal e ilegal. Estoy viviendo una pesadilla", decía la susodicha al afirmar que Juan Carlos le había puesto a su nombre propiedades en Marruecos y en otros países. Juan Miguel Villar Mir, dueño hasta ahora de OHL, elevado a la grandeza por el anterior Rey, es otro depositario de secretos económicos reales.
Hay demasiadas copias de las llaves del arcón con los oscuros secretos económicos del anterior Rey. Por todo esto, hay expertos que, en privado, comentan que Felipe VI haría bien en renunciar ante notario, por anticipado, a lo que le corresponda del testamento de su padre. Realmente hay muchos interesados en que la figura del Jefe del Estado se tambalee y se debilite. El Rey, "símbolo de la unidad de España", según el artículo 56 de la Constitución; "mando supremo de las Fuerzas Armadas", según el artículo 62; Fuerzas Armadas que tienen como misión garantizar "la soberanía e independencia de España" así como "defender su integridad territorial", según el artículo 8 de la misma Constitución.
Cuando las tripas suenan es que tienen ganas de comer. Suenan y sueñan con comer, con comerse al régimen nacido en 1978 con la aprobación de la Constitución. Y lo cierto es que el actual inquilino del Palacio de la Zarzuela es uno de los últimos diques sólidos que sostienen a la España constitucional.