Teresa Rivero sale de su casa en Aravaca, como cada mañana, para ir a misa. Lejos quedaron los tiempos en los que Vallecas la coreaba y le pusieron su nombre al estadio del Rayo. La matriarca de la familia Ruíz-Mateos, la primera presidenta de un club de primera división en España, camina a paso lento apoyada en su bastón. “Tengo que caminar, porque dice el médico que si no me puedo quedar en una silla de ruedas”, explica a EL ESPAÑOL en el breve trayecto de poco más de 200 metros que separa el templo de su hogar.
Un hogar que no sabe cuándo tendrá que abandonar, porque en algún momento la vendrán a desahuciar. La posibilidad de quedarse en silla de ruedas es, ahora mismo, la menor de sus preocupaciones. Tuvo 13 hijos: 7 mujeres (una falleció hace dos años) y 6 hombres, los 6 varones están en la cárcel. Todas sus propiedades están embargadas. Y está a la espera de un lanzamiento judicial que la eche de la única vivienda que le queda.
No sabe cuándo la desahuciarán. Dicen que antes de navidades. La noticia fue avanzada por El Cierre Digital y confirmada por la propia Teresa Rivero a EL ESPAÑOL. “No son dos casas lo que nos han embargado. Son tres. La de Somosaguas, la del Puerto [de Santa María, Cádiz] y ahora esta, la de Aravaca”, explica compungida. Y prosigue: “¿Cuándo? No tengo ni idea. ¿Qué haré? Pues tampoco lo sé”. Fuentes próximas a la familia aseguran que serán algunos de sus 57 nietos los que se harán cargo de ella cuando se produzca el lanzamiento.
Sólo queda la fe
Una fina lluvia cae sobre Aravaca. Teresa Rivero avanza a paso firme. No es amiga de hablar con periodistas: “Es una profesión muy bonita, pero hay gente muy mala”, sentencia. Aun así, nos permite acompañarla durante el breve trayecto que realiza cada mañana hasta la pequeña capilla en la que reza cada día: “Las monjas me ayudan mucho. Y la fe. Con 6 hijos en la cárcel, Dios y la fe es lo único que le queda a una, hijo”, relata sin aminorar el paso.
Álvaro, Alfonso, Javier, Zoilo (como su abuelo), José María (como su padre) y Pablo. Son los seis vástagos que se encuentran recluidos en el penal de Aranjuez . Todos fueron condenados por estafa tras el ruinoso proyecto de Nueva Rumasa. Además están pendientes de otro proceso por otras operaciones hoteleras en Palma de Mallorca. Teresa Rivero emboca ya los 85 años y está delicada de salud. Teme no volver a verlos en la calle.
“Mis hijos son muy buenos. Ellos no hicieron nada. Ahí el que mandaba era mi marido y ellos hacían lo que su padres les decía”, sostiene la matriarca. “En la cárcel los quieren muchísimo porque son niños muy buenos con todo el mundo, ayudan mucho a los presos y están muy bien educados”. Los disculpa en todo momento: “Cuando el problema de los hoteles de Mallorca, uno de mis hijos estaba haciendo la mili y el otro estudiando en Miami”. Su drama familiar no acaba aquí. Su hija Socorro murió en 2017 víctima de la leucemia.
La hija secreta
Ese mismo año, el cadáver del empresario roteño fue exhumado por la demanda de paternidad de Adela Montes de Oca, una joven que tiene ahora 27 años, que reclamó ser hija de José María Ruiz Mateos fruto de varios encuentro que mantuvo su madre con el patriarca en Chicago. Las pruebas le dieron la razón. Tras ser reconocida como hija legítima, se marchó a Estados Unidos y se borró del mapa. Ni ha reclamado nada, ni la han vuelto a ver.
