La mano izquierda de 'El Chicle' descansaba sobre la derecha, apoyadas sobre la mesa, aparentemente inofensivas, mientras escuchaba el veredicto del jurado al filo de las dos de la tarde. Aún lucía, como el primer día, el anillo de matrimonio. Tenía la mirada perdida, clavada en la mesa de madera situada justo delante de él, del mismo modo que durante los días del juicio, prolongado durante más de dos semanas a lo largo de este mes de noviembre. Ni un movimiento. Ni un graznido. Ni una punzada de arrepentimiento. Desde el lado derecho de la sala habló entonces el portavoz de las nueve personas que han decidido su destino para pronunciar el siguiente alegato condenatorio:
-"El jurado, por unanimidad, encuentra al acusado José Enrique Abuín Gey culpable del delito: número 15, consistente en haber privado ilegalmente de libertad a Diana María Quer López-Pinel; también del 18, consistente en haber agredido sexualmente a Diana María Quer López-Pinel; del 19, de matar intencionadamente a Diana María Quer López-Pinel sin riesgo para su persona que pudiera proceder de la defensa por parte de la víctima; del 21, de matar intencionadamente a Diana María Quer López-Pinel para ocultar otro delito; y del 22, de haber matado intencionadamente a Diana María Quer López-Pinel de forma subsiguiente o inmediata a un delito contra la libertad sexual cometido sobre ella. También le declaramos no culpable por unanimidad del delito 16, consistente de haber violado a Diana María Quer López-Pinel; y del 16, consistente en haber intentado violar a Diana María Quer López-Pinel".
Habían pasado exactamente cuatro días desde el inicio de la deliberación, el martes al mediodía, cuando se recluyeron todos por primera vez, los cinco hombres y las cuatro mujeres para argumentar 26 afirmaciones diferentes, no relacionadas entre sí, para ponerse de acuerdo en torno a ellas. Tras la devolución del veredicto este viernes por numerosos errores de de forma, malas argumentaciones y razonamientos pobres, el jurado popular alcanzó una resolución final. En ella se explicaba cómo aquellas manos, aparentemente pacíficas, apretaron la brida de color negro, 70 centímetros de largo, ocho milímetros de ancho, alrededor del cuello de la víctima hasta partirle el cuello, concretamente el hioides, acabando de ese modo con su vida.
Es ese elemento el que va a permitir que Abuín pueda ser condenado a prisión permanente revisable en las próximas horas. Se trata del arma del crimen, y también la pieza sobre la que ha orbitado el caso, el juicio y el veredicto en forma de condena por asesinato y agresión sexual, no por violación. El elemento que vale una severa condena.
El eje para desmontar la coartada de 'El Chicle'
La brida emergió de las profundidades del pozo enredada y oculta en el pelo castaño oscuro de Diana. La circunferencia cerrada de la correa solo tenía unos 9 centímetros de diámetro, lo suficiente para matar a una persona.
En la primera jornada del juicio, Abuín se puso fanfarrón. Sobre todo cuando le preguntaron si estaba en forma, si seguía yendo al gimnasio y sobre sus tiempos como runner:
-"¿Cómo pudo matarla de ese modo, con una sola mano?", le preguntó el abogado de la familia Quer.
-Yo puedo levantar mi peso con dos dedos de cada mano. Solo con dos dedos de cada mano.
-O sea, que tiene usted mucha fuerza.
-En los dedos, sí.
Su abogada, María Fernanda Álvarez, lo vendió como un accidente. A aquel hombre se le había ido la mano, dijo, cuando le sorprendieron robando gasolina de los feriantes de las fiestas de A Pobra Do Caramiñal. La tesis de que apenas le echó la mano al cuello la joven se desvaneció al momento -"ya no se movía", dijo- era la única coartada con la que trató Abuín de explicarse.
Pronto se demostró que su relato era falso, tanto por el posicionamiento de los teléfonos -el de Diana marcaba otro recorrido y no pasaba por ese lugar- como por las explicaciones de los equipos forenses sobre la magnitud de la fuerza que hay que imprimir para quebrar de ese modo, el cuello de una persona. Abuín nunca había estado robando gasolina en aquel lugar, sino una calle más abajo, montado en su coche, por la avenida marítima de A Pobra, siguiendo a poca distancia a Diana, hasta que la metió dentro de su coche y arrancó a toda velocidad.
-"Es muy difícil romper accidentalmente un hioides -dijo el forense Fernando Serrulla en la sala de vistas-: en 30 años de experiencia he hecho muchas autopsias de ahorcados y no se rompe si no es de una forma muy concreta". Resultó demoledor. También detalló la escasa literatura médica en esta materia tan concreta, la de estrangulamientos con bridas de plástico, porque rara es la vez en la que los asesinos recurren a este método. Ese hueso, situado a la altura de la nuez en la laringe, resulta tan complicado de romper que para comprobar sus efectos, Serrulla reconoció que tuvo incluso que llegar a sacrificar un cordero.
Esos análisis lo desmontaron todo, incluso la coartada del asesino. Y así, el jurado, al aceptar la tesis del asesinato con la brida ha terminado aceptando prácticamente todo lo demás. Al final la brida es tan solo el último peldaño de la escalera.
La tesis de la brida
Si la brida, una de las que Abuín guardaba siempre en el lado derecho del maletero de su coche (como corroboró su mejor amigo, su compañero de turbias correrías sexuales) estranguló a Diana, debieron pensar los miembros del jurado, todo relativo a la coartada del asesino quedaba desmontado. Efectivamente, así fue. Era la prueba de que nada de aquello fue un mero accidente, un encontronazo fortuito. Colocar esa correa plástica en plena calle resulta imposible. La víctima tiene que estar inmovilizada. Y el hueso hioides no queda destrozado como quedó el de la joven madrileña tan solo con apretar su cuello con las manos.
Por eso se sabe y queda probado que la cinta aislante que apareció en el agua del pozo había servido para maniatarla. Al estar la brida de por medio, no es sostenible (así lo ha entendido el jurado) que la raptase a la fuerza en su coche por el mero hecho de hacerlo. Tras ese rapto subyacían las intenciones sexuales del asesino.
Al estar la brida, se explica todo lo demás, incluso se puede entrever cómo la agredió sexualmente en aquel sótano dentro de la nave industrial. Pasó una hora y media en su interior aquella noche, la del 22 de agosto de 2016, antes de que Diana pudiera regresar a casa.
No hay pruebas ni datos de lo que ocurrió en el interior de ese lugar. Es como si hubieran apagado la pantalla a la llegada del asesino en su coche y volvieran a encenderla ya con el cadáver de Diana sumergido en el agua. Solo Abuín sabe exactamente los crímenes que perpetró aquella noche allí dentro.
Probablemente 'El Chicle' pase el resto de su vida en prisión. Es por eso que en este detalle concreto se centran las discusiones más vibrantes de estos días en los Juzgados de Santiago de Compostela. Todo iba hacia ese edificio ajado y roto situado a escasos 200 metros de la casa de los padres del asesino. Allí pasó aquella noche una hora y veinte minutos. Nadie le vio en la oscuridad de la noche. Dormían profundamente todos los habitantes de la parroquia. Ellos sabían mejor que nadie quién era aquel hombre. Le vieron jugar por los senderos, trastear por las pequeñas y sembradas parcelas particulares. Le habían visto crecer. Y de ahí lo aterrador del asunto.
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