Los problemas familiares siguen: su hija Begoña se ha querellado contra todos sus hermanos por cuestiones de la herencia. Una herencia controvertida: el dinero nunca ha aparecido, y las propiedades resultaron ser regalos envenenados, porque lo que heredaron fueron deudas. Begoña mantiene un litigio contra todos ellos y asegura que el dinero estafado a los inversores de Nueva Rumasa existe y que lo tienen ellos, sus hermanos varones. También sostiene que siguen gestionando en la sombra numerosas sociedades heredadas que siguen funcionando. Un conflicto fratricida que ha sido aireado en los medios de comunicación en numerosas ocasiones. Tanto los hermanos varones como Teresa argumentan que todo fue culpa del padre, que ellos solamente firmaban. Begoña les contradice, dice ser la única habilitada para administrar la herencia que sus hermanos, asegura, le ocultan.
"Que te pego, leche"
José María Ruiz-Mateos ha sido uno de los empresarios más conocidos de la historia de España. Empresario, político, showman, ultracatólico, carismático, ambicioso… “Te ganaba en corto. Te sentaba y te decía que eras como su hijo. Como tenía tantos...” bromea una de las personas que trabajó codo con codo con él durante años. Y es que la trayectoria del empresario gaditano es dilatada y de sobra conocida por todos. Hijo de un tratante de vinos, en 1961 fundó el holding Rumasa, que llegó a contar con más de 700 empresas y más de 60.000 empleados. Banca, hostelería, productos de lujo, hoteles… Y siempre con una filosofía clara. “Siempre lo pagaba a plazos todo. Siempre se entrampaba y es algo que le transmitió a sus hijos. Él era el cerebro de la familia y se hacía lo que él decía. Tenía mucho poder”, resume esa misma fuente.
Rumasa fue expropiada por el gobierno socialista en 1983, en la emblemática fecha del 23 de febrero, por impagos multimillonarios a Hacienda (más de 10.000 millones de pesetas). José María Ruiz-Mateos huyó a Londres pero fue extraditado dos años más tarde desde Frankfurt (Alemania). El encargado de la expropiación había sido el entonces ministro de Hacienda Miguel Boyer, con el que protagonizó el que tal vez ha sido el episodio más mediático de Ruíz-Mateos: un intento de agresión al ministro a las puertas de los juzgados, acompañado del ya célebre grito: “Que te pego, leche”.
Hace de eso 30 años.Tras aquello, José María Ruiz-Mateos se convirtió en una auténtica parodia de sí mismo. Era habitual verlo disfrazado en la puerta de los juzgados, reclamando justicia ataviado de Superman. El empresario se rehizo y en 1996 inició el germen de lo que sería la secuela del imperio: Nueva Rumasa. Un conglomerado que consolidaría en 2009 y que estaba conformado por un centenar de empresas con sede en paraísos fiscales, por lo que no estaban sujetos al control de la administración pública. Una ‘inversión segura’, decían, que fue ampliamente publicitada por televisión.
Gracias a la popularidad del empresario consiguió engañar a miles de pequeños inversores mediante emisiones de pagarés que, con una aportación mínima de 1200 euros, se comprometía a devolver con un 8 % de rentabilidad anual. 5.000 personas picaron, a pesar de que la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) advirtiera hasta en siete ocasiones del riesgo.
Rayo Vallecano
En los 90 se vivieron los días de vino y rosas. La Audiencia Nacional absolvió al patriarca de los delitos de falsedad y estafa, sentencia que fue posteriormente confirmada por el Supremo. Además de sus incontables empresas, José María Ruiz-Mateos era el máximo accionista del Rayo Vallecano. En 1994 nombró presidenta a su esposa, Teresa Rivero, con la que conformaba uno de los matrimonios más mediáticos. que se convirtió así en la primera mujer en ser máxima dirigente de un equipo de fútbol de primera división en España.
El estadio de Vallecas fue rebautizado como Teresa Rivero. La protagonista recuerda ahora aquella época para EL ESPAÑOL con una mezcla de cariño y nostalgia: “Lo pasé bien y mal. Yo no tenía ni idea de fútbol, pero me aficioné enseguida. La gente me quería… o yo creo que me querían. “Teresa, Teresa”, me gritaban. Fue una buena época porque llegamos a jugar la UEFA por juego limpio, no por clasificación. Aquel año nos eliminó el Alavés. Pero luego fue mal la cosa y acabamos en 2ªB”.
Se desmoronó el proyecto deportivo como se desmoronó Nueva Rumasa, que en 2011 (dos años después de empezar a captar inversores) ya debía más de 400 millones de euros y tenía a los trabajadores de sus principales marcas (Clesa y Dhul) certificó su quiebra y entró en concurso de acreedores. De aquellos polvos, estos lodos. Ruiz-Mateos construyó aquel nuevo imperio con el dinero de más de 5.000 incautos y con la ayuda de sus seis hijos varones y ninguna de las mujeres, a las que nunca les reservó un papel preponderante en sus conglomerados empresariales. En 2011 se certificó la quiebra de la empresa y de entonces data aquella carta desesperada que José María le envió a Emilio Botín para que le ayudase a salvar su holding: “Emilio, por favor, no nos dejes caer. Sería horrible. De consecuencias inusitadas y además innecesario”, decía la escueta misiva.
Botín los dejó caer
Pero Botín los dejó caer. En febrero de 2011, sus empresas se acogieron a la ley concursal para evitar la suspensión de pagos. El grupo fue adquirido por el famoso liquidador de empresas en quiebra Ángel de Cabo, en una operación que pretendía calcar la que hizo previamente al adquirir Viajes Marsans. Pero esta vez salió mal y los protagonistas acabaron todos sentados en el banquillo. El juez José de la Mata abrió diligencias contra José María, sus seis hijos, Ángel de Cabo y otras ocho personas por delitos de estafa agravada, blanqueo de capitales, lanzamiento de bienes y contra la hacienda pública.
José María Ruiz-Mateos falleció en 2015 en su casa del Puerto de Santa María, la misma que apunta Teresa Rivero que le fue embargada. Sus hijos entraron en prisión en 2019, condenados por estafa por la compra de un hotel de Mallorca por 24 millones de euros. “Con la quiebra de Nueva Rumasa hemos perdido todo, no tenemos nada. Nuestras casas están hipotecadas y embargadas, no tenemos absolutamente patrimonio de ningún tipo a pesar de las calumnias que se han podido verter, estamos arruinados” aseguró José maría (hijo) durante el interrogatorio judicial.
Su hermana Begoña, sin embargo, sostiene que todos ellos siguen teniendo patrimonio, que cuentan con una red de testaferros y que gestionan algunas de las empresas que consiguieron mantener, hecho que desmiente la propia Teresa: “No nos queda nada. Mis hijos no tienen nada y yo tampoco, por muchas mentiras que se estén diciendo. Está todo embargado. La casa de Somosaguas (la más icónica de la familia, la más grande y en la que se crió toda la prole) fue la primera, (embargada por el banco francés BNP Paribas). También nos quitaron la del Puerto. Y esta, pues está igual. Está todo embargado. No sé cuándo me echarán ni dónde me iré. Ahora vivo sola y viene una chica a ayudarme, muy buena niña, que me hace compañía y me ayuda con las cosas de la casa.
"Sé que llegará el momento de que me echen de mi casa, a mi edad. Pero me queda la fe. Voy a misa todos los días. Las monjitas también me ayudan mucho. Creo mucho en Dios. Al final, Dios y la fe es lo único que me queda”, concluye Rivero, dando por concluida la conversación con EL ESPAÑOL y entrando en el templo. Dicen en su entorno que será antes de navidades y que su más de medio centenar de nietos ya están advertidos, tal vez tengan que hacerse cargo de la abuela hasta el final de sus días. De Teresa Rivero, la que fue la primera mujer en presidir en club de fútbol de Primera División en España, y que ilustra a la perfección el auge y caída de una de las familias más famosas de la historia reciente de España. De tenerlo todo, a verse en la calle.